Geografías e historias de la Rusia pensada por Putin
La Rusia postsoviética es el modelo más depurado de capitalismo oligárquico, cuya suprema regulación se organiza en los pasillos del Kremlin moscovita. La Rusia de Putin es la mejor expresión de sociedad extractiva del planeta: vive de la extracción insostenible de gas y petróleo. La OPEP (Saudíes e Iraníes, asociados por China) le ha regalado la manutención a Putin de su guerra con la disminución de la producción de barriles de petróleo y el consiguiente aumento de precios. Rusia es el mayor Estado del Mundo -caben 34 Españas- sin embargo su superficie improductiva, por mor de su aguda continentalidad y frio desierto, es prácticamente la mitad de su territorio. Geografía muy desigualmente poblada, pero por lo antes referido, de escasa densidad de población, solo 9 habitantes por km2. Moscú concentra el poder, la riqueza oligárquica y extractiva, la población, las expectativas de ésta, la violencia y la agresividad, la carestía de precios y las decisiones del autócrata Putin.
El resumen ejecutivo de la geografía de Putin es un territorio que abarcase la extinta por implosión, U.R.S.S. donde la continentalidad quedase aplacada por salidas francas al mar, las tiene al Ártico –ojo con la hegemonía rusa en el deshielo de dicho océano- y al Báltico -de ahí la construcción palaciega de la segunda ciudad rusa: San Petesburgo en 1703– y al Pacífico con la epopeya transiberiana que le costó a las arcas rusas, entre otras cosas, la venta de Alaska a Estados Unidos. Y lo ha intentado en época comunista al Índico invadiendo Afganistán –sin comentarios–. De siempre, es verdad, Rusia sale al Mar Negro y el
Mediterráneo desde Crimea. Bastión históricamente ruso pero que regaló en una de sus borracheras Kruschev a Ucrania en plena Guerra Fría, 1954. Obvio es decir que todo era Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Rusia es un dilatadísimo cratón continental sin pendientes, llanura monótona sin relieve apreciable –solo la fractura de los Urales nos indica que pasamos de Europa a Asía, según convención geográfica– hasta la
Siberia Oriental. Aquí, el escudo ruso se parte, se abomba o se hunde, originando el embalse de agua dulce (en sus lagos) más potente del planeta tierra –a la par de Canadá– Otra virtualidad geoestratégica de la
Rusia siberiana. Al Norte el Ártico, al Este el Mar del Japón y al Sur las cordilleras alpinas, como el Cáucaso y la estepa centroasiática, sin duda el escudo geopolítico más importante del planeta, entre Rusia, China,
Oriente Próximo y la India.
Hacia Europa no hay barrera ni fluvial ni montañosa, llanura de imperios históricos poderosos, y donde el pensamiento de Putin, no es más que la continuación del primer zar y de su sobrenombre, Iván el Terrible (Siglo XVI): me debo defender, desde la centralidad moscovita, atacando. Esa posición es inherente a la historia de todas las Rusias, sobre todo cuando el nombre del propio país, parece que proviene del denominado Rus de Kiev. Una amalgama de territorios eslavos que franquearon a los escandinavos y que llegaron a dominar un espacio elástico entre el Báltico y el Mar Negro en el siglo IX. Su desaparición por las invasiones de mogoles en el Siglo XIII, originó la primacía del principado de Moscú y el declive del de Kiev. En ello se apoya el pensamiento putiniano para plantear el mismo origen de Ucrania y Rusia; por tanto el de una Gran Rusia con límites en la antigua URSS, donde los eslavos de Bielorrusia, Ucrania y Rusia estuviesen integrados, eso sí, a partir de la rusificación moscovita.
El delirio final para este coctel de geografías e historias, es la reanimación asistida del genocida Stalin por cuanto se quiere hacer ver que la invasión de Ucrania es para defender a sus ciudadanos de nazis apoyados por las democracias liberales de la Unión Europea y la OTAN, que ahora se alarga por Escandinavia. En el pensamiento autocrático de Putin no caben los Estados llenos de ciudadanos sino la lógica territorial de Estados como el suyo, nunca mejor dich, que deben defenderse atacando.
Este relato, para terminar, ha sido asumido por la mayor parte de los Estados autocráticos del planeta. Mejor dicho, de casi 190 estados reconocidos, solo 34 tienen la categoría de democracias transparentes e
inclusivas, con todos sus defectos; pues bien la doctrina Putin es apoyada por la mayor parte de los países asiáticos, nunca han estado tan próximos la China y Rusia, históricamente hablando, pero también por la India, la casi totalidad de África y los gobiernos progresistas de América Latina, que ven en esta invasión de Ucrania una vuelta al dictado de Estados Unidos, un seguidismo europeo por debilidad y temor, en una confrontación bipolar entre China y USA por la hegemonía, que tiene su campo de batalla real en la supremacía tecnológica. Y la vieja Europa otra vez en la cuerda floja.
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