"Antes que cantaor soy buscador de vivencias"
Juanfra Carrasco | cantaor
El intérprete extremeño actuará esta noche en la Sala X como parte del ciclo Flamenco Sync
La Sala X apuesta por el flamenco
Tres golpes de profundas resonancias
Juanfra Carrasco tiene una voz hecha de bronce y humo que puede provocar escalofríos en la audiencia. Una voz que penetrará en nuestros estremecidos corazones esta noche, cuando la escuchemos en la Sala X, donde el cantaor aparecerá, formando parte del ciclo Flamenco Sync, acompañado a la guitarra por el Perla. Su estilo, recogido del fondo de las raíces de la dura tierra extremeña, se suavizó con el olor a azahar de Sevilla, a donde vino cargado de más sueños que posibilidades para encarrilar una carrera que ya perfilaba desde unos años antes. Su cante se hizo pulido como alumno de la Fundación Cristina Heeren y abrupto como morador de las noches y madrugás trianeras.
-Comenzó su carrera en tierras extremeñas y se afianzó en Sevilla.
-Me vine de mi tierra con 17 años. Toda mi vida me ha gustado el flamenco y aunque canté por primera vez con seis años no esperaba ser cantaor, pero mi padre me apuntó a un concurso de la tele y ahí me picó el gusanillo, conocí gente, sobre todo a Miguel de Tena, que fue mi primer maestro, y me empezó a interesar. Siempre escuchaba mucho cante, a Vallejo, El Gordito de Triana, Caracol, La Niña de los Peines, Porrinas, Farina; esos siempre han sido mis cantaores de blanco y negro, como yo les llamo. No tengo la cultura musical de otra gente, que entiende de jazz, de blues, a mí lo que me gusta es el flamenco. Y me vine a Sevilla porque había escuchado que aquí había una escuela en la que, en vez de ir por las mañanas a aprender matemáticas y lengua, lo que había en ella era cante. Con maestros muy buenos aprendí disciplina en el cante, maneras de cantar, que me aportaba cada uno. Siempre he intentado coger la manera de cantar de Sevilla, porque para mí es la cuna del arte; pero sin perder nunca lo mío, que soy extremeño de padre y madre y eso es lo que me identifica. Yo suelo decir que no canto, sino que me gusta contar lo poquito que he vivido, y por eso la gente sabe rápidamente de dónde soy sin que yo se lo diga. Mi vida me sale en el cante, salen cada uno de aquellos con los que he estado: Luis Peña, El Marsellés, Guillermo Manzano, Pepe Torres, de los que siempre he buscado algo, porque antes que cantaor yo soy buscador de vivencias.
-Porrinas en Extremadura, Caracol en Sevilla. ¿Cuál ha sido un espejo mejor en el que mirarse?
-En mis inicios me daba cuenta del valor que tiene lo que hizo Porrinas, que ha sido mi ídolo y el de mi padre; pero, claro, yo tengo la voz gorda y mi padre me decía que escuchase a Farina. Y cuando después escuché a Caracol en una película muy antigua de la que no recuerdo siquiera el título, me impregné de él y pasó a ser mi ídolo para siempre junto a Porrinas, pero no se puede decir cuál es mejor. Es como si comparas a Mbappé y Bellingham; puedes decir cuál es más mediático, pero no cuál es mejor. Y luego están otros cantes con los que te puedes quedar, como los de Chocolate, o Mairena. Pero no soy de calificar de mejor ni peor.
-Aunque se hiciese cantaor aquí, le salen las raíces de su tierra.
-Me he criado escuchando una malagueña, una taranta, muchos fandangos de todos los estilos, del Pena, de Pepe Aznalcóllar, del Niño de Fregenal, del Carbonerillo; escuchar los fandangos tal como son te da mucha fluidez en el cante, sobre todo en mi tierra, que tenemos mucha velocidad en la voz. Allí hemos aprendido a cantar otros cantes diferentes; aquí veo que lo primero que le enseñan a un niño es un soniquete, que luego no veas cómo lo desarrolla; pero en mi tierra ve usted a un niño y se canta una taranta al tres por medio, o un fandango de Porrinas.
-Y después llegó Camarón y se quedó usted también impregnado de él.
