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El cerebro tecnológico de Navantia

Actualidad y futuro

Viaje al interior de la factoría de San Fernando, donde se encuentra el mayor y más avanzado núcleo de control de todo tipo de sistemas de combate para barcos y submarinos

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Texto: Amaya Lanceta / F. Rufo · Vídeo: Román Ríos

21 de enero 2018 - 02:07

San Fernando/La división de Sistemas de Navantia San Fernando cuenta con la más alta tecnología en sistemas de combate y de control de plataforma para buques existentes en el mercado. Es la consecuencia de años de trabajo para desarrollar productos propios, sin tener que preocuparse -como empresa pública- de la presión por obtener resultados. Es hora, eso sí, de rentabilizar ese esfuerzo y la apuesta por la innovación mantenidos en el tiempo, que le ha permitido tener una madurez e independencia tecnológicas excepcionales para posicionarse en un mercado muy competitivo

El handicap del que intenta desprenderse Sistemas es ser la gran desconocida dentro de una compañía reconocida por la construcción naval. Incluso de esa etiqueta -la naval- busca distanciarse para captar nuevos clientes, más allá de la Armada española y de otras marinas extranjeras. Por ejemplo, el Ejército de Tierra español para dotar a sus vehículos de sistemas de exploración, reconocimiento o vigilancia terrestre o Puertos del Estado para instalar sistemas integrados de vigilancia de aguas próximas.

Un recorrido por los distintos edificios, naves o talleres que componen el complejo de la antigua Fábrica de Artillería (FABA) donde se ubica Sistemas -una parte de los astilleros de la antigua Bazán, que a la vez está dentro de las instalaciones del Arsenal de La Carraca- ayuda al ojo inexperto a hacerse una idea de la alta tecnología que maneja, diseña y fabrica la división.

El área más clasificada de Sistemas corresponde al centro de desarrollo y pruebas, el LBTS según sus siglas en inglés. Entrar en ese espacio lleno de pantallas, ordenadores y decenas de ingenieros es como ver una típica película americana de misiones espaciales o de espías. Máximo secreto en un recinto donde manda el control. Allí se garantiza que el sistema que se ha diseñado y fabricado funciona antes de entregarlo al cliente -mientras que las comprobaciones del sistema integrado de control de plataforma se realizan en Cartagena-. Para ello se instala el sistema tal y como si estuviera embarcado, con las consolas, el cableado o los servidores que lo componen, pero con la salvedad de que no recibe información de un radar o un sonar de verdad, ni tampoco las armas son reales. Esos elementos se sustituyen con un simulador específico para cada uno que proporciona escenarios, situaciones o datos con los que pueda trabajar el sistema de combate para responder a ellos.

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Pero el propósito de este departamento es doble, porque una vez el sistema se instala en los buques también se encargan del mantenimiento durante su ciclo de vida. Para ello en esta superficie se cuenta con un sistema de referencia que permite reproducir las situaciones que se pueden dar en el sistema entregado. Si a bordo se detecta, por ejemplo, un fallo, se reproduce en el centro de pruebas y se corrige. La idea, advierten, es que no se toque el software y el hardware en el barco para que no se cambie la configuración. Eso hace que existan réplicas y escenarios de prueba de varios sistemas: el de la fragata F-100 para su mantenimiento; para la F-105, que tiene una configuración más española que la anterior; el Scomba, que es el sistema de combate para los BAM (buques de acción marítima), el LHD (portaaviones Juan Carlos I) y el BAC -buque de aprovisionamiento en combate, el Cantabria-; y una zona para el submarino S-80. En estos momentos también se interviene en la modernización para Indonesia del sistema de uno de sus buques, en el que se integrarán los elementos de comunicaciones o de armas que ya tiene el barco.

