Visto y Oído
Broncano
Análisis
El 17 de junio del 2023 fue un día histórico en Sanlúcar de Barrameda. 36 años después, Izquierda Unida recuperaba el bastón de mando de la Alcaldía en manos de Carmen Álvarez, una política con experiencia en el Consistorio y que había aupado a la formación izquierdista a ser segunda fuerza de la localidad, por delante de un PSOE que cedía sus votos de manera timorata con una única motivación: que no gobernara el PP. Se formó, entonces, un gobierno de coalición comandado por dos personajes políticos confrontados hasta la extenuación y con una nula confianza que ni doce meses en el Palacio Municipal han conseguido revertir: Carmen Álvarez (IU) y Víctor Mora (PSOE)-
"Por el pueblo y para el pueblo", aclamó Álvarez aquel 17 de junio como base en la que quería sustentar su mandato. La gestión, más allá de luces y sombras, se puede catalogar de intervencionista. La regidora avisó de que había que tocar muchas teclas y, de mejor o peor manera, lo está haciendo. Eso sí, dándose de bruces en muchas cuestiones con la realidad de la Alcaldía. Predicar en la oposición es más sencillo que gobernar, como es evidente, pero más difícil es gobernar en las circunstancias políticas en las que lo está haciendo.
Por recapitular, hay que destacar que los primeros seis meses fueron casi copados en su totalidad por la herencia de la deuda con la Policía Local. Finalmente, con idas y venidas, el Ayuntamiento abonó el montante de casi dos millones de deuda que heredó del anterior gobierno de su socio Víctor Mora. Resuelto y con una consigna presupuestaria para no reeditar el problema, pero una primera prueba de fuego para la coalición en la que se pudieron ver sus costuras. A la misma vez que el delegado de Cultura, Narciso Vital, cargaba contra la plantilla por suspender la Ultramaratón de la Vida, la alcaldesa hacia lo propio contra su teniente por no implicarse en un problema provocado por su gestión.
La propia regidora reconocía que la deuda había ocupado gran parte de sus primeros meses en la alcaldía, descuidando otros temas, refiriéndose concretamente a la limpieza de la ciudad. A día de hoy, Sanlúcar está sucia y los sanluqueños claman por una solución al respecto. La línea del Gobierno local transcurre por campañas de concienciación y de colaboración ciudadana, pero la realidad es que no están dando sus frutos y es notorio que este es un tema prioritario para la ciudadanía.
El hastío de los sanluqueños por esta situación puede llegar a confrontar con las luces que el gobierno de Álvarez ha realizado en este primer año. La "alcaldía de puertas abiertas", las subvenciones peleadas y conseguidas, las buenas relaciones con las asociaciones, la lucha por los pequeños agricultores y los productos locales, los buenos datos en Turismo -concejalía en manos del PSOE-, el crecimiento de las fiestas de la ciudad -también del PSOE- o las promesas cumplidas por la alcaldesa se enturbian por un clima en la coalición muy cerca de saltar por los aires.
Los presupuestos pondrán a prueba la viabilidad de un gobierno definido por Víctor Mora como "siete concejalías de Izquierda Unida y siete del PSOE", que resalta a simple vista la nula colaboración, comunicación y sinergia entre los partidos del gobierno. Los últimos plenos se han convertido en una mina de reproches, con el PP de espectador principal esperando el previsible desenlace. Todos boicoteándose entre sí: alcaldía, socios y oposición; y una ciudad que no puede esperar.
El PSOE carga contra su propio gobierno, amenazando con "desvelar" lo que ocurre en la gestión del día a día. Los presupuestos, aún sin tramitarse, pese a que los socialistas informan que han entregado las partidas de sus concejales hace mes y medio. El PP, por su parte, dispara a lo que se mueva, ejerciendo una oposición impropia de un partido que, hay que recordar, ganó las elecciones en Sanlúcar creciendo de 3 a 9 concejales. Carmen Pérez, líder del PP, discurre por la estrategia de señalar a la alcaldesa, a sus socios y a un gobierno quebrantado. Viendo este boicot generalizado, los actores deben reflexionar si fue necesario ese pacto de coalición -crónica de una muerte anunciada- con la única motivación de que no gobernara la derecha en Sanlúcar.
Mientras la coalición agoniza, la regidora sigue creyendo en su gestión, en sus políticas y en su ciudad. Nadie podrá achacar que no se enfrente con cualquier administración para buscar rédito y mejoras para Sanlúcar. Con la Junta lleva insistiendo en muchos proyectos que se han quedado en liza tras prometerse con anterioridad, con principal ahínco en la carretera de Trebujena, y ya ha solicitado por escrito la intervención urgente en esta vía. Al Gobierno central, solicita la rehabilitación del Baluarte de San Salvador y, lo último, declarar la ciudad de Sanlúcar como Zona de Especial Singularidad, debido a los problemas que la desembocadura del Guadalquivir sufre a causa del narcotráfico. Problemas que, además, ya se han trasladado a las calles de la ciudad, como en el tiroteo y secuestro a plena luz del día y detrás de un colegio en el mes de febrero.
En el haber de Álvarez, la subvención millonaria -5,9 millones de euros- por el Acuerdo de Doñana firmado con el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico. La ayuda dará mucha solvencia a la ciudad para temas relacionados con el medio ambiente, área que dirige la propia alcaldesa, que también se ha visto involucrada en reclamos de los agricultores de la Costa Noroeste, como con la patata de Sanlúcar.
El tablero se sigue moviendo, un año después, en el Consistorio sanluqueño. Un mandato convertido en una eterna campaña electoral. La impaciencia de la alcaldesa, que podría haber continuado con su excelente papel en la oposición hasta recabar los suficientes apoyos para un gobierno estable; el boicot del PSOE a sus propios socios de gobierno, relegados de primera a tercera fuerza municipal; la insuficiente e improductiva oposición del PP, impotentes por no completar el asalto al poder tras ganar en las urnas; y la escasa fuerza municipal de VOX. Todo esto, ante una ciudad imparable, que sigue creciendo y atrayendo por su enorme potencial. Remen con ella.
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