Atrincherado en un hotel de cuatro estrellas

Tribunales

El grupo Sherry Mirador explota el hotel boutique Palacio Garvey de Jerez pese a haber perdido su titularidad en subasta hace más de cuatro años

Fachada del hotel Palacio Garvey, en la calle Tornería
Fachada del hotel Palacio Garvey, en la calle Tornería / Pascual

En enero de 2021 la Agencia Tributaria de Málaga adjudicaba en subasta el hotel jerezano de cuatro estrellas Palacio Garvey y las pequeñas 32 fincas que lo rodean a la sociedad Novosinda, propietaria del hotel vecino, María Luisa, de categoría cinco estrellas Gran Lujo y explotado por el grupo Kaizen. Ambos hoteles están situados, pared con pared, en la céntrica y codiciada calle Tornería, junto a la principal arteria de la ciudad, la calle Larga. La puja se cerraba por un precio superior a 1.200.000 euros. Había sido un largo proceso en el que el propietario de Palacio Garvey, el grupo malagueño Sherry Mirador, había dilatado por todos los medios la celebración de la subasta, que tiene su origen en el embargo del hotel por reiterados impagos a Hacienda que se remontaban prácticamente al momento en que este grupo empresarial había adquirido el inmueble, en el año 2000. En concreto, en la primera notificación de embargo, fechada en el año 2007, se le reclamaba al propietario del hotel Palacio Garvey más de 1.300.000 euros, sólo en concepto de IVA. En 2011 esta cantidad ya se había multiplicado por dos.

Sherry Mirador es una sociedad integrada en el grupo inmobiliario Mirador, cuyo administrador único es el empresario de Vélez Enrique Faura. Faura había alquilado en 2004 el hotel para su explotación a la sociedad Sfera Hoteles por 2.500 euros mensuales y ese contrato fue renovado en 2016 por 3.000 euros. La cantidad es irrelevante porque Sfera también es propiedad de Enrique Faura. Es decir, se lo había alquilado a sí mismo, aunque no hay constancia de que se pagara a sí mismo la renta.

Cuando Novosinda adquirió en subasta el hotel vecino fue informado de que existían dos contratos de arrendamiento no inscritos en el Registro de la Propiedad y que establecían la extinción en caso de venta y la renuncia expresa al derecho de tanteo y retracto. Pero lo que no sabía el comprador era que sólo unos días antes de la subasta se había registrado un nuevo contrato de alquiler entre las dos mismas empresas con la misma renta y una duración de 15 años, prorrogables por otros 15. Con este nuevo contrato Faura esgrimía un supuesto derecho de tanteo y retracto para retener la explotación del establecimiento.

Contundente sentencia

Ahora la Audiencia Provincial declara mal admitido el recurso de apelación entablado por las dos empresas de Faura al no haberse presentado los justificantes de los pagos de la renta, ya que no se abonaron nunca. De este modo, confirma la sentencia anterior del juzgado de primera instancia y que se mostraba contundente: “Declaro la nulidad por simulación del contrato de arrendamiento de 26 de mayo de 2016 suscrito por Sherry Mirador S.L. como arrendadora, y por Sfera Hoteles, como arrendataria. Condeno a Sfera Hoteles al inmediato desalojo de las treinta y dos fincas registrales (…) bajo apercibimiento de lanzamiento, y a su puesta a disposición de Novosinda. Condeno a Sfera Hoteles y Sherry Mirador a abonar solidariamente a Novosinda la suma mensual de 23.132,75 euros desde el 17 de enero de 2022 hasta que se haga efectiva la entrega de la posesión de los inmuebles indicados, con los intereses oportunos”.

La sentencia de la Audiencia es del pasado 10 de diciembre. La pasada Semana Santa, con un lleno absoluto, el Palacio Garvey siguió siendo explotado por las empresas de Faura sin abonar ni un euro de lo estipulado en la sentencia a Novosinda. Faura ha presentado un recurso de casación, que para ser admitido tendría que haber acreditado el pago de la renta, algo que, naturalmente, no es posible. Por ello, Novosinda pide la ejecución inmediata de la sentencia y poder hacer uso de su propiedad. Sin embargo, a Faura aún le queda el Supremo.

El hotel María Luisa se hizo con el hotel Palacio Garvey con el fin de ampliar sus instalaciones y acometer un proyecto urbanístico que regenerará una zona degradada del centro de Jerez, lo que incluye la creación de una zona verde de uso público y la reapertura del edificio anexo de La Judería, hoy abandonado, para nuevos usos. Nada de esto se ha podido hacer de momento, aunque el Ayuntamiento de Jerez conoce hace tiempo el proyecto y ha trabajado para que pueda ejecutarse cuando se resuelva el pleito y se modifique el Plan urbanístico que lo haga posible.

