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El club náutico de La Casería se hunde en el fango. Los socios no le echan un año más de vida a las instalaciones si antes no media una intervención seria. El dragado que se llevó a cabo apenas ha servido para algo más de dos años. La sedimentación de los lodos que provoca en esta zona de la Bahía el flujo natural de las mareas ha ganado terreno a pasos agigantados y amarres, pantalanes y embarcaciones se ven hoy completamente rodeados de fango. Es como si se hubiera hecho un hoyo en la orilla de la playa. Salir a pescar o navegar resulta cada vez más complicado y solo es posible cuando la marea está alta, por lo que el club pierde socios. Incluso las instalaciones peligran por el empuje de los lodos que se van depositando en el fondo y que amenazan la estabilidad de los pantalanes.
El náutico ha lanzado un SOS. Necesitan ayuda para poner remedio a una situación ante la que -insisten- si no se actúa en breve dará al traste con un proyecto en el que distintas administraciones han invertido alrededor de 1,6 millones de euros. En este equipamiento se han empleado varias partidas de los presupuestos municipales, pero también de la Junta de Andalucía e incluso subvenciones de la Mancomunidad de Municipios de la Bahía de Cádiz (a través del Plan de Acción de 2008) y fondos procedentes del controvertido Plan E que se utilizaron para reurbanizar el entorno. También los socios del club pusieron dinero de su propio bolsillo cuando se hicieron con las instalaciones para adecuar una sede que se entregó en bruto y completar la instalación de amarres y pantalanes. Todavía están pagando estos trabajos. Y todo corre el peligro de quedar enterrado en el fango.
La primera piedra para la construcción del náutico de La Casería fue colocada en 2006, aunque las obras sufrieron prácticamente desde el primer momento innumerables reveses y parones. Hubo fallos en la redacción del proyecto, empresas adjudicatarias que la crisis se llevó por delante, faltaron fondos en algunos momentos y problemas técnicos con el dragado que incrementaron el coste inicial de la intervención. Prácticamente nada salió bien. Y hasta hace un año se estuvo trabajando en la zona con la adecuación de la escollera que llevó a cabo el Ayuntamiento -invirtió otros 33.000 euros- y que se concluyó en mayo de 2013.
El recién elegido presidente del club náutico de La Casería, Sinforiano Flores, explica que la ubicación escogida para las instalaciones no ha hecho sino empeorar la situación una vez que los lodos retirados con el dragado que se llevó a cabo a finales de 2011 han ido recuperando su sitio. El náutico -se aprecia a simple vista- ha quedado en una hondonada que el fango rodea con rapidez y que, cuando baja la marea, deja prácticamente al descubierto los amarres. Salir a las aguas de la Bahía resulta tremendamente complicado. Y eso que en esta zona siempre han tenido que jugar con los horarios de las mareas para sortear esos lodos. Pero ahora es mucho más difícil, tienen mucho menos margen para salir y también para regresar, lo cual siempre supone un riesgo. "Uno puede quedarse atrapado en un caso de emergencia", advierten.
Para los socios del náutico resulta evidente que hay un fallo técnico garrafal en el proyecto al decidir el emplazamiento del club. Si se hubiera construido a tan solo unos metros -donde antes tenían ellos sus embarcaciones- la historia sería bien distinga. "La tierra es diferente, es más sólida. No hay tantos lodos y no le afecta de la misma forma el curso de las mareas", sostiene Flores. El enclave escogido, sin embargo, está justo en medio. En la peor situación posible. La peor para el náutico, claro, aunque no -apuntan- para la operación de marketing que en su día acompañó la construcción de las polémicas torres de La Casería. "Se quisieron vender con una imagen idílica, con un puerto deportivo a sus pies", recuerdan.
En el club conocen bien la zona y sabían que esto podía pasar, aunque también confiaban en que el dragado hubiese aguantado más tiempo. "O asumíamos el club como estaba o no. No teníamos más opciones en esos momentos", justifican.
Pero en el náutico creen también haber dado con la solución al problema: un abrigo, una escollera que rodee todo el perímetro de amarres y pantalanes y que evite que los lodos vayan depositándose junto al club. Una inversión para la que buscan ahora el compromiso de las administraciones. "No vamos a dejar que ocurra como con el Parque del Mar o el polígono Puente de Hierro, que están abandonados. Aquí hay socios y vamos a luchar por esto", apunta su presidente.
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