Miguel Poveda triunfa en "tierra divina"
Música
El artista catalán abre los grandes conciertos de Bahía Sound en San Fernando con una noche de copla, piropo a Andalucía, Camarón y flamenco
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San Fernando/Tenía todos los ingredientes para que fuera todo un éxito ya antes de empezar: un público dispuesto a la entrega, un artista "con ganas" de pasárselo bien, la presencia de un paisano entre los músicos, la adoración a Camarón y la esencia flamenca impresa en el cante del protagonista –aunque ofrezca una canción andaluza–. Y el concierto no defraudó Miguel Poveda entró a escena pisando fuerte y terminó a la grande, con el triunfo en sus manos, en su garganta. Venció en "tierra casi divina".
En dos partes diferenciadas divide su propuesta el cantante catalán. En una transita "por lugares que me gustan". Abre el cantante catalán con la copla La senda del viento, y continúa con Canción de Andalucía para avanzar por un popurrí lorquiano (Los cuatro muleros, Los peregrinitos, Anda jaleo). "Canción andaluza", "Federico" y "el piropo a Andalucía" reconoce tras esa apertura en la que se dirige al público y se refiere Jesús Guerrero, el isleño que le acompaña a la guitarra, al que deja espacio para que luzca, para que muestre su maestría.
Nada más acaba de empezar y todos los condicionantes que adelantaban un resultado prometedor antes de que sonaran los primeros acordes están ya sobre el escenario: Lorca, Camarón, flamenco, la mención a la tierra. Aun no ha cantado un palo flamenco pero la voz de Poveda lo adelanta. Esa voz grandiosa, en los piano y en los quejíos, cuando toca hacerse chiquitito y en los momentos de explosión.
Se acuerda de Manolo Sanlúcar, lanza un beso al cielo, y su composición para Andalucía, esta región que siente y que conoce rodeado de andaluces como creció en su barrio de Badalona. Se rinde a Camarón: "¡Qué alegría estar aquí! Tierra bendita, mágica, casi divina porque aquí nació un dios". Se rinde a lo que significó para el flamenco: un antes y un después, "cambia el mundo del flamenco". "Espero estar a la altura", desea ante el micrófono, marcado por la responsabilidad.
En esta mitad del concierto tiene tiempo de acercarse a temas candentes, muy actuales. Recurre a un tema de finales de los años 80 como El gran varón para reivindicar que "no se puede corregir a la naturaleza", un verso de la canción que Poveda hace suya. Canta Padre, de su último disco, Diverso, para advertir del daño al planeta por el cambio climático, sobre el calentamiento, una composición originalmente en catalán de Joan Manuel Serrat de los años 70 que le ha permitido esta traducción al español.
Cierra este bloque con la canción andaluza, "con los arreglos de Joan Albert Amargós", destacaba: la reconocible Mi amigo de Rafael de León, Aurora y Te lo juro yo. Y como broche final un homenaje a las canciones que creció escuchando, aquellas que ocultó durante mucho tiempo cuando hacía entrevistas, aquellas que sonaban en el radiocassette que se bajaba "a la fresca", al rellano de su casa con las sillas de la playa y las vecinas, para el critiqueo. "¡Que viva el critiqueo!... sano", proclama mientras cuenta las anécdotas de esa vida en la que su madre adoraba a Juan Villar y Chiquetete y él escuchaba a Tijerita o Zíngaro. En esta ocasión se decide por Otro camino, de Los Chichos.
A esas alturas el público ha aplaudido a reventar, le ha ovacionado y se ha puesto en pie en varias ocasiones. También le ha gritado, mucho. "¡Qué guapo estás, Miguelito!" o "¡qué arte más grande, hijo!", entre otros muchos comentarios. "¡Qué buena voz, qué alegría!", responde el artista entre risas. La respuesta de los asistentes será máxima en la segunda parte, aquella en la que el flamenco se hace presente, con su silencio al empezar por seguiriyas y soleás (también bulerías), con sus jaleos en el momento de las alegrías (cantiñas y bulerías de Cai), con su acompañamiento al compás con las bulerías de Jerez que cantó junto a Encarna Anillo o con la sonrisa en los tangos al verlo salir a bailar.
Termina la velada de nuevo con Lorca y Camarón, con La Leyenda del Tiempo. Mientras se despide y le piden que siga ofrece trocitos de coplas que algunos ya escuchan mientras salen del recinto.
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