Actriz de la obra maestra 'Vida en sombras'
Debutó como protagonista en el cine con su entonces esposo Fernán Gómez
Sevilla/María Dolores Pradera fue más actriz de teatro que de cine y más cantante que actriz de teatro. Nacida a principios de los años 40 casi a la vez a la pantalla y al escenario, se fue haciendo una carrera teatral como meritoria de las compañías de Antonio Vico y Carmen Carbonell y de Guadalupe Muñoz Sampedro, y una carrera cinematográfica como secundaria. El teatro la llevó al cine. Debutó con un minúsculo papel en Porque te vi llorar de Orduña (1941) y Guadalupe Muñoz Sampedro la incluyó en el reparto de Mi vida en tus manos (1942) de Antonio de Obregón -cineasta, escritor, periodista y crítico de cine que pasó de amigo y colaborador de Ortega y Gasset, Unamuno o Valle-Inclán a falangista- que interpretaban la Sampedro, Julio Peña e Isabel de Pomés. Tras la siguiente Antes de entrar, dejen salir (1943), una comedia de Antonio Paso filmada por Fleischner -con quien volvería a trabajar en Noche decisiva (1945)- con el popularísimo Valeriano León al frente del reparto, obtuvo papeles más relevantes, pero siempre secundarios, interpretando a la aristócrata Leonor en Altar mayor de Delgrás (1943), una joven frívola en Yo no me caso de Orduña (1944), Doña Constanza en Inés de Castro de Leitao de Barros (1944) y la hermana de Teresa Mancha, la mujer por la que Espronceda se suicidó, en Espronceda de Fernando Alonso, en la que Armando Calvo y Amparo Rivelles interpretaban al escritor y su amante.
En 1946 trabajó en Es peligroso asomarse al exterior, siempre como secundaria y junto a Fernando Fernán Gómez, con quien se había casado el año anterior. Obtuvo su primer papel protagonista, otra vez con Fernán Gómez, en Los habitantes de la casa deshabitada de Gonzalo Delgrás, basada en la popular obra de Jardiel Poncela que habían estrenado en teatro cuatro años antes José Orjas y Milagros Leal. Tras ella llegaron sus dos mejores películas, ambas en 1948, dos obras tan extraordinarias como raras para la época: Embrujo de Carlos Serrano de Osma (1948), interesante extravagancia folclo-surreal-telúrica con Manolo Caracol y Lola Flores, y Vida en sombras, un hermoso melodrama de cine en el cine dirigida por Lorenzo Llobet-Gràcia. Interpretada también junto a Fernán Gómez, ésta es sin duda la mejor película de María Dolores Pradera. Desgraciadamente la censura impidió su estreno, que no pudo realizarse hasta 1953 en cines de segunda categoría, arruinando a la productora y al director. Sólo se conservaron dos copias en 16 mm., una de las cuales fue restaurada por Ferrán Alberich en 1983, quien también le dedicó el documental Bajo el signo de las sombras y la presentó en los festivales de Barcelona y Venecia con el éxito que esta pequeña obra maestra merecía.
Tras ellas la carrera de Pradera tuvo menos interés, destacando sólo Zalacaín el aventurero (1955) de Orduña. Se retiró casi totalmente del cine en 1962 porque en esa fecha, tras su debut como cantante profesional en 1952 en el club Alazán y la grabación de su primer disco en 1960, se había convertido en una estrella de la canción que había de brillar durante más de seis décadas para no extinguirse nunca.
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