A unos metros de este centro aguarda la puesta en funcionamiento de la nueva sala de tratamiento superficial de las piezas que se fabrican. Se ha invertido en su creación para modernizar y asegurar las condiciones de un proceso en el que se manejan sustancias como ácidos o pinturas, para que no afecten a los operarios. Pronto estará activa.

Allí se llevarán las piezas de conformado que salen del área de mecanizados. Antiguamente el fresador o el tornero daban manualmente la forma a cada elemento. Ahora su función es programar la máquina que se encarga de cortar y moldear el material según los parámetros que requiera. Cada pieza será luego calibrada para comprobar que cumple con los requisitos.

Expuestos están algunos de esos elementos en los que se integran los equipos con los que se dotan a los nuevos Vehículos de Exploración y Reconocimiento Terrestre (VERT) que se desarrollan para el Ejército de Tierra español. Son el pedestal en el que van incorporados una cámara infrarroja (para conducción sin luz por la noche), una cámara diurna y un electroláser, o las consolas para controlar cada uno de esos elemento y también las armas de autodefensa. En el caso de un combate con artillería, el vehículo podría avanzar sobre el terreno para poder aproximarse al objetivo hasta unos 14 kilómetros y ofrecer sus coordenadas con mayor exactitud.

Es el ejemplo de la línea de negocio de sistemas terrestres con los que la división de Sistemas muestra su apuesta por la diversificación más allá del ámbito naval. Ahora dotarán a seis vehículos VAMTAC; pero podrían llegar a intervenir en más de 90, lo que resulta atractivo estratégicamente desde el punto de vista de fabricación, porque mientras en ingeniería tienen que subcontratar, los talleres en muchas ocasiones sufren subactividad.

Navantia ofrece distintas versiones de este sistema con posibles variantes que incluyan parte de los equipos o sólo uno para integrar sobre cualquier plataforma. Por eso la dirección plantea que también están capacitados para cubrir otras necesidades del Ejército de Tierra como es la integración de los sistemas para los 8x8, los vehículo de combate sobre ruedas que sustituirán a los obsoletos blindados medios sobre ruedas. En este caso se trataría de más de 300 unidades.

En ese mismo taller donde se dota a los VERT se hacen cañones: dos de ellos para los BAM. De hecho el del BAM 5 tiene el 29 de enero como fecha aproximada de entrega. Se trata de un arma de diseño italiano de la que tienen licencia desde hace más de 40 años para su fabricación, el ensamblaje, las pruebas que se hacen en Torregorda.

Hay otro espacio de trabajo donde Sistemas realiza pruebas de las soluciones tecnológicas de futuro que idean: nuevos conceptos de redes, nuevos tipos de servidores, nuevos software de infraestructura. Una sala dotada con monitores y consolas, con simuladores en la habitación contigua, permite hacerse una idea de la precisión con la que se intentan mejorar los sistemas con los que se maneja la división.

Pronto, se plantea para finales del mes de febrero, contará en el mismo lugar además con un sistema propio de adiestramiento y simulación, el Navantis, que permitirá formar a las tripulaciones. El montaje recreará el puente de gobierno de un buque para ver su funcionamiento. Ya hay, reconocían, varias marinas interesadas.

El trabajo más manual convive con técnicas revolucionarias

En las instalaciones de la división de Sistemas de Navantia San Fernando conviven dos formas de trabajo que podrían considerarse polos opuestos, pero que resultan complementarias y necesarias para la actividad del departamento. Por un lado, el complejo rezuma tecnología. No hay más que ver los centros de desarrollo y prueba, o las oficinas de ingeniería. En los talleres incluso las labores propias de los oficios han dejado paso al manejo de máquinas que mecanizan el trabajo. Incluso se prepara la instalación de una máquina de cinco ejes para la fabricación de conformados que beneficie cumplir con los plazos ajustados que se manejas en los pedidos. Por otro lado, sin embargo, se mantiene una tarea más artesanal como el cableado de unidades, puesto que trabajan con series cortas que no necesitan del establecimiento de cadenas de montaje.

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