La llegada del tren a La Cabezuela aumentará sus tráficos un 35%
Desarrollo del puerto | Un tren que ha tardado 25 años en llegar a Cádiz
Las empresas allí ubicadas movieron en 2020 algo más de 2,5 millones de toneladas de mercancías variadas, por lo que, con el ferrocarril, podrían alcanzar casi los 3,5 millones
25 años dan para mucho. Para muchos titulares, muchas fotos de políticos de un lado y del otro, de muchos mosqueos por parte de los empresarios que, en más de una ocasión, se han negado ya a asistir a actos políticos convocados para anunciar que se desbloqueaba el proyecto del tren de La Cabezuela.
Y es lógico. 25 años cargados de promesas, de falsas explicaciones, de “fantasmadas”. Y no es un término gratuito. Fue la ministra de Fomento en abril de 2016, Ana Pastor, la que dijo “esta ministra no viene a Cádiz a decir fantasmadas”. Y lo decía minutos después de bendecir con una sonrisa de oreja a oreja un apretón de manos, algo que ahora estaría prohibido y tendrían que conformarse con el codito con codito, entre el entonces responsable de Adif, Gonzalo Ferre Moltó, y el presidente de Puertos del Estado que probablemente hizo más por el puerto de Cádiz, Pepe Llorca.
Los dos cerraron un acuerdo para desbloquear allá por 2016 el proyecto del ramal ferroviario que sacaría de la asfixia a la dársena portuaria del Bajo de La Cabezuela.
Pero al final, una fantasmada por mucho que lo negara Ana Pastor. Y lo peor, una de tantas. Fueron muchos los que se atrevieron a anunciar a bombo y platillo que Cádiz iba a tener ya tren en La Cabezuela para 2015, 2016, 2017...
Pero el que no se consuela es porque no quiere. Ha tenido que llegar el fatídico 2020, o mejor dicho enero de 2021, para que, por fin, se licitara la obra de un ramal ferroviario de poco menos que cuatro kilómetros y medio.
Podría traer mal fario aplaudir o mostrar satisfacción dado que el puerto ya estuvo tanto o más cerca incluso de tener su tren en la dársena puertorrealeña allá por 2008, hace 13 años, cuando ya se incluyó por primera vez la obra en el Plan de Infraestructuras Ferroviarias 2000-2007. Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2008 consignaron la primera partida para la obra. Sin embargo, una de las constructoras a la que se adjudicó entonces la obra, Ploder, entró en quiebra dos años después, en 2010, dejando el proyecto en un mero espejismo. A partir de ahí, todo “fantasmadas”, dijera lo que dijera la ministra Pastor.
Pensando en positivo, el anuncio está ahí y con éste el compromiso para que en dos años La Cabezuela tenga un tren con el que los empresarios que se asentaron en este suelo portuario con la promesa, e incluso con la señalética ya montada, de que más pronto que tarde podrían entrar y sacar sus mercancías por ferrocarril.
Finalmente habrá que esperar hasta al menos 2023, para que los hijos de los empresarios que leyeron los primeros titulares sobre ese tren puedan, por fin, cortar la cinta con la que quedará inaugurado el tren de La Cabezuela.
En tantos años, muchos protagonistas, además de muchos empresarios que han demostrado tener más paciencia que el propio santo Job, que han seguido luchando por esa conexión ferroviaria.
El puerto de Cádiz, entonces presidido por el histórico socialista Rafael Barra, sí hizo su tarea. El compromiso consistía en que Fomento pagaría la vía del tren que iría desde los límites del suelo portuario hasta la conexión de Las Aletas y, a partir de ahí, el tren remontaría el vuelo a través de trazado nacional y conectaría ya el puerto de Cádiz con el resto del mundo.
La misión de Barra era construir 500 metros de viales para ese tren. Dicho y hecho. En poco tiempo se montó una ilusionante vía que hizo pensar a más de uno que eso sería pan comido hasta que llegó la quiebra de Ploder, quedándose ese medio kilómetro convertido en una vía más muerta que muerta.
Los empresarios estaban ya desesperados. La propia Autoridad Portuaria les ponía los dientes largos cuando calculaba que, con el tren, aumentarían los tráficos de La Cabezuela un 35%. Es decir que el que fuera su presidente, el también socialista José Luis Blanco afirmaba que si La Cabezuela movió el año pasado 2,5 millones de toneladas sin tren, con éste podrían llegar casi a los los 3,5 millones.
Ahora toca esperar a que la nueva UTE concesionaria de la obra de la construcción de este ramal ferroviario, la conformada entre Dragados y Tecsa, se ponga manos a la obra y en dos años lo tenga todo listo para empezar a cargar los trenes con la carga que llegue hasta La Cabezuela.
Uno de los empresarios que más luchó por este proyecto fue Emilio Medina, propietario de Cadiship que se mantuvo durante varios años al frente de Apemar, asociación que aglutinaba a buena parte del tejido empresarial que trabaja para y por el puerto de Cádiz.
Pero no sólo Medina sino otros muchos tuvieron que lidiar con tanta “fantasmada”. Otro ejemplo, Juan Bernal, que durante varios años se mantuvo también al frente de Gadesport, ahora rebautizada como Cadiz-Port, asociación destinada a la promoción del puerto de Cádiz.
Otra persona que bien merece un grato recuerdo fue ni más ni menos que el presidente de Puertos del Estado, Pepe Llorca, que logró arrancarle a los puertos españoles el compromiso de usar dinero del ente público, más bien de sus fondos de compensación interportuario, para pagar el trazado ferroviario que tanto necesitaba Cádiz. Esta decisión le costó algún que otro abucheo, dado que la decisión se “vendió” como un detalle solidario por parte del resto de puertos españoles, pero nada más lejos de la realidad ya que, sobre todo los grandes, no veían con buenos ojos tener que pagar el tren de Cádiz con parte de sus aportaciones dinerarias.
Pero al final tuvieron que aguantarse con la acción de Llorca, que bien le valía esta mención, y esto facilitó el dinero que hacía falta para la construcción del ramal. Ya no había que buscar el dinero. Ya sólo restaba la acción política, la orden política para que se modificara el proyecto del trazado ferroviario y se licitara la obra, como por fin se hizo a finales de enero pasado, en buena parte gracias al tesón de la actual presidenta de la APBC, Teófila Martínez, que se lo tomó ya como una cuestión personal.
A pesar de todo, si se quiere recopilar un listado de benefactores de este proyecto y destructores de su trayectoria seguramente habría que dejar fuera a mucha gente o bien por olvido o bien para evitar malas caras.
Ahora sí. Ahora toca cruzar los dedos y sonreír aunque sea detrás de las mascarillas. La obra del tren se ha licitado y en dos años podría ser una realidad.
Cabe recordar que la adjudicación de las obras a la UTE formada por Dragados y Tecsa ha sido por un importe de 20,3 millones de euros y un plazo de ejecución de 24 meses. El importe por el que ha sido adjudicado supone una rebaja superior a los cuatro millones de euros en relación con el presupuesto de licitación.
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