Tragedia en Barbate: la guerra de nunca acabar

El narcotráfico cruzó otra línea roja al matar a dos guardias civiles arrollándolos con una lancha rápida. El suceso conmocionó a todo el país y tensionó aún más las relaciones en el Estrecho

El año 2024 ha sido el de los grandes alijos de cocaína, que han batido récords, y el que ha asistido al auge del negocio del petaqueo

La violencia de los clanes que controlan el negocio se ha dejado sentir en la provincia

Funeral por el guardia civil nacido en San Fernando fallecido en Barbate.
Funeral por el guardia civil nacido en San Fernando fallecido en Barbate. / Jesús Marín
Pedro M. Espinosa

01 de enero 2025 - 01:55

Cádiz/La batalla contra el narcotráfico en la provincia escribió el 9 de febrero de 2024 uno de sus capítulos más infames. Una narcolancha arrolló a una embarcación de la Guardia Civil en el puerto de Barbate con un resultado terrible. Dos agentes perdieron la vida y otros cuatro resultaron heridos de gravedad. Miguel Ángel González – de 39 años y nacido en San Fernando– estaba destinado en los Grupos de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS) de Algeciras y tenía una hija de 12 años. David Pérez Carracedo estaba destinado en el Grupo de Acción Rápida (GAR) con base en la Comandancia de Navarra. Tenía 43 años, estaba casado y dejó huérfanos a sus dos hijos de 9 y 7 años. El suceso conmocionó a todo el país. Nunca hasta entonces el narcotráfico había cruzado esa línea roja.

El 9 de febrero, mientras que en el Gran Teatro Falla arrancaba la final del Concurso de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz, estalló la noticia. Dos guardias civiles habían muerto en Barbate. El temporal había hecho que hasta siete narcolanchas buscaran cobijo tras el espigón del puerto barbateño, generando una imagen de impunidad intolerable. El alcalde, Miguel Molina, lo puso en conocimiento de las autoridades pertinentes y se decidió actuar con los escasos medios de que se disponían. Una pequeña embarcación con la que, antes de ser embestida con fiereza, los narcos juguetearon con su monstruo de potentes motores ante la algarabía de algunos de los cientos de jóvenes que a esa hora hacían botellón en las inmediaciones como cada fin de semana. El tiempo demostró que la orden de entrar en el agua sin los medios adecuados no fue acertada. Pero nadie esperaba la acción violenta de los narcos.

Familiares del agente gaditano fallecido en Barbate se abrazan durante el funeral.
Familiares del agente gaditano fallecido en Barbate se abrazan durante el funeral. / Jesús Marín

Esa misma mañana, en Algeciras, el ministro Fernando Grande-Marlaska había presentado la ampliación hasta 2025 del Plan Especial de Seguridad para el Campo de Gibraltar y manifestado que se estaba ganando la guerra contra el narcotráfico en el Sur de España. Los hechos le quitaron la razón.

Tras el ataque, la Guardia Civil moviliza a todos sus hombres para buscar a los responsables. Llegan agentes desde todos los puntos, algunos de ellos no están libres de servicios pero saben que hay que actuar con rapidez para capturar a los tripulantes de la goma.

Al cabo de las pocos horas, ya hay varios detenidos en Sotogrande. La mayoría son de La Línea de la Concepción. El foco se pone sobre el presunto piloto de la narcolancha que ha arrollado a los agentes: Kiko El Cabra, que arrastra una larga ristra de antecedentes. Sin embargo, tanto Kiko como el resto de detenidos afirman que ellos no tripulaban la narcolancha que causó la tragedia. Se viven momentos de tensión en Barbate. Hay concentraciones de repulsa frente al Ayuntamiento. El ministro del Interior prefiere no hacer acto de presencia en el pueblo. La fiscal jefa antidroga, Ana Villagómez, realiza unas duras declaraciones en la cadena SER. “Las narcolanchas campan a sus anchas. Espero que este sábado no vengan al funeral de los guardias civiles en Barbate a dar el pésame cuando después no dan los medios que hacen falta”, aludiendo sin citar al Ministerio del Interior. “Y lo digo así de duro porque así de duro es”.

Tras ser puestos a disposición de la justicia, los detenidos son enviados a prisión, desde donde sus abogados insisten en su inocencia. Afirman que la narcolancha que atacó a la patrullera de la Guardia Civil tenía cuatro motores y una antena, mientras que la que fue intervenida el día después de los hechos también era cuatrimotor, pero portaba dos antenas. La prueba definitiva es un vídeo grabado desde la goma donde iba El Cabra en la que se observa el momento de la colisión.

