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El referéndum de Escocia marcó un hito mundial y cambió la política británica

Resumen 2014

El plebiscito, seguido por todo el mundo con gran expectación, acabó con el triunfo del "no" con el 55% de los votos y la promesa de David Cameron de ceder más competencias a la región.

Escocia rechaza la independencia
Judith Mora (Efe)

31 de diciembre 2015 - 12:23

El histórico referéndum de Escocia, celebrado el 18 de septiembre, marcó un hito internacional y puso en jaque a la clase política británica, que tuvo que ceder más autonomía a los escoceses para impedir la victoria de la independencia. El plebiscito, seguido con gran expectación en todo el mundo y en el que votaron por primera vez los mayores de 16 años, se saldó con el triunfo del "no" por un 55% frente a un 45% del "sí", lo que supuso un duro revés para los independentistas tras dos años de intensa campaña.

La inédita consulta sentó un precedente dentro y fuera de Europa, por la gran movilización social y el tono civilizado de un proceso que culminó con una participación en las urnas de casi el 85%. El 19 de septiembre, al conocer la derrota, anunció su dimisión Alex Salmond, entonces líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP) y ministro principal del Gobierno autónomo, el artífice del referéndum. El líder independentista, cuyo partido gobierna en mayoría en Escocia desde 2011, fue quien firmó el 15 de octubre de 2012 con el primer ministro británico, David Cameron, el acuerdo de Edimburgo, que fijó las bases del plebiscito y dio al Parlamento escocés competencias para regularlo. De haber ganado la independencia, se habría puesto fin al pacto entre Escocia e Inglaterra sellado con el acta de la Unión de 1707, que unía los Parlamentos de ambas naciones en lo que eventualmente sería el Reino Unido.

Al anunciar su retirada, Salmond, que mantiene su escaño autonómico, pasó el testigo del SNP y del Ejecutivo a "su número dos" durante una década, Nicola Sturgeon, que el 20 de noviembre se convirtió en la primera mujer en gobernar Escocia. Sturgeon, que no ha renunciado al sueño de la independencia, afronta el reto de negociar la ampliación de la autonomía, después de que una comisión oficial haya recomendado ceder a Edimburgo una serie de competencias en materia fiscal y electoral. Los tres principales partidos británicos -conservadores y liberaldemócratas, en el gobierno, y laboristas- se comprometieron a traspasar competencias a la región en la recta final del referéndum, en un intento desesperado por impedir la victoria del "sí", que lideraba las encuestas. Está previsto que, en enero de 2015, el Gobierno británico presente un borrador de legislación que abrirá el camino hacia la nueva Escocia y marcará un precedente para el resto de las regiones del Reino Unido.

Pese al fracaso en las urnas, los independentistas del SNP reivindican haber rejuvenecido al electorado escocés, ahora más joven e implicado en política, y arrancado más autonomía para la nación histórica. Durante la campaña, el SNP, que ha triplicado su número de afiliados hasta 92.000, se esforzó a través del grupo "Sí Escocia" en presentar una visión optimista del autogobierno, con la promesa de una sociedad más justa y libre de armas nucleares. Por contra, la campaña favorable a la permanencia en el Reino Unido, "Mejor Juntos", optó por subrayar los riesgos de la secesión, y contó con la ayuda de la clase empresarial británica, que salió a última hora a advertir a los ciudadanos de que perderían poder adquisitivo. La incertidumbre económica y sobre la libra esterlina -que los independentistas reclamaban pese a la negativa de Londres-, así como el temor por las pensiones y a una posible fuga de empresas, pesaron en la decisión final de los escoceses, que se dejaron seducir por la promesa de una mayor autonomía.

Además de considerarse un referente democrático, el referéndum de independencia ha transformado a la sociedad escocesa, más vehemente a la hora de reclamar sus derechos, y cambiado para siempre el panorama político británico. En su avance entre el electorado, el SNP robó votos al Partido Laborista escocés, que ha quedado sumido en una crisis interna que amenaza con socavar las opciones del Partido Laborista británico en las elecciones generales de mayo de 2015. por otra parte, lejos de asumir calladamente su derrota, los independentistas de Sturgeon se han propuesto la meta de conquistar el Parlamento de Londres en esos comicios, cuando aspiran a obtener suficientes escaños para ser claves en la formación de un gobierno si ningún partido nacional saca mayoría. En cuanto a Alex Salmond, podría presentarse a uno de esos escaños, lo que significaría su regreso al ruedo político nacional.

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