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Discreto estreno del tranvía en San Fernando: "Yo me subo por la novelería, para dar una vueltecita"

Los primeros viajes el TramBahía a su paso por San Fernando encajan con suma normalidad y sin llamar demasiado la atención de los ciudadanos

Muchos acuden a las paradas para resolver sus dudas ante el funcionamiento del nuevo medio de transporte

El tranvía de la Bahía echa a rodar: "Por fin ve la luz"

El primer tranvía, a su paso por la calle Real de San Fernando, con la Iglesia Mayor al fondo. / Jesús Marín

San Fernando/Si alguien esperaba en la tarde de este miércoles a una avalancha de isleños empujando en las paradas de la calle Real para entrar en el primer tranvía se ha quedado con las ganas. La puesta en servicio del nuevo medio de transporte metropolitano, que se ha llevado a cabo tras la inauguración oficial que ha presidido Juanma Moreno, ha estado lejos de resultar exultante, quizá por aquello del hastío y del creciente escepticismo que el proyecto ha causado entre la población tras 16 años de espera.

Aunque hay que reconocer que el tranvía de la Bahía, al menos en sus primeros viajes, ha encajado con pasmosa normalidad y discreción a su paso por San Fernando. Tanto que parecía que llevaba ya años funcionando, dada la escasa atención que recibía por parte de los viandantes. Quizá sea también por el largo tiempo que estas unidades llevan circulando vacías para acometer las correspondientes pruebas previas, que ha hecho que la gente se acostumbre a su paso. O quizá fuera la hora, mediada ya la tarde, poco proclive a arrastrar a una gran afluencia de viajeros. Pero lo cierto es que el tranvía no ha llamado especialmente la atención en sus primeros viajes 'de verdad' por La Isla.

Viajeros procedentes de Chiclana pasan por delante del Ayuntamiento isleño. / Jesús Marín

Eso sí, el primer convoy procedente de la vecina localidad de Chiclana ha atravesado la arteria principal de La Isla pasadas las cinco de la tarde bien lleno y haciendo gala de un ambiente de lo más animado: con los viajeros tocando palmas, cantando Aquellos duros antiguos y saludando alegremente desde la ventanilla a la gente que cruzaba por la calle Real. Y prácticamente nadie se ha bajado en La Isla. Han seguido el recorrido hasta la capital gaditana.

Claro que la puesta en marcha del TramBahía ha suscitado bastante curiosidad. Y se ha visto a bastantes isleños intentando resolver sus dudas -que no eran pocas- en las paradas del tranvía. "¿Se pueden subir bicicletas?", "¿Y patines?", "¿Es gratuito?"...

Muchos han aprovechado expresamente para acudir a las paradas para comprobar su funcionamiento y aclararse. "Yo mañana tengo que ir con mi madre al hospital y quería saber si me valía la tarjeta del Consorcio", explicaba uno de esos potenciales usuarios del tranvía en la parada de la plaza del Rey, que a esas horas de la tarde en la que circulaban los primeros tranvías era la que más ambiente ofrecía en La Isla.

Viajeros bajándose en una parada de La Isla. / Jesús Marín

Allí, una empleada del tranvía -supervisora comercial- se encargaba de ayudar al personal a sacar billetes, los abonos de Renfe -que se pueden expedir en las máquinas que hay en las paradas- y facilitaba información acerca de los horarios, frecuencias de paso, los transbordos en el apeadero de Río Arillo... Este personal estará especialmente presente en estos primeros días de la puesta en servicio del tranvía, moviéndose entre las paradas, resolviendo dudas, ayudando... Hasta que la gente se acostumbre al funcionamiento del tranvía.

Porque para muchas personas -y especialmente para los más mayores- subirse al tranvía o sacarse el abono supone "demasiado jaleo", como reconocía una de las primeras viajeras, que aguardaba en la calle Real con la intención de hacer el recorrido hasta Chiclana.

Una viajera se sube al tranvía en una parada de San Fernando. / Jesús Marín

"A mí es que me viene fenomenal para el trabajo. Tengo que ir todos los días a Chiclana y hasta ahora me iba en coche pero ahora ya ves...", admitía otro de esos isleños que ayer acudió a las paradas para informarse del funcionamiento del tranvía y terminó sacándose el abono gratuito. "Lo malo -apostillaba- es el tiempo que tarda, eso sí".

Entre los primeros viajeros que se subieron en La Isla no había dudas: todos eran unos convencidos del tranvía. Y por supuesto, entre ellos, se encontraban los que acudieron "por la novedad", "para estrenarlo con un viajecito" o, incluso, "para ir a Cádiz a merendar churros". "Yo me quiero subir por la novelería, para dar una vueltecita", confesaba sin rubor una señora en la parada. "Ya que es nuevo...".

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