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Los primeros atunes del año llegan a Barbate

La primera 'levantá' de la campaña deja 30 ejemplares y un total de 6.600 kilos

10 de ellos se repartirán por la provincia y el resto viajará para el resto de España y el mercado asiático

Un atún llegó a pesar 344 kilos

Uno de los ejemplares capturados ayer./Lourdes de Vicente
Texto: Pedro M. Espinosa / Vídeo: Lourdes De Vicente

25 de abril 2018 - 08:57

Barbate/Dicen que los atunes son unos bichos poco inteligentes. No sé yo. Porque al menos los capturados ayer en la almadraba de Barbate vendieron cara su piel. La primera levantada de la campaña, levantá en argot marinero, fue inusualmente larga hasta para los propios almadraberos, y dejó momentos inéditos, como que tres delfines se colaran hasta el mismísimo copo, el corazón del laberinto de redes de este arte milenario, casi en una muestra de solidaridad hacia sus compañeros plateados de aletas amarillas. Fueron seis horas en el mar las que un equipo de Diario de Cádiz pasó en compañía de los almadraberos, del personal de las firmas Petaca Chico y Ricardo Fuentes, cuya sociedad tiene la concesión de la más grande de las cuatro almadrabas gaditanas, disfrutando de uno de los mayores espectáculos de los siete mares.

Tras semanas preparando el entramado de redes por el que los atunes se adentran en busca de su perdición, ese mismo destino que trae riquezas a la comarca de La Janda, ayer llegó el momento de la primera levantá, una ceremonia que, no por tradicional, pierde un ápice de su belleza y emoción.

"Esperamos tener una buena campaña. Hay mucho atún, y aunque el aumento de la cuota ha sido muy escaso, apenas un 17,9%, nosotros hemos hecho nuestra tarea para que la almadraba de Barbate pueda prolongar esta campaña al máximo". Quien así habla es Pedro Muñoz, gerente y consejero delegado de Pesquerías de Almadraba SA, la firma participada por Petaca Chico y Ricardo Fuentes. Lo que quiere decir Pedro es que ya ha cerrado acuerdos con pesquerías como la vasca para comprar sus derechos de pesca de atún, así que Barbate podrá, al menos, doblar su cuota, que para este año estaba fijada en 357 toneladas, de las 1.293 que se repartirán las almadrabas de la provincia.

En la primera levantada se capturaron 30 ejemplares espléndidos de atún rojo salvaje. El primero de ellos, que fue izado a bordo pasadas las cuatro y media de la tarde, pesó 187 kilos, pero luego llegaron algunos atunes enormes, como el tercero, que fue abatido por las luparas de los buzos y que dio un peso de 344 kilos. En total fueron 6.600 kilos los que la almadraba de Barbate pudo capturar en un día complicado. La dificultad vino dada porque los atunes llegaron a darse la vuelta hasta en dos ocasiones cuando estaban a punto de pasar del bordonal al copo, la última parte de la almadraba y la única cuyo suelo no está anclado al lecho marino. Esto hizo que una operación que habitualmente tarda una hora se prolongara más de tres. Sin embargo, la profesionalidad del capitán de la almadraba, a la hora de dirigir las operaciones, y de todo el equipo humano dirigido por Pedro Muñoz, hizo que a la tercera fuera la vencida y la prometida cosecha de atunes llegara puntual a su cita en la última semana de abril, el momento que históricamente se fija para iniciar las capturas de los atunes que quieren llegar al Mediterráneo para criar.

De los 30 atunes capturados ayer, 10 de ellos serán vendidos en el mercado provincial, mientras que el resto se repartirá por toda España. Para su mejor conservación, nada más ser subidos a la Testa, que es cómo se denomina al barco que se sitúa frente a la Sacá, que es donde está el grueso de los marineros tirando de las redes, a los atunes se les corta la cabeza, se les saca las tripas y se les sumerge en unos recipientes con agua salada y hielo. Allí también va su cabeza, que tiene algunas partes sabrosísimas, como el mormo, el contramormo, el galete o la facera. El quitarles la cabeza y las vísceras tiene como objetivo acelerar su pérdida de calor corporal para que alcancen cuanto antes un grado de conservación ideal hasta llegar a las naves de Petaca Chico, donde los ejemplares son congelados a -65 grados, manteniendo todas sus propiedades y evitando que el temido anisakis puede hacer su aparición.

