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Un despilfarro para nada

La misión de la Unión Europea para formar una Policía nacional en Afganistán no ha conseguido aún los resultados esperados casi tres años después de su creación

Un miembro de las fuerzas de seguridad vigila los alrededores de un centro comercial en Kabul.
Can Merey (Dpa) / Kabul

01 de mayo 2010 - 05:03

Cuando la Policía de Kabul investiga un delito, los oficiales suelen tomar fotografías de la escena del crimen con sus teléfonos móviles privados y para imprimirlas se dirigen al bazar de la capital afgana.

No sólo no tienen cámaras ni impresoras en su oficina, sino que durante mucho tiempo el sueldo de los policías fue inferior al dinero que reciben los combatientes talibanes.

Su armamento, además, no es suficiente para defenderse. El desarrollo de la Policía de Afganistán, apoyado sobre todo por países como Alemania, no es justamente la historia de un éxito.

Andreas Ladwig, un entrenador de la Eupol, la misión policial de la Unión Europea en Afganistán, viaja a lo largo de los puestos de control del llamado Anillo de Acero, destinado a impedir que los insurgentes entren a Kabul.

En comparación con dos o tres años atrás, la situación de la Policía mejoró bastante, según el oficial de 49 años. Pero las carencias son notorias.

"No hay suficiente equipo, no hay oficinas o comisarías suficientes. No hay armas suficientes", asegura. "Hay escasez de casi todo". En el primer puesto de control, por ejemplo, los policías se quejan de que no recibieron los chalecos antibalas prometidos.

"Por supuesto que uno tiene que tratar este tipo de quejas con pinzas", dice Ladwig. Muchos equipos fueron enviados, pero "luego desaparecen. La gente simplemente vende ciertas cosas", asegura.

¿Cuánto falta para que la Policía afgana pueda ofrecer seguridad sin ayuda externa? "Creo que no antes de los próximos diez años", considera Ladwig.

El fortalecimiento de la Policía aún no es una prioridad para la comunidad internacional, pero son justamente las fuerzas de seguridad locales las que tienen que ayudar al retiro de soldados extranjeros del país asiático.

Para 2014 Afganistán debería tener 134.000 oficiales de Policía. Actualmente hay entre 96.000 y 98.000, según el Ministerio del Interior, que está realizando una encuesta para establecer cuántos de ellos realmente se reportan a trabajar. Una y otra vez los policías desertan y se llevan las armas con ellos.

Pero ese no es el único problema. Según datos del Ministerio, un 16% de los policías dan positivo por drogas en todo el país. Y más de la mitad son analfabetos.

Sin duda, la corrupción es el problema más grande. Para que los salarios de los policías sean competitivos con lo que ofrecen los talibanes, los integrantes de las fuerzas de seguridad recibieron un aumento en diciembre.

De los 60 euros por mes pasaron a los 148 dólares mensuales y un adicional de 30 euros por trabajo de alto riesgo. Un dinero que de todas manera no alcanza para mucho en Afganistán.

En el pasado esos salarios muchas veces incluso no llegaban a los destinatarios. Ahora los policías reciben un mensaje de texto con un código con el que pueden cobrar sus sueldos en un tienda de telefonía.

Pero el sistema tiene fallos. Según un portavoz de la Eupol, un comandante policial se quedó con 53 teléfonos de sus subalternos y fue a cobrar el dinero. Cuando el dueño de la tienda se negó a dárselo, el comandante amenazó con quemarle el negocio.

La unidad anticorrupción de la Eupol intentó someterlo a juicio, hasta ahora sin éxito, ya que no hay un reemplazo para su cargo por falta de personal.

Cuando Rangin Dafar Spanta, asesor de seguridad del presidente Hamid Karzai, visitó el distrito de Marjah en el sur del país, donde la OTAN lanzó una gran ofensiva este año, los residentes locales le aclararon por qué toleran a los talibanes.

"Lo que fue descuidado en los últimos ocho años fue el fortalecimiento y la construcción de las instituciones afganas", agrega, sin escatimar críticas frente a los europeos.

Tres años atrás, la Eupol asumió de Alemania el control del proyecto y la misión aún tiene sólo 290 de los 400 policías y entrenadores previstos. Los proyectos de entrenamiento independientes y de la OTAN trabajan con menos mano de obra de la prevista.

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