El Parque de Grazalema, un gran espacio para el negocio ecológico
Al amparo de este enclave florece una variada actividad productiva que busca el equilibrio con la conservación · Unas 10.000 hectáreas de montes públicos se aprovechan para el pastoreo del ganado
Los parques naturales perderían diversidad ambiental si de un plumazo desaparecieran una serie de actividades económicas ligadas íntimamente a estos espacios protegidos.
El Parque Natural de la Sierra de Grazalema aspira a ser un espacio de oportunidades para la floreciente producción ecológica porque garantiza el futuro del medio y el de las poblaciones que lo habitan. A su abrigo trabajan un puñado de empresarios dedicados al sector agroindustrial ecológico que empiezan a despuntar en el panorama gaditano. Reclaman el reconocimiento social y el de las propias administraciones por sus actividades, cuyo valor añadido no es otro que la conservación de un modo de vida y unos usos culturales.
Son ganaderos, agricultores, recolectores de miel, queseros, olivareros, artesanos y operadores que no sólo tienen que estar pendientes de dar la talla por las certificaciones que consiguen en ecológico (nada de químicos y sí usos tradicionales unidos a la innovación) sino también por combinar sus actividades dentro de los planes de desarrollo sostenible en los espacios protegidos propuestos por la Junta de Andalucía.
Por eso, la Asociación del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE), que preside Francisco Casero, lanza un mensaje: es posible la conservación y la producción en este tipo de contextos. Pero hace falta la implicación pública para agilizar los trámites burocráticos, que desalientan a más de un operador. "Necesitamos una administración rápida para dar los permisos. No puede ser igual para una industria profesional que para un productor artesano", apostilla Casero.
Este organismo recuerda, por ejemplo, que este año han desaparecido en Andalucía unas 5.000 explotaciones ganaderas. Y da la voz de alarma: "No es viable el monte mediterráneo sin el ganado", advierte Casero.
Una de las actividades más reconocidas en Grazalema es la cría de ganado bovino, ovino y caprino, con razas autóctonas como la cabra payoya o la oveja merina. Sería casi impensable mantener el ecosistema sin la ganadería ecológica en el parque. "Sería poco diverso. Habría menos acervo cultural y menos vinculación de los habitantes a este espacio", reflexiona el director del Parque de Grazalema, Miguel Ángel Maneiro.
La Consejería de Medio Ambiente comenzó en 2003 una estrategia sostenible para poner a disposición de ganaderos los montes públicos de su propiedad para el pastoreo. Hoy en día, casi 10.000 hectáreas de superficie dentro del parque se destinan para el aprovechamiento de pastos para el ganado ecológico. Estos montes públicos se reparten entre los municipios de Grazalema, Villaluenga del Rosario, Benaocaz, Zahara de la Sierra y Ubrique. Pero todavía hay mucho trabajo pendiente por parte de los poderes públicos para ayudar a canalizar la comercialización y la promoción verde. Los consumidores finales son la pieza clave y tienen por delante un ejercicio de concienciación para introducir criterios ecológicos en el consumo en beneficio de la propia salud, seguridad alimentaria, conservación del medio y lucha contra el cambio climático. Por ejemplo, en 2007, según la Junta, la agricultura ecológica evitó, en Andalucía, más de 100.000 toneladas de emisiones de CO2.
La provincia gaditana cuenta en la actualidad con un total de 106.476 hectáreas de terrenos dedicadas a este tipo de producción, que le ha ganado la batalla a fertilizantes artificiales, abonos químicos. Están implicados un total de 630 operadores en la provincia, que defienden unos parámetros productivos libres de artificios.
Algunos de ellos trabajan en el parque de Grazalema, que cumple este año el 30 aniversario de su declaración como Reserva de la Biosfera, y que se erige en horizonte de alternativas económicas sostenibles. Al respecto, la consejera de Medio Ambiente de la Junta Cinta Castillo, reivindicó esta semana en la Sierra gaditana la importancia de no olvidar la transversalidad ambiental en la práctica agropecuaria y la repercusión en los entornos. "Tenemos la obligación de defender los intereses de los habitantes en los espacios protegidos. Para ello estamos adaptando la normativa", concluyó la consejera.
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