El gerente de Petaca Chico reconocía que la preparación de la campaña ha sido complicada. "Ha habido muchos temporales al principio de la temporada, ha sido duro, esa es la verdad, lo hemos pasado mal, pero ya tenemos la almadraba calada al cien por cien y hemos podido hacer la primera levantá, donde hemos capturado unos atunes espléndidos".

Muñoz puntualizaba que para hacer una primera cata del producto mandan tres o cuatro ejemplares a cada zona: "Se quedarán atunes por Barbate, por Conil, en restaurantes como La Fontanilla, y también vamos a mandar alguno al mercado asiático para comprobar cómo se encuentra este año".

Por último, aseguró que no pierde la esperanza de que en un futuro cercano puedan recuperar la cuota de pesca que tenían antes de que en 2006 arrancaran las restricciones en el sector, y que eran de 1.585 toneladas. "Según nos comentan nuestros representantes, para el 2020 está previsto llegar a un stock de 36.000 toneladas, lo que nos permitiría acercarnos a esa cifra que teníamos cuando fueron las propias almadrabas las que alertaron de que la especie estaba en peligro. Ahora por fortuna estamos viendo como se ha recuperado y no hay motivos para que sigan manteniendo ese principio de precaución", dijo.

En los últimos años, una vez capturada la cuota, las cuatro almadrabas gaditanas sueltan miles de atunes de sus redes. Los 30 primeros que cayeron ayer en ellas no tuvieron esa suerte, aunque servirán para dar más a conocer un producto que es considerado un manjar en cada vez más lugares. De hecho, Petaca Chico tiene previsto realizar 80 ronqueos por todo el territorio nacional este año. Alberto Sánchez Muñoz, responsable de márketing y relaciones públicas de la empresa, relata que tienen multitud de peticiones de grandes superficies. "Es un buen reclamo no sólo llevarte un producto de primera calidad a tu casa sino ver como un experto lo trocea delante de ti, explica sus partes, la mejor forma de cocinarlas... Hemos llegado a llevar un atún de 200 kilos a un supermercado para ronquearlo y a la hora ya se había vendido".

La almadraba de Barbate da trabajo a unas 80 personas directamente, más el personal de tierra y la flota que refuerza la plantilla para alimentar a los atunes que pasan a las piscinas de engorde. En este año además la almadraba de Barbate contará con seis piscinas de engorde donde podrá pasar a los ejemplares destinados sobre todo al mercado asiático y que podrán ir sacrificando según la demanda.

Entre los almadraberos hay gente tan veterana como Antonio, de Badajoz, trabajador de Ricardo Fuentes y que se encargó ayer de preparar a los atunes antes de introducirlos en las cubas de plástico con hielo y agua salada. "Es un trabajo duro, pero llevo haciéndolo desde hace 30 años y estoy acostumbrado", decía un Antonio con el rostro salpicado de sangre de los túnidos. Un rojo tan brillante como la de su carne, que trae riquezas a la provincia de Cádiz casi desde que el mundo es mundo.

Un consejero delegado que predica con el ejemplo

Cuentan que Napoleón solía usar una camisa de seda roja en las batallas para que sus soldados no percibieran la sangre si era herido. A Pedro Muñoz, Pedro Petaca para los amigos, le gustan las camisas celestes, pero porque no le preocupa que se manchen de sangre de atún, de salitre, del sudor de un hombre hecho a sí mismo y que ha pasado de vender pescado por La Janda en una furgoneta a ser el mandamás de la almadraba de Barbate. Es extraño ver a un consejero delegado, a un gerente de algo, trabajando como uno más, moviendo las cubas donde se almacenarán los atunes, baldeando la cubierta, dando indicaciones a los buzos, a los patrones de los barcos, ayudando a trasladar los atunes del mar a los barcos, y todo eso mientras concede entrevistas a los medios de comunicación, atiende a los observadores de la Secretaría General de Pesca, a los inspectores de Inspección Pesquera y gasta broma con sus hombres, con sus pescadores, con los que lo llaman Pedro, Perico, con esa misma naturalidad con la que él salta de un barco a otro para limpiar con agua salada a los atunes o repartir mejor el hielo. "Mi padre me dijo que en la vida de nada sirve llorar, hay que pelear para ganar". Y de eso, de pelear, Pedro Muñoz tiene un máster que no se regala en ninguna universidad.

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