Fatiga de combate
LA I GUERRA MUNDIAL EN EL CINE
Ambientada en un hospital de guerra en Escocia en 1917, 'Regeneration' aborda la relación entre un grupo de soldados británicos en tratamiento tras sufrir 'trastorno por estrés postraumático'.
Regeneration (1997), de Gilies MacKinnon.
Entre las imágenes cinematográficas (documentales, de ficción o propaganda) que se conservan de la Primera Guerra Mundial, todas ellas cuidadosamente recopiladas y organizadas recientemente en el proyecto European Film Gateway 1914, en el que han participado más de 30 filmotecas con la donación de fondos puestos a disposición de cualquier interesado en la web http://europeanfilmgateway.eu/1914, no sólo se encuentran valiosísimos materiales de archivo de algunas batallas (entre ellas, la de Somme), sino también otras que resultan mucho más sobrecogedoras e impactantes a pesar de haberse filmado lejos de las trincheras. Nos referimos a los documentales y noticiarios rodados en los hospitales y centros sanitarios a donde fueron a parar muchos heridos de guerra o soldados con graves trastornos mentales provocados por la contienda.
Conocido como shell shock o fatiga de combate, confundido torticeramente con un gesto de cobardía por parte de algunas autoridades militares, rebautizado ya en la Segunda Guerra Mundial como trastorno por estrés postraumático (del que se ha ocupado, por ejemplo, la más reciente The Master, de Paul Thomas Anderson), este trauma ha sido descrito médicamente como una reacción psicopatológica a la intensidad de los bombardeos y la lucha que se manifestaba en los soldados de diferentes maneras: ataques de pánico, pérdida del habla o de la capacidad de andar, convulsiones nerviosas y espasmos, parálisis, imposibilidad de conciliar el sueño o pesadillas recurrentes. Una pérdida completa del autocontrol, del raciocinio incluso, que puede verse en algunos documentales que, junto a otros materiales gráficos que muestran mutilaciones y deformaciones faciales como consecuencia de los morteros y las bombas, nos han dejado las que, sin duda, son las imágenes más escalofriantes y terriblemente inolvidables de la Gran Guerra.
Precisamente sobre varios de estos casos trata Regeneration, de Gillies MacKinnon, una coproducción anglo-canadiense basada en la novela homónima de Pat Barker e inspirada en hechos y personajes reales que se acerca a estas fatigas de combate a través de la convivencia de varios soldados del ejército británico ingresados en el hospital escocés de Craiglockhart durante el verano de 1917. Un filme con una extraña cualidad melancólica, crepuscular y lírica que procede no sólo del hecho de que dos de sus protagonistas, Wilfred Owen (1893-1918) y Siegfried Sassoon (1886-1967), sean poetas y escriban versos sobre la guerra, sino también del tono y las formas elegidas por MacKinnon (de cuya carrera ésta es la cima) para aproximarse con sutileza y cierta emotividad a un asunto que se debate en interiores y conversaciones, en el cara a cara entre hombres, médicos, militares y soldados, antes que en la representación de la contienda, que aparece aquí como un eco sombrío en algunas secuencias puntuales a modo de flash-backs, recuerdos o pesadillas filmadas con cierta estilización visual.
El hospital no es exactamente un lugar de reposo. Sus prácticas de tratamiento, lideradas por el doctor y Capitán William Rivers que interpreta Jonathan Pryce (Brazil, Carrington), se acercan al psicoanálisis como método para la curación de los efectos del trauma. Más allá de este personaje, conciencia moral del (sin)sentido o los daños colaterales de la guerra, los soldados protagonistas encarnan varios tipos en los que se manifiestan la rebeldía, el miedo o el desencanto como reacciones a tres años de batallas y derrotas. Sassoon, interpretado por James Wilby (Maurice), es un mando condecorado y temerario que ha decidido desafiar a sus superiores cansado de su ineficacia en el combate. Su carta de llamada de atención, Finished with the war, a soldier's declaration, publicada por el Times de Londres, lo lleva al hospital con el propósito de darle una posibilidad de retractación, curarlo y recuperarlo para el combate. A su lado, el soldado Callan (Kevin McKidd) simula haber perdido el habla y es sometido a agresivas sesiones de electroshock, el soldado Prior (John Lee Miller) consigue, tras una sesión de hipnosis, liberarse de la ira y de la culpa que lo atenazan, y el tímido y discreto soldado Owen (Stuart Bunce) se anima a escribir poemas sobre la guerra siguiendo los consejos de Sassoon, a quien admiraba desde tiempo atrás.
Centrada en las relaciones entres estos hombres heridos, orgullosos, derrotados o traumatizados, en sus sesiones de terapia, paseos y conversaciones en el hospital y el pueblo cercano, donde se apunta incluso una pequeña historia de amor, Regeneration va creando una atmósfera de reflexión y melancolía (apuntalada por la fotografía de tonos ocres de Glen MacPherson y banda sonora elegíaca de Mychael Danna) que transfiere los miedos y ánimos de unos a otros (el doctor acaba siendo, a la postre, paciente de sí mismo), cincelando un mensaje no tanto abiertamente antibelicista como crítico con las políticas de la guerra desde las altas esferas (una vez más, constante de todas estas películas que asoman por esta serie), levantando, en fin, un pequeño gran retrato coral y humanista en tiempos de desesperación y muerte.
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