Mundial de Motociclismo
MotoGP, ejemplo de acción solidaria
Mundial de Motociclismo
Cuando se hunde el camino, alguien con determinación debe reconducirlo. Muchos arrimarán el hombro, pero siempre se precisa al mejor para reconstruir veredas seguras. Miles de vicisitudes, incluyendo situaciones de gran complejidad, acaecieron ya en los 75 años de historia que contemplan al Mundial de Motociclismo. Desde guerras a catástrofes, tsunamis, tifones, conflictos políticos, crisis económicas… y hace apenas ‘dos tardes’, una horrible pandemia que puso en jaque al planeta entero, no fue pretexto suficiente para detener a este emotivo deporte acelerado. Muy al contrario, le dio impulso, siendo ejemplo de esa resiliencia que engrandece a quienes afrontan los eventos más difíciles. Con Carmelo Ezpeleta al frente del Mundial de MotoGP, se logró superar de forma estoica a ese terrible Covid-19, alcanzando tal bagaje en su capacidad de gestión, que ha conseguido reconducir también el final de este Campeonato 2024 previsto en Valencia, reubicándolo en su misma fecha en Barcelona como digno testimonio de solidaridad hacia el Levante español, que vive una tragedia.
Contemplamos estos días con dolor y estupor como la terrible DANA que ha asolado a la Comunidad Valenciana, es motivo de enfrentamientos políticos, por la tardanza en la actuación de auxilio a centenares de miles de personas que lo han perdido todo en una catástrofe natural, incluidos a esos seres queridos que han sido llevados por el barro de una horrible riada. Esta monstruosa desgracia afectó también, cómo no, al emblemático Circuito Ricardo Tormo de Cheste, escenario habitual en el final del Mundial de MotoGP, que muy a su pesar vio cancelada la prueba ante las terribles consecuencias de una gota fría que ha destruido a pueblos enteros. ¿Cómo se debió actuar ante tan fortuita calamidad sobrevenida? Con el Campeonato disputando su penúltima prueba a 11.000 kilómetros de distancia en Malasia, Ezpeleta y su eficiente equipo estuvieron permanentemente en contacto con los dirigentes del trazado valenciano, mientras el caos en España era absoluto y aún no se conocía el alcance o magnitud real del desastre. En un primer momento, se quiso ver un hilo de esperanza por mantener la carrera, pero conforme se fue apreciando la dura realidad, hubo que optar por cancelarla, y es ahí donde Carmelo Ezpeleta volvió a demostrar que mitos como el del levantino y gigantesco Hércules, también se dan en pleno Siglo XXI.
Con el título de la categoría reina por decidir entre el español Jorge Martín y el italiano Pecco Bagnaia, algunas voces reclamaban dar por concluido el certamen, bajando el telón sin más. Otros opinaban que sería irresponsable o temerario plantearse una alternativa en España o Qatar, casi imploraban la cómoda opción de parar en seco y dar por acabado al 2024. Pero MotoGP no tiene los pies de barro, cuenta con una responsabilidad institucional, empresarial y deportiva a nivel global que, como los Juegos Olímpicos desde hace 128 años, no se detienen ante las circunstancias más devastadoras, sino que resurgen de las penurias para reconstruir el entusiasmo planetario. Camina o revienta. Es así como a sus prodigiosos 78 años de edad, Ezpeleta volvió a poner a gala su inquebrantable capacidad resolutiva para reubicar la carrera de Valencia en Barcelona, que se ha organizado ¡en solo 10 días! En un principio, se contemplaron las opciones de Doha, Jerez o Portimao, pero por logística, cercanía y predisposición, acabó optándose por el Circuito de Cataluña para correr solidariamente por la Comunidad Valenciana del 15 al 17 de noviembre. Los beneficios originados por las 50.000 entradas ya vendidas y hasta una moto ‘reliquia’ del propio Ezpeleta que se subasta, irán para la comunidad Valenciana. No hay mayor honra posible.
