Ferraz vuelve a exhibir músculo en Cádiz
Dos ministros de Cádiz en el nuevo Gobierno
La designación como ministro de Juan Carlos Campo, a quien el PSOE de Cádiz no quería como diputado, supone otra muestra de poderío del pedrismo ante el susanismo
Cádiz/El pasado domingo, y tras la designación como ministros tanto de Fernando Grande-Marlaska como de Juan Carlos Campo, la secretara provincial del PSOE de Cádiz, Irene García, emitía un comunicado público en el que, como es lógico en estos casos, se enorgullecía de ambos nombramientos, elogiando la "impecable trayectoria" de ambos diputados, magistrados y ahora ministros. Sin embargo, y como es lógico también, la máxima responsable del PSOE de Cádiz omitía que la dirección provincial de su partido no quiso que Juan Carlos Campo repitiera el año pasado como diputado y que aceptó la inclusión de Marlaska al frente de esa lista a última hora y a regañadientes.
Por eso, y por mucho que desde la sede provincial de San Antonio se hable ahora de mucha paz interna y se enarbole una gran bandera blanca que se pueda visualizar desde Ferraz, el hecho de que dos de los tres diputados socialistas por Cádiz sean ministros sólo puede entenderse como una muestra –otra más– del poderío de la ejecutiva federal socialista (o pedrismo) ante la misma cara de la dirección provincial (o susanismo). Ferraz ha vuelto a exhibir músculo en San Antonio como ya lo hizo en su día al nombrar al subdelegado del Gobierno central en Cádiz y a la delegada de la Zona Franca o al cambiar casi en su totalidad las listas al Congreso y al Senado que elaboró el PSOE de Cádiz.
Vaya por delante que tanto Marlaska como Juan Carlos Campo son valorados e incluso queridos por el conjunto de la familia socialista de la provincia gaditana. Ninguno de ellos causa rechazo y a ambos se les aplaude su trayectoria profesional. Pero, pese a ello, lo que es verdad es que el PSOE de Cádiz dijo no a que Campo repitiera en la lista electoral al Congreso, tras haber logrado escaño tanto en diciembre de 2015 como en enero de 2016, y aceptó muy a regañadientes la inclusión al frente de la lista de Marlaska. Y ello no sucedió en el siglo pasado, sino hace menos de diez meses.
Aquello tenía lugar en pleno pulso entre el pedrismo y el susanismo. Esta última corriente, que dirige la ejecutiva provincial socialista con una amplísima mayoría, decidió plantarle cara a Ferraz. Así, y siempre con el visto bueno de Sevilla, Irene García presentaba unas candidaturas a las elecciones generales de abril del año pasado en las que cedía con cierta desgana a la inclusión de Marlaska como número uno pero donde apostaba claramente por los suyos, con Miriam Alconchel, Juan Carlos Ruiz Boix, Saray Soria y Pacote Pizarro en los puestos de salida en la lista al Congreso y con Cabaña, Beneroso y López Gil como aspirantes al Senado. De Juan Carlos Campo, nada de nada, y eso que el magistrado nacido en Osuna pero con mucho arraigo en la capital gaditana fue de los poquísimos dirigentes socialistas que tuvieron la valentía de acudir a la sede de San Antonio para acompañar a Irene García en aquella trágica noche electoral de las elecciones andaluzas de diciembre de 2018.
Pero Ferraz no se amilanó y el 17 de marzo de 2019 aprobó una purga histórica con la que fulminó a todos los candidatos susanistas, sin excepción. Y Campo se convirtió primero en candidato, luego en diputado y ahora en ministro.
Lo único que queda por clarificar es si esta exhibición de poderío del pedrismo se queda aquí o si Ferraz aspirará en breve a intentar controlar también las direcciones del partido tanto en Andalucía como en la provincia de Cádiz.
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