El 8 de mayo se hace público que una profunda investigación llevada a cabo por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y agentes de Policía Judicial de la Comandancia de Cádiz han llegado a la conclusión de que la narcolancha pilotada por Kiko el Cabra junto a otros cinco miembros de su banda no fue la que arroyó a la zodiac en la que viajaban los guardias civiles Miguel Ángel Gómez González y David Pérez Carracedo. Todas las miradas se centran en Karim El Baqqali, alías Karim Gabarde, un marroquí sobrino de Abdellah El Merabet, alias Pus Pus, al que fuentes policiales sitúan a la cabeza de uno de los clanes más importantes del narcotráfico en la Costa del Sol.

El Gobierno de España pide una requisitoria al marroquí para que le entregue a Karim. No hay convenio de extradición entre ambos países, pero los propios capos del narcotráfico en el Estrecho saben que la situación es insostenible y que la presión a la que están siendo sometidos tras la muerte de los agentes sólo aflojarán sacrificando al responsable.

Karim El Baqqali, siendo reseñado en la Comandancia de Cádiz.
Karim El Baqqali, siendo reseñado en la Comandancia de Cádiz. / Diario de Cádiz

En la madrugada del 19 de septiembre, Karim El Baqqali se entrega en presencia de su abogado en la barbateña playa de la Hierbabuena. Es una entrega voluntaria entre comillas, puesto que incluso su tío ha presionado para que se ponga en manos de la justicia española y responda por sus actos.

En su declaración ante el juez asegura que no quiso matar a los agentes y que fue un accidente, que no pudo esquivarlos. La familia de los fallecidos y las asociaciones de guardias civiles no están conformes. Piden que sea juzgado por asesinato. Es enviado a la prisión de Puerto II, desde donde pocos días después se traslada hasta la de Botafuegos, en Algeciras. La Fiscalía presenta en su contra dos cargos de asesinato y cuatro de intento de asesinato, y no de homicidio imprudente, como pide su defensa.

El 8 de noviembre, otros dos tripulantes de la narcolancha pilotada por Karim, se entregaban en el mismo lugar y en compañía del mismo letrado.

Los desgraciados sucesos de aquella noche de febrero siguen resonando todavía en toda la provincia como recordatorio de que la mal llamada guerra contra el narco se diferencia de cualquier otra en que difícilmente tendrá un final.

Cocaína en Algeciras

El puerto de Algeciras se ha convertido en una de las grandes puertas de cocaína al continente europeo. El método del gancho ciego, tan utilizado en puertos europeos como Rotterdam, Amberes o el propio de Algeciras, sigue utilizándose pero también se trafica a gran escala. Hasta el punto que el pasado 14 de octubre se llevó a cabo la incautación de 13 toneladas de cocaína por parte de la Policía Nacional y el Servicio de Vigilancia Aduanera. El valor de esta droga en el mercado negro habría alcanzado los 780 millones de euros La aprehensión ha sido la mayor de la historia de España y la segunda del continente (la mayor en un único contenedor) hasta el momento, y la operación es fruto de cuatro años de investigación y vigilancia de una empresa tapadera que supuestamente importaba frutas y que tenía su sede en la localidad alicantina de El Campello. Según informó la Policía, detrás está una vez más el poderoso cártel de los Balcanes, que cuenta con grupos en distintas partes del mundo, también en España.

Interceptados en Algeciras 13 toneladas de cocaína, el mayor alijo de cocaína en España.
Interceptados en Algeciras 13 toneladas de cocaína, el mayor alijo de cocaína en España. / EFE

Una de las aristas de esta operación que más titulares acaparó en la prensa nacional fue la posterior detención del jefe de la Sección de Delitos Económicos de la Jefatura Superior de la Policía Nacional en Madrid acusado de blanqueo de capitales y cohecho. El arrestado tenía un millón de euros en su despacho y más de 20 millones ocultos en las paredes de su domicilio en Alcalá de Henares por su presunto vínculo en distintas operaciones relacionadas con el narcotráfico, entre ellas la que se saldó con la incautación de las 13 toneladas de cocaína en Algeciras. En la misma operación también fue detenida su pareja, también policía en la Comisaría de Alcalá de Henares.

Asuntos Internos investiga la posible existencia de sociedades presuntamente vinculadas al inspector jefe y los activos este habría ido acumulando en criptomonedas.

El arrestado ascendió hace cuatro años a inspector jefe y antes de pasar a depender de la Jefatura Superior de Policía de Madrid estuvo destinado en la Unidad Central contra la Droga y Crimen Organizado (Udyco), en un grupo de la Brigada Central de Estupefacientes, estructura depende de la Comisaría General de Policía Judicial.

Más muertes por el narcotráfico

El año que ahora acaba ha sido especialmente trágico para el narcotráfico en la provincia. Al fatal suceso de Barbate hay que añadir otras muertes ocurrida en los últimos meses del año y que tuvieron lugar en el que es, sin lugar a dudas, el punto más caliente de entrada de hachís del planeta: la desembocadura del Guadalquivir.

