Barbate se mira en el Cabo de Plata
Acaba de terminar la temporada de atunes y en Barbate ya han montado otra almadraba que ha conseguido capturar a 30.000 festivaleros de toda España. Barbate exporta desde hace décadas 'oro rojo' a la meca de los sibaritas del sashimi y a partir de ahora quiere importar locos por la música en directo concentrada en pocos días y en miles de vatios. El Festival Cabo de Plata 2016, que arranca esta misma tarde con un amplísimo cartel de atractivo nacional, parece haberse convertido en el espejo en el que quiere mirarse a partir de ahora la localidad jandeña. Y en una promesa de millones de euros de ingresos para un municipio que los necesita. Por eso, pese al polémico pistoletazo de salida que ha tenido el montaje, el evento levanta pasiones incondicionales. Algunas, muy pocas, no entienden de razones. Ni siquiera si se informa en favor de la conservación de una de las joyas del término municipal, el Parque Natural de La Breña y Marismas del Barbate. O de la propia seguridad de los visitantes en plena época de alto riesgo de incendios forestales.
"Esto es lo mejor que ha hecho por Barbate en toda su historia un alcalde con dos pelotas", comenta un hostelero evidentemente privilegiado por la ubicación del evento que prefiere permanecer en el anonimato. El andalucista Miguel Molina es en estos días quizá el hombre más popular de todo Barbate. Y el más criticado fuera, según se mire. Si todo sale bien, no cabe duda de que se habrá ganado a sus vecinos. Y a sus votantes. En el mítico bar LaEstrella Polar -hoy bajo nueva dirección- también dicen estar encantados con el festival y esperan empezar la temporada alta playera como ningún año. Con amabilidad y mucho sentido común explican que "no es que haya despertado críticas entre algunos vecinos, sino cierto temor, porque el parque natural de La Breña es nuestra joya más preciada". Y están encantados con el "público maravilloso" que les está llegando. "Todo los que venga para quitar la mala fama que tenía el pueblo antaño es bienvenido", celebran. En otro bar, sin embargo, reciben a los los periodistas con cajas destempladas.
En cualquier caso, Barbate vivía ayer el principio de una fiesta que, por encima de las irregularidades sancionadas por la Junta de Andalucía, de las denuncias de los ecologistas y de los temores en materia de seguridad expresados por la Subdelegación del Gobierno, se va a prolongar durante los próximos tres días. De hecho, María, una enfermera malagueña, viene a celebrar aquí su fin de carrera con veinte amigos más. Espera sus acreditaciones a la puerta del recinto con un equipaje colectivo que parece previsto para sobrevivir un mes entero. Acamparán junto al recinto principal: "una acampada ilegal sin la autorización preceptiva", según la Junta de Andalucía, y "una zona de descanso habilitada con permiso del Ayuntamiento en suelo urbanizable municipal", según la organización. Un grupo de amigas valencianas amantes tanto de la buena música como del confort han preferido alojarse en una casa rural de La Breña y comer en El Campero. "Teníamos reserva en la zona de glamping, pero se eliminó, pedimos la devolución de las entradas y compramos otras", cuenta una.
Acompañados por Antonio Romero, uno de los responsables del festival visitamos la zona de acampada Atlas. En un pinar suburbano bastante seco, con áreas hasta hace poco con escombros y colindante más arriba con el parque natural, se apiñan cientos de tiendas de campaña de las de lanzar y montar. Alojarán a miles de personas. Antonio segura que se ha retirado gran cantidad de basura, que disponen de su propio servicio de reciclaje y retirada -incluso en la playa-, que se ha abierto un cortafuegos y un camino perimetral y en que hay previsto un plan de prevención y evacuación en caso de incendio del que se ha informado a los visitantes mediante carteles y folletos. Preguntamos a un grupo de festivaleros que nos pide una foto. A estos no les suena lo del folleto. Antonio insiste en que disponen de extintores y de palas y en que también estará en activo el dispositivo del Plan Infoca. Pero sobre todo, en que han "cumplido con todas las medidas correctoras que impuso la Junta Local de Seguridad, en especial la apertura de un camino perimetral por donde pudieran entrar bomberos y ambulancias". Por esto les pueden caer 240.000 euros de multa.
Una de las medidas en la que más incide es en la habilitación alrededor del pueblo de siete pueden aparcamiento "donde caben de sobra los coches que van a llegar aquí". Los festivaleros de la zona de acampada Atlas "llegan a pie al recinto y los de Terra -al otro lado del pueblo- lo hacen a bordo de autobuses lanzadera". Antonio también hace hincapié en la constante información a través de las redes sociales de las normas a cumplir dentro del recinto y en los registros en el control de entrada. "Nuestro personal está permanentemente pendiente de que nadie meta vidrios, ni infiernillos, ni ningún objeto que no esté permitido", recalca. Dicen tener a 300 personas empleadas en la seguridad."Acumulamos una experiencia de siete años organizando los festivales más masivos de este país, como el Viña Rock, el Arena Sound o el Granada Sound y somos los principales interesados en que todo salga bien", argumenta.
También te puede interesar