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Arabia Saudí enseña los dientes

El reino wahabí está cada vez más alarmado por la creciente influencia del chiísmo iraní en la zona y advierte a Hezbolá que cese definitivamente en sus ataques contra el Gobierno legítimo del Líbano

Bush, recibido por el rey Abdalá, ayer en Riad.
Fuad Abderrahim / Riad

17 de mayo 2008 - 05:03

El llamado por Arabia Saudí como "golpe de Estado" de Hezbolá en el Líbano no sólo ha confirmado el poder militar de esa milicia, sino también ha demostrado la decisión de Riad y de otros países árabes de resistir la creciente influencia del Irán chií en la zona árabe.

Según comentaristas y diplomáticos árabes, la crisis libanesa y el cada vez mayor poderío militar y político de Irán ocupó un destacado lugar en la agenda de las conversaciones del rey saudí Abdalá ben Abdelaziz, con el presidente de EEUU, George W. Bush, durante la visita de éste a Riad después de haber celebrado en Israel el 60 aniversario de la fundación del Estado judío.

En la cuestión libanesa Arabia Saudí y Bush apoyan al Gobierno pro occidental de Fuad Siniora, aunque mantienen diferencias en lo que respecta a Iraq. El monarca saudí, de confesión suní, no apoya el deseo estadoundiense de profundizar relaciones con un gobierno iraquí dominado por chií.

Varios analistas contactados por Efe subrayan cómo ha ido subiendo el tono de las críticas en el reino wahabí a Hezbolá y a sus principales aliados, Irán y Siria, después de que la milicia chií libanesa levantó las armas y se hizo con el control de Beirut, tras el reciente agravamiento de la crisis libanesa.

Asimismo, destacan la preocupación en el reino y en países como Egipto y Jordania, con regímenes y mayoría de población suníes, por la influencia de Irán sobre organizaciones radicales chiíes en Iraq y el Líbano.

Arabia Saudí ha procurado durante meses desempeñar una labor mediadora entre los distintos grupos libaneses y conservar sus contactos con Teherán y Damasco para resolver la crisis libanesa y evitar un conflicto sectario similar al que azotó Iraq y causó la muerte de miles de personas en los últimos años.

Sin embargo, el veterano jefe de la diplomacia saudí, el príncipe Saud al Faisal, manifestó el martes que la paciencia del reino árabe con Hezbolá y sus aliados se está acabando, al reafirmar el firme respaldo de Riad al Gobierno del primer ministro libanés, el suní Fuad Siniora.

El canciller saudí advirtió, además, de que las relaciones de Irán con los árabes "se verán afectadas negativamente" si se comprueba que Teherán ha apoyado el "golpe de Estado" de Hezbolá contra el "gobierno legítimo" del Líbano.

Al Faisal fue aún más claro cuando responsabilizó a Hezbolá de la muerte de decenas de libaneses en los choques de los últimos días con seguidores de la mayoría parlamentaria, y cuando subrayó que Riad y los demás países árabes ofrecerán al "Gobierno legítimo" el apoyo que necesite.

Sus afirmaciones fueron agriamente criticadas por el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, quien las calificó de "nerviosas", y acusó al responsable de la dipomacia saudí de no cooperar con Teherán en sus supuestos intentos de resolver la crisis libanesa.

Aun así, el mandatario iraní insinuó que Teherán no piensa presionar a Hezbolá, al considerar que "la crisis del Líbano es un asunto interno", postura que también había expresado su homólogo sirio, Bachar Al Asad, pese a la evidente implicación de su régimen en la zona.

Las declaraciones de Al Faisal y la respuesta de Mahmud Ahmadineyad fueron seguidas por comentarios en la prensa del reino wahabí con críticas a Hezbolá e Irán, mientras que la televisión saudí por satélite Al Arabiya desarrolla su cobertura de la crisis libanesa bajo el titulo "El golpe de Estado de Hezbolá".

La preocupación por la influencia iraní en la región árabe se remonta a los primeros años de la Revolución Islámica chií (1979), cuando el imán Jomeini mandó al exilio al Sha de Persia y estableció un régimen teocrático en Irán, pero aumentó tras la invasión anglo-estadounidense de Iraq hace cinco años, que permitió a Irán proclamarse como la única potencia militar en el Golfo Pérsico.

Arabia Saudí, Egipto y Jordania han responsabilizado directamente a Hezbolá de la guerra del verano de 2006 con Israel, y calificaron a la milicia chií de "irresponsable" por haber "puesto en peligro a toda la región".

"Irán ha conseguido imponer su influencia política en un gran país árabe como Iraq... ahora lo está intentando con el Líbano, lo que sin duda no permitirá Arabia Saudí", dijo un analista saudí que pidió permanecer en el anonimato. Para este experto, el problema no es sólo la posible expansión chií y los posibles conflictos sectarios que puede originar, sino también los problemas que puede causar para los árabes la existencia de una mayor influencia de Irán en un país vecino de Israel, que Teherán no reconoce y predice su "desaparición".

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