El Mundial de Motociclismo celebrará así en Montmeló su carrera número 20 de este intenso año. El sonido de una solidaria traca final llegará con ánimo hasta Valencia, al igual que esa ayuda económica lograda con las aportaciones de los aficionados que llenen el trazado barcelonés, sirviendo para paliar de alguna forma el daño causado por esta catástrofe natural en el mediterráneo levantino. Mientras otros se tiran los trastos a la cabeza por no activar a tiempo las alertas o movilizaciones de apoyo, MotoGP cambia el rostro de la tristeza por acción y esperanza. No en vano, la experiencia es un grado, santo y seña, pues aún tenemos fresca en la memoria aquella modélica actuación en el Covid-19, cuando se reflotó el Mundial al inicio de la pandemia, metiéndolo en una burbuja que comenzó a rodar con dos grandes premios seguidos en el Circuito de Jerez ¡en pleno mes de julio! Gracias a esa astucia y diligencia de Carmelo Ezpeleta, Dorna, gestora del Campeonato, logró salvar a muchas empresas que viven de este deporte en todo el mundo, preservó miles de puestos de trabajo y, a su vez, transmitieron esperanza al mundo entero. Nada se hundió en el barro.
¿Qué había que hacer ahora, quedarse cruzados de brazos, mirar para otro lado hasta que las aguas volviesen a su cauce por sí solas? A alguien tenía que dolerle muy hondo para moverse con rapidez y cambiar el curso de los acontecimientos, por muy duros que fuesen. Sabemos que hasta llegar al estado de Alarma (régimen excepcional que se declara para asegurar el restablecimiento de la normalidad de los poderes en una sociedad), existen otras formas de reacción efectivas, como el estado de Alerta (temprana, amarilla o roja), decretados por una autoridad en momentos de gran peligro, especialmente ante catástrofes naturales, para fomentar la máxima atención y vigilancia de amenazas, condiciones de vulnerabilidad o ocurrencia de eventos destructivos. ¿Se salva quien huye acobardado, o quien alertado reacciona con inteligencia? La respuesta la tenemos incluso en nuestro propio cuerpo, que adopta su positivo estado de Alerta para protegerse a si mismo de un posible daño. Y MotoGP vive también en estado de Alerta, salvando a toda su familia cuando la ocasión lo requiere. Tras la dura experiencia del Covid-19, y con 33 años al frente del Mundial, Ezpeleta reconoció que aquella fue “la experiencia más extrema que nos ha tocado vivir. El momento más complicado me duró solo dos horas, que fue valorar lo que pasaría si no hacíamos carreras”. Así son los Hércules gigantes.
Humildemente, no olvido las andanzas en que me vi inmerso para superar las inundaciones que asolaron en octubre de 1999 a la ciudad brasileña de Sao Paulo, donde debía realizar una entrevista al futbolista Roberto Carlos y poder llegar después, tras 353 kilómetros de distancia, a Río de Janeiro donde Álex Crivillé se convirtió en el primer español campeón mundial de la categoría reina… o aquellos atentados terroristas que se produjeron durante un Gran Premio en Sudáfrica… Carmelo Ezpeleta siempre me insufló el ánimo a seguir adelante y no se equivocaba. “La memoria tiene esa capacidad maravillosa de acordarse del olvido, de su existencia y su acecho, y así nos permite mantenernos ALERTA cuando no queremos olvidar y olvidar cuando lo preferimos” escribió con acierto el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez Velandia, cuya novela más conocida, ‘El ruido de las cosas al caer’, recibió el Premio Alfaguara de Novela. Y como el Mundial de MotoGP no se ha hundido, ni caerá en el olvido, este final de noviembre Barcelona coronará a un nuevo campeón de la cilindrada reina y todos, en positiva alerta, correremos solidariamente por Valencia. ¿Quién no se apunta?
(*) Jesús Benítez, periodista y escritor, fue Editor Jefe del Diario Marca y, durante más de una década, siguió todos los grandes premios del Mundial de Motociclismo. A comienzos de los 90, ejerció varios años como Jefe de Prensa del Circuito de Jerez.
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