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El alumnado del CEIP San Ignacio de San Fernando medirá la capacidad de secuestro del CO2 en el Parque Natural de la Bahía de Cádiz

Medio ambiente

La iniciativa se integra en el programa 'Andalucía, mejor con ciencia', impulsado por la Fundación Descubre

Vista del Parque Natural de la Bahía de Cádiz desde Caño Herrera. / Rioja
E.P.

04 de mayo 2022 - 21:35

Cádiz/El alumnado de la Ecoescuela CEIP San Ignacio de San Fernando analizará en su entorno más cercano, el Parque Natural Bahía de Cádiz, medir la capacidad de secuestro de CO2 de estos ecosistemas. La iniciativa está integrada en el programa regional 'Andalucía, mejor con ciencia', impulsada por la Fundación Descubre, supone la implicación activa de una comunidad para dar respuesta a un problema cercano con acciones basadas en el conocimiento.

En una nota, la Fundación Descubre ha recordado que el carbono azul es aquel capturado por los océanos y los ecosistemas costeros. Dentro de estos últimos, las praderas marinas se consideran grandes sumideros de este tipo de carbono. Las plantas acuáticas retiran de la atmósfera, de manera continua, dióxido de carbono, un gas que provoca el temido efecto invernadero, causante del cambio climático.

Bajo el nombre 'Atrapa-azules' el proyecto se ha presentado este miércoles en el salón de grados de la facultad de Ciencias del Mar de la Universidad de Cádiz. El acto ha contado con la asistencia del director del Parque Natural Bahía de Cádiz, Rafael Martín, los concejales del ayuntamiento de San Fernando del área de educación, Antonio Rojas, y políticas sociales, Virginia Barrera, el responsable de Medio Ambiente de Navantia, Jorge Sánchez, y representantes del centro comercial Bahía Sur.

El alumnado ha presentado las acciones que desarrollarán en el proyecto, que contarán con la asesoría científica de la investigadora del grupo estructura y dinámica de ecosistemas acuáticos de la Universidad de Cádiz, Rocío Jiménez y el coordinador en la Ecoescuela CEIP San Ignacio, José Luis Romero.

El proyecto abundará en qué es el carbono azul y su incidencia frente a la emergencia climática actual. Tras este análisis inicial, desarrollará estrategias de información sobre el papel del entorno del Parque Natural Bahía de Cádiz como sumidero de CO2. La idea es diseñar un plan de acción que preserve este ecosistema.

Esta iniciativa se enmarca dentro de la denominada ciencia ciudadana. Se trata de una nueva forma de generar conocimiento científico donde la metodología involucra a la sociedad en el proceso científico para proporcionar resultados.

En este viaje activo y participativo, trabajan de forma coordinada comunidad educativa y científica, junto con agentes sociales. En este caso, los estudiantes de sexto de primaria de la Ecoescuela CEIP San Ignacio se convertirán en científico-ciudadanos. Descubrirán cómo aplicar el método científico en la resolución de un problema ambiental, con los recursos propios de su entorno: las praderas submarinas.

Para ello, explorarán las ventajas de conservar aquellos ecosistemas de carbono azul para frenar las emisiones provocadas por la quema de combustibles fósiles. En esta combustión, se libera a la atmósfera dióxido de carbono, gas de efecto invernadero, lo que está provocando el cambio climático. Las plantas ayudan a mitigar este proceso, ya que mediante la fotosíntesis, toman esos gases del medio y son capaces de enterrar parte del carbono en los sedimentos marinos durante miles de años.

En este papel de 'secuestradoras' de carbono, las plantas marinas no son tan conocidas como las terrestres. Sin embargo, la superficie de estas praderas en la Bahía es destacada. "Contamos con 21,53 km2 de praderas marinas en Cádiz", ha detallado la investigadora de la Universidad de Cádiz, Rocío Jiménez, asesora del proyecto Atrapa-azules.

Asimismo, ha precisado que no sólo destaca su extensión, también su efectividad en la retirada de gases de efecto invernadero de la atmósfera. "Las plantas del saco interno de la Bahía son capaces de secuestrar el dióxido de carbono de todo los turismos censados en la ciudad de Cádiz si estuvieran andando durante un año. Son cifras altísimas", ha subrayado.

Además de convertirse en 'luchadoras' contra el cambio climático, por su secuestro de carbono, suponen también un 'oasis de biodiversidad'. "Una hectárea de praderas submarinas genera un kilo de organismos con interés comercial para la pesca", ha apuntado.

El alumnado de la Ecoescuela CEIP San Ignacio pretende evidenciar el papel de estas extensiones en su zona, para que la ciudadanía las valore y proteja de sus amenazas como son el anclaje de barcos o el marisqueo. Para ello, al final del proyecto elaborarán un informe que cuantifique cuánto dióxido de carbono acumulan en la Bahía y, por tanto, su contribución a frenar la emergencia climática actual.

Por el momento, ya ha configurado grupos de trabajo y han delimitado cuatro áreas de estudio para comprobar las diferencias de vegetación marina en cada una de ellas. Se trata de una antigua salina, ahora sin producción salinera; una zona rocosa, que abarca desde el centro comercial Bahía Sur hasta la punta Cantera; un área de playa fangosa y las propias praderas marinas visibles en época de bajamar.

"También estamos elaborando una guía de recogida de muestras en estos escenarios, tras una demostración de los asesores científicos en el centro, donde los estudiantes visualizaron especies de plantas y algunos animales asociados a ellas, para identificarlas, comprender sus funciones y, sobre todo, tocarlas. Asimismo, se familiarizaron con el instrumental necesario para el trabajo submarino", ha apuntado el coordinador del proyecto José Luis Romero.

Partiendo de estos conceptos, los alumnos han visitado los laboratorios de la Facultad de Ciencias del Mar, para comprobar qué experimentos tienen ya en marcha los investigadores que aplican estas plantas en la lucha contra el cambio climático.

Tras esta primera aproximación, pasarán al estudio de campo. En él, durante la época de bajamar, recorrerán estas praderas y recogerán muestras, siguiendo el protocolo definido por los expertos, donde se clavan largos cilindros en la arena para perforar distintas capas de terreno.

A continuación, se calculará el carbono azul capturado. "Cada trocito de tierra correspondiente a cada estrato, se pesa y se va secando a diferentes temperaturas. Mediante una serie de ecuaciones y los pesos de estos fragmentos, se puede llegar a conocer el carbono recogido, que hay enterrado en esos sedimentos. Es el carbono azul", ha explicado Rocío Jiménez.

Finalmente, la Fundación Descubre ha señalado que el proyecto incluye también una fase de divulgación de los resultados. Además de plasmar el conocimiento adquirido en un informe, la comunidad educativa difundirá las conclusiones de su investigación a las familias y asociaciones vecinales de la localidad de San Fernando, también a través de canales de difusión como los medios locales.

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