Editorial: El final de un régimen
LA muerte del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, hace presagiar cambios importantes en la vida del país, dadas las características caudillistas de su gobernación. El vicepresidente Nicolás Maduro, que presidió ayer una cumbre de urgencia de los gobernadores y altos jefes militares venezolanos, anunció minutos antes de las once de la noche el fallecimiento del mandatario, fulminado por un cáncer del que fue intervenido en Cuba, cuyo régimen dictatorial le ha inspirado y respaldado en los últimos años. La alianza con el castrismo ha sido, en efecto, vital desde el punto de vista estratégico e ideológico para el mantenimiento en el poder de Chávez, un militar de larga trayectoria y tics autoritarios, aunque a diferencia de los Castro el coronel, tras un intento fallido de golpe de Estado, accedió al poder a través del sufragio ciudadano y ha sido refrendado en las urnas reiteradamente gracias a sus medidas populistas de contenido social y a la división y desprestigio de la oposición. Lo cierto es que Chávez se ha sostenido al frente de Venezuela conservando las formas habituales de un sistema democrático, matizadas por iniciativas antidemocráticas de control de los medios de comunicación de masas y diversos ejercicios de matonismo y presión de sus seguidores. El respaldo de amplios sectores populares no puede ocultar, sin embargo, los tics autoritarios de Chávez y el gran fracaso de su política económica, que ha conducido a la paradoja de una nación dotada de una riqueza petrolífera enorme en la que se dan fenómenos de desabastecimiento y carencias graves. Paralelamente, la subordinación política de Venezuela con respecto a Cuba, cuyos médicos y enseñantes han realizado una importante labor social a cambio del petróleo barato suministrado a La Habana y la penetración castrista en las Fuerzas Armadas, ha llevado a la creación de un frente antiimperialista con Raúl Castro y Hugo Chávez como paladines del colectivismo, reforzados por Evo Morales, Daniel Ortega y Rafael Correa como satélites alineados frente a Estados Unidos y los demás países de economías de libre mercado. En relación con España, Chávez ha hecho compatibles el encargo de barcos de guerra y policía a astilleros españoles con el daño efectivo a empresas de España instaladas en Venezuela. Salvo un cambio brusco en la estabilidad institucional, la desaparición de Chávez debe llevar a la convocatoria de nuevas elecciones generales -la enfermedad le impidió tomar posesión tras su reciente triunfo electoral- en las que un régimen deteriorado que pierde su mayor valor se enfrentará de nuevo a una oposición que nunca ha logrado derrotarlo en las urnas.
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