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El boniato de Frusana, un tesoro bajo la tierra de Sanlúcar

La Costa Noroeste, cuna de la batata en España

La cooperativa sanluqueña, Frusana, siembra entre sus 1.000 hectáreas en producción un producto al alza en la gastronomía mediterránea, el boniato, catalogado como un superalimento por sus cualidades y beneficios

Más del 90% de la batata que vende Mercadona se cultiva en Frusana, que garantiza la calidad del producto gracias a un proceso totalmente manual y a la esencia de las Arenas Finas de Sanlúcar

Un recolector recoge una siembra de batatas en una de las parcelas de cultivo de un agricultor de Frusana. / Julio González
Manuel Reina

02 de diciembre 2024 - 06:00

Desde un rinconcito de la península ibérica brotan las raíces de un producto que está al alza en el mercado gastronómico. Los chefs de la televisión y los especialistas de la nutrición hablan maravillas de él, un producto catalogado como un superalimento con un sinfín de cualidades y que aporta los mejores beneficios, siendo mucho más que una mera alternativa de la patata, un complemento a ella por su distinción y su sabor. Este es el boniato, la batata, uno de los productos estrellas que trabaja una gran cooperativa sanluqueña como Frusana, que se aposenta en la zona de La Algaida y que traslada las maravillas que brotan desde las arenas finas de Sanlúcar hasta las mesas de todos los españoles. No es precipitado englobar a todo el país, pues es muy probable que un extremeño, un vasco o un catalán esté comiendo boniato producido en Sanlúcar y con la marca Frusana de la mano de Mercadona, que más del 90% del boniato que comercializa procede de la tierra que cultivan los 130 socios que han trabajado este producto durante esta temporada.

Terminando el mes de noviembre, desde que la iniciaran a finales de agosto, los recolectores recogen los últimos boniatos de las 100 hectáreas que dedica Frusana al producto en esta campaña. Así, desde el comienzo de la siembra entrada la primavera -durante el mes de abril- los primeros agricultores trabajaron el boniato con la dificultad de la necesaria agua que requiere esta raíz engrosada para su correcta producción, unida a la alta temperatura que también solicita este producto tropical. De este modo, la sequía de los meses de abril, mayo y junio durante este 2024 en la Costa Noroeste de Cádiz se ha convertido en el principal enemigo de la batata, que otros años ha llegado a duplicar la producción de las 16.000 toneladas que se ha recogido durante más de tres meses.

Juan Manuel Rodríguez, presidente de Frusana, resalta el valor añadido del boniato que trabajan en su cooperativa: Las Arenas Finas. Es una marca, un sello que distingue a los productos que se cosechan bajo la tierra de la Costa Noroeste de Cádiz. Unas arenas que construyen un producto uniforme, homogéneo, "unas cualidades que los convierte en los mejores de toda España". A partir de esta distinción, que es natural, innata, la cooperativa exige y consigue que sus agricultores estén a la altura de la tierra que labran para escudriñar la máxima calidad del producto.

Recolectores recogen batatas de los cultivos de los agricultores socios de Frusana. / Julio González

Del campo, de las manos de los trabajadores que bregan las tierras de los pequeños agricultores de la cooperativa, el boniato pasa al almacén, donde también hay una rigurosa cadena de trabajo que combina la mano humana con la tecnología en el calibrado para crear un producto a medida del cliente. En uno de los almacenes de Frusana, una pequeña plantilla de los 600 trabajadores que engloba la cooperativa, lidia a diario con la batata para ultimar y preparar decenas de cajas del producto que se van distribuyendo con la calidad y la rigurosidad como premisa principal.

De las 16.000 toneladas que van llegando durante esta campaña al almacén, Mercadona distribuye por sus comercios de toda España en torno a 2.500 t. Un número que va creciendo progresivamente gracias a la relación que forjan ambas empresas desde el 2013, basada en cuatro pilares: compromiso, seguridad alimentaria, confianza y calidad. Pilares que se respetan en el campo y se cuidan en el almacén, donde se seleccionan uno a uno los boniatos, siendo los de calibre L (entre 300 y 600 gramos) los que parten hacia las tiendas de Mercadona. El resto, salen según particularidad del resto de clientes, destinando aproximadamente el 50% de la producción total a la industria alimentaria, donde el boniato tiene un enorme mercado en el baby food.

