¿Qué habría sido de Rachid?
La historia de un joven marroquí al que el Puerta del Mar salvó la vida
"¿Sabéis que en Marruecos la sanidad para los extranjeros no es gratuita? Ellos sí que saben. España es el burdel y el parque de atracciones de Europa y la hermanita de la caridad del Tercer Mundo. Mientras, nosotros a pagar y a quedarnos fuera de las ayudas que pagamos con nuestros impuestos". Este cruel comentario troll de internet figuraba debajo de una información aparecida en este medio en abril de 2010 en el que se contaba la odisea de un joven marroquí de 18 años, Rachid, que acababa de ser operado a corazón abierto. Sus válvulas no funcionaban. Si no hubiese sido operado, sus posibilidades de seguir con vida eran ínfimas.
Rachid vino de Tánger siendo un niño. Cuando se descubrió su dolencia, había superado la mayoría de edad por unos meses. No tenía trabajo. Con la nueva normativa, el SAS se tendría que haber desentendido. No se sabe muy bien cuánto pudo costar su operación en el hospital Puerta del Mar. Seguramente mucho dinero. Incluso vino un cardiocirujano francés especialista en este tipo de operaciones. Esa cantidad, seguramente, nos la podríamos haber ahorrado. ¿Por qué no? Podríamos hacer caso a ese comentario de internet o a cualquiera de los otros comentarios racistas que descargaron su anónima libertad de expresión a pie de página de esta historia.
Al fin y al cabo, por lo que sabían los voluntarios de La Salle que, por turnos, le acompañaron en el hospital a Rachid en su peripecia a vida o muerte, el regreso era imposible porque la familia, ilocalizable, no tenía medios para mantenerlo; su hermano, que vivía en Barcelona, tampoco tenía mayor interés en él. Rachid estaba solo y su destino era sumirse en ese agujero negro de inmigrantes sin papeles que no están en censo alguno, que esquivan la burocracia.
¿Qué beneficio, por tanto, tenía Rachid para nuestro país? Sin perspectivas laborales, barajaba entrar en el ejército español, algo improbable. Eso le gustaba. Durante su estancia en el Hospital leyó el Marca compulsivamente. No sabía nada de la liga marroquí, sólo le interesaba el Real Madrid. Dos años después, en La Salle no saben qué fue de él. Seguramente habrá entrado en ese agujero negro de lo que llamamos 'irregularidad'. Pero los médicos le salvaron la vida, le arreglaron su maltrecho corazón. ¿Es posible pensar de otra manera? ¿Es posible pensar que Rachid se aprovechó del sistema universal de atención sanitaria? Michel Bustillo, del hogar de La Salle en Jerez, se encargó de coordinar la emergencia: "Pusimos en marcha toda la red de solidaridad que tenemos en Cádiz y Jerez a través de correos electrónicos. Recibimos rápidamente respuesta de asociaciones como Yameya, Mujeres Gades, La Salle La Viña, Cooperadores Salesianos. Además, marroquíes, chavales como Rachid, se prestaron a acompañarle. Rachid nunca ha estado solo". Sin duda, este ejemplo de humanidad, de movimiento solidario, no puede más que causar orgullo a la gente de bien. Si todo esto no hubiera sucedido, Rachid no habría sobrevivido.
Rachid es sólo un ejemplo. El hematólogo Eddy Jean Paul tiene muchos más: "He tenido chicos de Marruecos para trasplante de médula. No muchos, porque los que vienen en patera suelen ser gente joven y sana como demuestra que hayan sobrevivido a ese tremendo horror. Hay que ser muy fuerte para atravesar el Estrecho y no creo que ninguno lo haga para curarse en los hospitales españoles. Y sí, esos tratamientos son caros, con seguimientos de varios meses, ¿pero puede un médico pensar de otra manera? Es un enfermo y hay que curarlo".
Francisco Morales, de Ceain, tiene un pensamiento bondadoso de la determinación del Gobierno de ahorrar a costa de poner en peligro vidas, da igual cuál sea la nacionalidad: "Lo han pensado con los pies, no se han parado a valorar lo que estaban haciendo".
Desde hace tiempo existen estudios de ahorro sanitarios. Algunos se aplican en Andalucía desde hace tiempo. Otros están pendiente de ejecutarse. Pero ninguno de esos estudios, o al menos de los más conocidos, incluían un retroceso de tal magnitud. Porque siempre habrá un Rachid al que salvar la vida.
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