La violencia en el Líbano reaviva el temor al contagio de la crisis siria
Tras una relativa calma, los combates entre suníes y alauíes se reanudan con intensidad en Trípoli tras la muerte de un jeque por los disparos de un francotirador
La violencia entre partidarios y detractores del régimen sirio en Trípoli, la mayor ciudad del norte del Líbano, reavivó ayer los temores a un contagio de la crisis siria al país vecino, pese a los intentos de las autoridades de alcanzar una tregua.
Después de una relativa calma desde el miércoles, los combates se reanudaron con intensidad para dejar paso más tarde a la acción de los francotiradores entre los vecinos de Bab el Tabbaneh, de mayoría suní, y Yabal Mohsen, mayoritariamente alauí, secta chií a la que pertenece el presidente sirio, Bashar al Asad.
El detonante de los nuevos choques fue la muerte en la madrugada de ayer del jeque suní Jaled el Baradie, de 28 años, por los disparos de un francotirador.
Además del clérigo, ayer fallecieron otros dos hombres, que resultaron heridos de gravedad el jueves, por lo que, según fuentes policiales, el número de víctimas desde el comienzo de los choques el pasado lunes alcanza ya los 13 muertos y 146 heridos. En la refriega llegaron a caer obuses sobre áreas alejadas de los barrios conflictivos, señalaron las fuentes.
Dos periodistas de la televisión Sky News Arabia, una canadiense identificada como Miriam Moon, y un libanés, Husein Nahle, resultaron heridos por los disparos de otro francotirador, en la pierna y la cabeza respectivamente, aunque su vida no corre peligro.
Los milicianos, que emplean armas automáticas y lanzacohetes, provocaron numerosos incendios en los dos barrios, de donde han huido muchas familias.
Mientras, elementos armados y enmascarados quemaron al menos seis negocios en Trípoli, cuatro de ellos propiedad de alauíes, según las televisiones libanesas, que mostraron esos lugares calcinados.
"Está claro que los prosirios no quieren detener los choques y por eso se dedican a la caza del hombre y a los bombardeos nocturnos. Hacen todo lo que está a su alcance para que la situación degenere", dijo el diputado Ahmad Fatfat, residente en Trípoli.
El parlamentario se mostró muy pesimista, ya que "si no detienen ahora esta situación y se instaura el alto el fuego, la situación se deteriorará completamente y será muy difícil después lograr una pacificación".
Pese a vivir relativamente alejado de los combates, Fatfat reveló que el edificio donde reside también recibió impactos de balas y confía en que el Ejército, que se desplegó de forma masiva en la ciudad, pueda lograr pacificarla.
Trípoli, escenario en muchas ocasiones de tensiones entre las diferentes sectas y clanes que componen su población, está tomada por patrullas móviles y fijas de las Fuerzas Armadas mientras soldados con el dedo en el gatillo permanecen resguardados tras los tanques.
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