El pasado 1 de septiembre una persona falleció y otras cuatro resultaron heridas graves en una operación contra el narcotráfico en Sanlúcar que impidió el alijo de 121 fardos de hachís. El dispositivo, formado por el Servicio Marítimo Cádiz y Huelva y junto al helicóptero, agentes de la Comandancia de Cádiz y el GAR, comenzó la persecución para impedir el desembarco del alijo, en el que tomaba parte una semirrígida con cuatro motores y cargada de droga.

Una vez que llegaron ambas a tierra comenzaron a alijar la carga hasta que hizo aparición el helicóptero. Los tripulantes huyeron a bordo de la narcolancha más grande, abandonando 47 fardos de hachís y la embarcación que hacía de guía. Se inició una persecución, a la que se sumó la embarcación de Vigilancia Aduanera, pero la narcolancha realizó un giro brusco y colisionó contra la costa tras cruzar en línea recta el río de lado a lado a máxima potencia. La embarcación volcó y uno de sus ocupantes falleció.

Más reciente aún está todavía la última muerte provocada por el narcotráfico y que tuvo lugar el pasado 14 de noviembre, cuando un joven que viajaba a bordo de una narcolancha murió tras una persecución en un operativo del Servicio Marítimo de la Guardia Civil. El fallecido tenía 22 años, residía en Algeciras y contaba con antecedentes por delito contra la salud pública.

Los hechos tuvieron lugar cuando la patrullera del Servicio Marítimo de la Guardia Civil, la Río Irati, interceptó una goma en el río Guadalquivir con cuatro ocupantes a bordo. En un momento de la intervención, ambas embarcaciones colisionaron. Entonces los supuestos narcotraficantes emprendieron la huida hacia el margen del río en Huelva.

Cuando los guardias civiles llegaron hasta la narcolancha se encontraron a un hombre agonizante en su interior con heridas de gravedad. Intentaron reanimarlo y asistirlo sin éxito. El resto de la tripulación ya se había fugado. En ese mismo operativo dos agentes resultaron heridos de cierta consideración.

Además, este incidente provocó que el Servicio Marítimo de la Guardia Civil estuviera varios días sin embarcaciones para vigilar el litoral gaditano.

Secuestro en Sanlúcar

El 19 de febrero los vecinos de Sanlúcar asistieron a un secuestro en directo. Pasaba unos minutos del mediodía cuando un tiroteo se escuchó en la calle Molinillo. Algunos testigos aseguraron haber visto cómo unos encapuchados habían introducido a una persona en una furgoneta. La Policía Nacional rápidamente comenzó a investigar el caso como un ajuste de cuentas. La víctima apareció al día siguiente con evidentes signos de tortura. Le habían cortado parte de una oreja y disparado varios tiros en las piernas. Luego lo abandonaron cerca de una gasolinera. Apenas cinco días después, los agentes fueron capaces de detener a tres hombres por su vinculación con los hechos. No obstante, no fue hasta el mes de julio cuando terminó de explotar la denominada operación Molinillo II, en la que casi un centenar de agentes se desplegaron por la zona de la Colonia Monte Algaida y Las Piletas y desarticularon una organización criminal franco-argelina dedicada a dar cobertura a los alijos así como extorsiones a miembros de otras organizaciones. Era la primera vez que se identificaba a un grupo de sicarios franco-argelinos venidos del extranjero y contratados por los narcos de Sanlúcar, quienes, hasta la fecha, resolvían sus problemillas con gente de confianza. El narcotráfico seguía con su escalada de violencia en la provincia.

Operación contra el petaqueo en Chiclana.
Operación contra el petaqueo en Chiclana. / Lourdes de Vicente

El auge del petaqueo

El año que ahora acaba ha asistido al auge y expansión del negocio del petaqueo, que se ha convertido en esencial para que le negocio del tráfico de drogas funcione. Desde que en 2018 el Gobierno prohibió el uso de semirrígidas, los grandes clanes del narcotráfico han convertido sus monstruos marinos de tres y cuatro motores fueraborda en la niña de sus ojos. Por ello no dudan en mantenerlos en altamar, al pairo, con los motores al ralentí, a la espera del alijo de rigor. Esto requiere que la logística sea cada vez más avanzada y está dando lugar a organizaciones criminales que sacan auténticas millonadas por vender petacas de 25 litros de gasolina a 500 euros, multiplicando por diez su valor real. Operaciones importantes de la Guardia Civil, la Policía Nacional y el DAVA han conseguido no sólo detener a decenas de delincuentes sino que, al demostrar su pertenencia a una banda criminal, se dicen órdenes de entrada en prisión preventiva a espera de juicio.

Los caños de Sancti Petri se han convertido en epicentro de un negocio que va a más y que extiende sus tentáculos por otros puntos de la provincia, como el río Guadalete o, claro está, el Bajo Guadalquivir, una auténtica autopista del hachís por donde es muy complicado hacer frente a las narcolanchas.

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