Trabajadoras seleccionan una a una todas las batatas que llegan al almacén mientras que una cinta calibra cada producto para su correcta distribución. / Julio González

En el ciclo de vida de la batata, desde que se compra la raíz hasta que el alimento llega al almacén, el periodo de cultivo es muy corto, convirtiéndose en un producto joven y fresco. El boniato de Frusana se caracteriza por su homogeneidad a la vista, agradable olory dulce sabor, que se consigue a través de la fresca carne naranja de su interior. En la cooperativa trabajan tres variedades de batata: Beauregard, Covington y Orleans. Estas son las que más se adaptan a las arenas finas de Sanlúcar, que por su especificidad no es apta para cualquier tipo de boniato, ya que es una raíz engrosada peculiar y que, también para el consumidor, debe ser atractiva en su presentación. Por sus características, actualmente es la variedad Covington la que se está distribuyendo mientras que, a partir de enero, la batata Beauregard se extiende tres meses más hasta agotar la producción que, gracias a una escrupulosa planificación, garantiza la distribución a sus clientes. Así, desde julio hasta marzo, Frusana proporciona a Mercadona la batata cultivada en las tierras de sus agricultores gracias al periodo de conservación del producto, tras acabar la recolecta en el mes de noviembre, asegurando en todas ellas la misma frescura y calidad que en el primero.

El boniato sigue rompiendo barreras, haciéndose un hueco importante en la cultura y cocina mediterránea. En el levante español su consumo es muy alto, siendo la Comunidad Valenciana y Murcia donde más popularidad tiene. En Andalucía, el consumo del boniato es estable, con aspiraciones de seguir creciendo, mientras que en otras regiones como Castilla y León, el producto apenas se conoce. Sin embargo, el presidente de Frusana es optimista con el futuro a corto y medio plazo de este manjar.

Es un superalimento, la promoción que en la televisión y en el mundo gastronómico se le está dando es muy importante y hace que el consumo vaya aumentando"— Juan Manuel Rodríguez - Presidente de Frusana

En España, el boniato sigue arraigado en un producto sustitutivo o alternativo a la patata, una concepción errónea tratándose de dos productos totalmente diferentes. "Es como equiparar el boniato y la zanahoria, no tienen nada que ver. La patata es muy querida en Andalucía, más aún en nuestra zona, pero son dos cosas distintas aunque en inglés se denomine sweet potato (patata dulce)", asegura el presidente, pues "la patata es un tubérculo y la batata es una raíz engrosada". Lo que sí comparten ambos productos es la fuerza, la distinción y el sello de las Arenas Finas de Sanlúcar, una marca que se expande por España por su diferenciación y exquisita y reconocible calidad.

Una trabajadora de Frusana apila las cajas de boniatos para la distribución a los clientes, siendo más del 90% destinado a Mercadona. / Julio González

Todavía queda para que el consumo de boniato per cápita en España sea similar al de la media europea pese a que "nos vamos equiparando". En 2018, un estudio indicó que el consumo per cápita en el territorio español era de 400 gramos, mientras que en el país vecino de Portugal se cuadruplicaba, con alrededor de 2 kilogramos. España sigue creciendo en este sentido, pues los datos de Mercadona, distribuidor principal del boniato de Frusana por todo el país, no paran de crecer año tras año. Cada temporada, el acuerdo de venta de batata sube "entre un 15% y un 20%", garantizando un gran porcentaje de la producción total de lo cultivado por Frusana. Así, la Costa Noroeste de Cádiz se consolida como la cuna del boniato, origen de más del 90% del producto que se consume en España, un tesoro que nace bajo la tierra de Frusana, bajo las arenas finas de Sanlúcar.

Desde 1964 y 4 agricultores, a facturar 40 millones al año

Nació hace 60 años en La Algaida, Sanlúcar, con 4 socios agricultores que fueron el germen de lo que hoy en día son 12.000 m2 de instalaciones en una gran cooperativa referencia en la Costa Noroeste de la provincia. Frusana presume su tierra, de su ubicación, considerando el microclima de la zona, del río y de las arenas, su mayor activo. No deja de lado el trabajo de los 350 agricultores que hoy trabajan las 1.000 hectáreas en producción y 500 de terreno agrícola, así como el resto de trabajadores -600 en total- que son los que consiguen garantizar la perfecta conservación de los productos y el correcto funcionamiento de la cooperativa de cara al cliente.

Frusana es una de las 67 cooperativas de la cadena Anecoop, la primera empresa productora hortofrutícola de España. Esta anexión permite a la cooperativa sanluqueña un crecimiento que se aproxima a los 40 millones de facturación al año. Desde 2013, Frusana trabaja con Mercadona, forjando una relación que crece año tras año y que coloca a la cadena de supermercados como su gran cliente y distribuidor de sus productos por toda España. Además de la batata, Frusana proporciona a la cadena puerro cortado, pimiento italiano, calabacín blanco y zanahoria rama.

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