La ciudad y los días
Carlos Colón
Nunca estuvieron todos
I Concurso Internacional de Piano Ciudad de Málaga
Pablo Amorós nació en Córdoba, pero reside en Málaga desde hace casi un lustro. Pianista formado con Alicia de Larrocha y Cristina Bruno, el año pasado decidió poner freno a su propia carrera artística para desarrollar una idea que le rondaba la cabeza, crear un concurso de piano en su ciudad de residencia. Contó desde el principio con el respaldo del Ayuntamiento, cuyo alcalde, Francisco de la Torre, reconocido melómano, lo ayudó para sumar a la iniciativa a la Diputación malagueña y la Fundación Unicaja. Con eso y con el apoyo incondicional de su esposa, Cuca Villén, una actriz convertida en productora, gestora y agente de músicos, Amorós se lanzó a una aventura que algunos amigos le desaconsejaron, pero que ha culminado su primera etapa de manera feliz. “Aunque sólo fuera por la satisfacción personal ha valido la pena”, me comenta.
La maquinaria se puso en marcha en junio de 2023. Lo primero era hacer un presupuesto realista (rondará los 160.000 euros), lograr patrocinios (una docena de implicados, que ha puesto casi el 30% del total, correspondiendo el resto a las instituciones) y trazar un plan de actuación. “No tenía ninguna experiencia y quizás me precipité al lanzar la convocatoria demasiado pronto, en diciembre. A dos días de finalizar el plazo sólo había cuatro inscritos. Pensaba que tendría que cancelarlo, pero en esos últimos dos días se apuntaron noventa y siete aspirantes.” Como no había presupuesto para un comité de selección, él mismo estudió pacientemente los expedientes de los 101 inscritos y vio y repasó los vídeos de 25 minutos que tuvo que adjuntar cada uno. Seleccionó a veinticuatro pianistas de doce países diferentes, de los cuales seis se dieron de baja antes de la primera prueba.
La apuesta quería ser fuerte desde el inicio. Por eso el ganador se lleva 20.000 euros, cantidad que aún está lejos de las grandes cifras que manejan los más reputados premios internacionales, pero muy competitiva dentro del ámbito español. Además al triunfador se le asegura una gira de cinco conciertos, que Amorós considera insuficientes: “El año próximo conseguiremos más; tenemos negociaciones avanzadas con orquestas y teatros. Nuestra puesta en marcha ha coincidido con la noticia de la desaparición del Paloma O’Shea de Santander; aspiramos a ocupar su espacio”.
El entusiasta pianista cordobés siente la cercanía geográfica del veterano y prestigioso Premio Jaén, que ha celebrado ya sesenta y cinco ediciones, “más como un acicate que como una amenaza”. También es un modelo, pues su estructura competitiva es muy parecida: dos fases eliminatorias con actuaciones solistas (de 25 y 50 minutos respectivamente), semifinales para la música de cámara (un quinteto con cuerda) y final para el concierto con orquesta.
El concurso se inauguró el 7 de junio con un recital de Elisabeth Leonskaja en la Sala María Cristina de la Fundación Unicaja. Pese a que la insigne artista de Tiflis no había actuado nunca antes en Málaga y el programa era de enorme atractivo (las tres últimas Sonatas de Beethoven, gran especialidad), la sala estuvo muy lejos del lleno. “Pensé que nos quitarían las entradas de las manos, y me equivoqué, a pesar de que hemos hecho un esfuerzo notable en comunicación; lo mejoraremos el año próximo”, me cuenta.
Las eliminatorias tuvieron también lugar en la bella sala de la Fundación Unicaja. El jurado internacional –presidido por el propio Amorós y que contó como vocales con el cubano Jorge Luis Prats, el argentino Alberto Portugheis, el estonio Sten Lassmann, la rusa Nadia Zhdanova y los españoles Juan Miguel Moreno Calderón y José María Moreno–, escogió a dos pianistas chinos (Jialin Yao y Haolun Sun), dos rusos (Serguéi Beliavski y Andrei Zenin), un checo (Jan Cmejla) y un español (Emin Kiourktchian, hijo de un contrabajista armenio de la Orquesta de Córdoba) para las semifinales, que se celebraron el día 13. La noche antes la joven pianista rusa de 16 años Alexandra Dovgan, residente en Mijas, ofreció junto a la Orquesta Filarmónica de Málaga un intenso Concierto de Grieg, plagado de contrastes de color y dinámicas. La orquesta, dirigida por su titular, José María Moreno, añadió una enérgica 1ª de Brahms.
Para las semifinales se contó con el Cuarteto Thyssen, un joven conjunto malagueño con apenas dos años de vida, que salvó la papeleta con algún que otro contratiempo. Cuatro de los seis seleccionados escogieron para su concurso el Quinteto Op.81 de Dvořák, mientras Cmejla tocaba el Op.44 de Schumann y Beliavski el Quinteto de Cesar Franck, obra compleja que acabó siendo una trampa para el cuarteto (e indirectamente para el propio pianista).
Larga fue la deliberación del jurado, que terminó por escoger para la final al joven cordobés Kiourktchian (19 años), un pianista de enorme talento y temperamental hasta lo volcánico; al ruso Beliavski (30 años), experimentado, de sonido poderoso y redondo; y al chino Yao (25 años), músico exquisito y elegante, un poeta del piano, que finalmente ganó el Premio a la mejor interpretación camerística, patrocinado por la agencia Sol Classic Management (1000 euros y diploma).
La final se disputó el sábado 15 en el Auditorio Edgar Neville con la sala llena (391 localidades) y contó con la participación de la Orquesta Filarmónica de Málaga dirigida por Salvador Vázquez, el malagueño recién nombrado titular de la Orquesta de Córdoba. Abrió Kiourktchian con un 2º de Rajmáninov tan intenso, ardiente y desbocado como era de esperar; siguió Yao con un 1º de Chopin delicadísimo, transparente, repleto de detalles polícromos, acaso falto de un punto de vigor; y cerró Beliavski repitiendo el Rajmáninov de forma muy académica, pero con una sensación de seguridad que acabó valiéndole el Primer Premio, patrocinado por Soho Boutique Hoteles (20.000 euros, diploma y trofeo diseñado por el estudio de arquitectura Flow 81, además de la gira).
Yao se llevó el segundo (10.000 euros y diploma) y Kiourktchian, el tercero, patrocinado por Champagne Taittinger (6.000 euros y diploma), aparte, obviamente, del especial concedido al español mejor clasificado, que patrocinaba Royal Pianos y Shigeru Kawai (1.500 euros y diploma).
En la ceremonia de entrega de premios se respiraba satisfacción por lo conseguido. La voluntad de Pablo Amorós es mantener el concurso con convocatorias anuales, al menos hasta 2027, cuando dependiendo de su evolución y crecimiento, se planteará la posibilidad de cambiar su periodicidad. “Hemos aprendido mucho este año. Ya trabajamos en el próximo [previsto para las mismas fechas de 2024 y con el genial pianista armenio-estadounidense Serguéi Babayan como presidente del jurado]. Lo haremos todo mejor”. Si los buenos augurios de esta primera edición se confirman en el futuro, a la “Málaga, ciudad de museos” quizás haya que añadir en breve “y de pianos”.
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