"Esperanza prefería morir viajando por el mundo antes que de vieja en su casa"
humberto jiménez. arquitecto municipal y hermano de la fallecida
El puerto/La familia de Esperanza Jiménez Ruiz se encuentra en un compás de espera para poder despedirse de ella, tras fallecer de forma trágica por el disparo de la Policía de Brasil después de visitar la favela Rocinha. La familia, muy conocida y querida en El Puerto, se mantiene en comunicación con su hermano José Luis, dueño de la céntrica agencia inmobiliaria Jiménez Ruiz, en la que ella trabajó durante años, y quien también le acompañaba en el viaje, al igual que su cuñada, cuando recibió el fatídico disparo del policía brasileño. Ayer, con la ciudad consternada por el suceso, este periódico pudo hablar con el arquitecto municipal Humberto Jiménez, uno de los hermanos de Esperanza, que confirmó que en Río de Janeiro están solucionado los papeles para la repatriación del cuerpo, y cuando se completen los trámites regresarán a la ciudad para oficiar el funeral. Las autoridades brasileñas están además realizando la autopsia.
La triste noticia ha causado un hondo pesar entre sus allegados y amigos, aunque Humberto Jiménez asume que de alguna forma el riesgo estaba implícito en el espíritu viajero de su hermana. "Prefería morir viajando antes que de vieja en su casa", se consolaba ayer. Y es que Esperanza era un tipo de persona aventurera, una trabajadora incansable en la agencia inmobiliaria de la familia, y le apasionaban los viajes y entablar amistad con la gente. "A ella le gustaba la aventura; acababa de regresar de África, donde estuvo durmiendo en tiendas de campaña, jugándose la vida con los leones, y cuando volviera de Brasil tenía previsto ir a Estados Unidos y después a Alemania", señala Humberto. Siempre le gustó además buscar la faceta cultural en sus viajes y le encantaban los idiomas, de los que dominaba varios. Había vivido en varios países; Ecuador, Perú, Inglaterra, Italia... "viajando muchísimo". Conocía además toda Sudamérica y en Brasil ya había estado antes, aunque esta vez la estancia formaba parte de un viaje más amplio por Perú y Argentina.
Pese a sus viajes constantes, no era difícil encontrarla por el centro de El Puerto, incansable en sus actividades. "Conocía gente de todos lados. Era una persona que llenaba cualquier espacio; contaba chistes y anécdotas y cualquier fiesta era distinta si estaba o no estaba Esperanza. Fue la primera que en El Puerto se puso pantalones. Tenía un temperamento fuerte, pero agradable y educado", evoca con cariño su hermano.
En estos días llegarán a la ciudad la mayor de las hijas de Esperanza, Nieves Gago Jiménez, de 36 años, que reside en Alemania y trabaja para la farmacéutica Bayer; y María Gago, de 32, que estaba de viaje en Indonesia y recibió la triste noticia cuando volvió a Madrid.
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