Tanto el Palacio Garvey como el María Luisa son buenos ejemplos de la arquitectura civil jerezana en sus años de esplendor. El Palacio Garvey, que se define como hotel boutique, es un palacete del siglo XIX que fue la residencia de la familia Garvey, a la que Alfonso XIII, por mediación de Miguel Primo de Rivera, entregó el título de conde en 1923. El edificio vecino, el del hotel María Luisa, data también del siglo XIX y durante el final del siglo XX fue la sede del Casino Jerezano.

Sin embargo, siendo vecinos, el aspecto de uno y otro es muy distinto. El María Luisa, abierto al público en 2018, exhibe el lujo que vende desde su entrada y tiene valoraciones máximas en los buscadores. El Palacio Garvey, cuyas tarifas son mucho más baratas que las de su rival, tiene una presencia más espartana, lo que corroboran algunos de los comentarios en Trip Advisor. Aunque la mayoría son positivas y su personal es muy elogiado (en Booking está puntuado con un 8,6), hay críticas que hacen referencia a que el hotel necesita una reforma y hay algunas que coinciden en que no hace justicia a sus cuatro estrellas y que como mucho debería lucir dos o tres.

Deudas

Lo cierto es que Sherry Mirador, que arrastra gran cantidad de deudas, incluido el impago durante años del IBI al Ayuntamiento de Jerez, hace tiempo que no invierte en el hotel. Según consta en la documentación aportada en el juzgado, los pagos en el hotel se realizan en un datáfono que remite a una tercera empresa, Terraura, también propiedad de Faura. Ni Sherry Mirador ni Sfera Hoteles. El inmueble fue adquirido a la Cámara de Comercio de Jerez por algo más de 95 millones de pesetas (570.000 euros). Buena parte de esa cantidad se pagó con una hipoteca que, a día de hoy sigue siendo una carga del inmueble que recae ahora en su actual propietario. Palacio Garvey abrió sus puertas en 2004 y en 2006 la dirección del hotel anunció una gran inversión que nunca se realizó. El estallido de la burbuja inmobiliaria, sector que era la principal actividad de Faura, barrió buena parte de los planes hoteleros del empresario malagueño.

Entrada del hotel María Luisa, que pega pared con pared con el Hotel Palacio Garvey
Entrada del hotel María Luisa, que pega pared con pared con el Hotel Palacio Garvey

Sherry Mirador no presenta sus cuentas casi desde su nacimiento, en 1999. Las últimas se presentaron hace casi veinte años, en el 2004. Lo mismo sucede con la empresa que tiene alquilado el hotel para su explotación, Sfera Hoteles, que tiene también a Enrique Faura como administrador único. Se inscribió en el registro en el año 2004 y ese fue el único año que presentó cuentas.

Faura utilizó un mediador, que no fue otro que el empresario José Luis López, conocido como El Turronero, para negociar la entrega del hotel a cambio de una suma de dinero que no llegó a fijarse, ya que la oferta fue rechazada por Novosinda.

La propietaria del hotel María Luisa, la empresaria madrileña Marisa C. Azcárate, ha fundado la cadena de establecimientos de lujo Kaizen Hoteles y cuenta con otro hotel en El Rocío, Malvasía, y uno más en Sevilla, Don Ramón, todos de cinco estrellas. Después de más de cuatro años con su proyecto de ampliación paralizado en Jerez y con la inversión entregada a Hacienda, se reconoce desesperada y sin saber a dónde más recurrir. “Yo le compré el hotel a Hacienda, al Estado. Esto es muy grave porque la consecuencia de la inseguridad jurídica es la falta de inversión. No hay inversión sin seguridad jurídica y sin inversión no hay crecimiento. Y el segundo gran problema es el tiempo que se tarda en hacer justicia. Si tardas cuatro o hasta siete años en conseguir una sentencia definitiva ya no te vale para nada. Así no se hace justicia. Este tipo de individuos se aprovechan de la lentitud de la Justicia española. Él mismo me lo ha llegado a decir, que sabe que no va a ganar ningún juicio, pero recurre y recurre y así sabe que podrá quedarse con lo que no es suyo otros cuatro, cinco o yo qué sé cuántos años más””.

Por su parte, el empresario Enrique Faura, que ha recurrido a incontables estrategias para dilatar el proceso, en unas declaraciones al digital The Objective ha asegurado que su único interés es garantizar la continuidad de una plantilla que lleva más de veinte años trabajando con él.

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