-Me quedé con Camarón en más cosas que el cante. Le escucho hablando, porque es una persona que hablaba con metáforas y yo le entendía. En Triana, aparte del cante, me hicieron aprender esas metáforas en el arte. Camarón era un genio. Yo soy camaronero, soy caracolero, soy chocolatero, pero intento inspirarme en mis cosas, intento no imitarlos.
-A la Sala X viene usted con el Perla a la guitarra. También ha tenido usted mucho a su lado a otro gran guitarrista como Pepe del Morao. Siempre he tenido curiosidad por saber si un cantaor supedita su cante al guitarrista que lo acompaña.
-Yo cambio totalmente según el guitarrista que me acompañe. Hay cantaores que tienen el don de cantar bien aunque los acompañe el picheo de una perdiz, a esos los admiro; tienen clarísimo lo que hacen y están muy seguros de sí mismos; también lo da los años de profesión. Pero para mí la guitarra es muy importante en todo momento. La guitarra es la hermana del flamenco, porque si no hay guitarra no hay cante; en un escenario, en la calle puedes hacer lo que quieras. Pero como se suele decir, en el ruedo, si no llevas capa no hay torero. Yo me he hecho con el Perla y en él veo la guitarra de Sevilla; es mi amigo, mi guitarrista y con él voy bordao. Y voy también a gusto con Pepe, con David de Arahal, con el Nono, con Rubén Lara, porque son jóvenes como yo y nos entendemos.
-En la anterior Bienal estuvo usted en una actividad paralela, con jóvenes de su tierra. ¿Cuándo tendrá un papel protagonista?
-Tengo ganas de ir y que me dejen cantar, solo eso; que llevo doce años en Sevilla, tengo buenos premios y me escucha mucha gente, gracias a Dios. Le he sido fiel al flamenco, no me he apartado de él en los momentos duros; me gusta la seguiriya, me gusta la soleá, y me gustaría expresarlo en la Bienal; que me escucharan. Este año voy con Guadiana y con la gente de mi tierra, y estoy muy agradecido, pero me encantaría que en ediciones siguientes pudiese estar con mi propio proyecto, con las cosas que tengo en mente. Sería un regalo.
-¿Hay futuro en el flamenco para la gente de su tierra?
-Mi tierra es muy flamenca, pero está allí muy sola, no tiene ni AVE. Yo voy allí y me cambia la voz, cuando me pego un mes allí subo medio tono; no sé qué tendrá aquello, por eso sigo yendo a ella. Y cuando los cantaores de allí vienen a Andalucía da gozo escucharlos. Mi tierra debería tener un poquito más de consciencia de lo que tenemos allí. Y tendríamos que recibir más apoyo.
-Tangos de Granada, Morente, cantes de Levante; usted no se prodiga en esos estilos de la parte oriental andaluza, ¿no le gustan?
-Sí, hombre, me encantan. Tengo el Sol de Plata en Lorca, cantando cantes de Levante. Siempre me han gustado la taranta, los tarantos, las cartageneras. Lo que le digo es que al torero para verlo hay que darle toro. Los jóvenes queremos cantar; claro que me gusta Morente, pero tengo que dar en los conciertos lo que yo soy. Y a veces canto tangos de Triana, tangos de Cádiz, pero siempre intento acordarme de lo mío, que soy extremeño.
-Prácticamente le escuchamos solo en directo o en videos de Youtube. Solo tiene grabados un par de cantes.
-No he ido mucho al estudio de grabación y soy una persona que tendría que ser amigo del estudio. Para el cante, como para la vida, soy una persona de inspiración. Si fuese a un estudio una mañana de doce a dos, sería capaz de grabar un disco entero, de las ganas que tengo; pero le tengo mucho respeto al flamenco porque he tenido maestros que me lo han enseñado y no quiero grabar una cosa que otro haya grabado, quiero grabar algo mío, de mi inspiración; que aunque no vaya a inventar nada porque ya está todo inventado, pero sí cambiándole cosillas, sin salirme de la base.
-Muchos intérpretes jóvenes se han acercado al flamenco desde la heterodoxia, usted no. ¿No le atrae la mezcla del flamenco con otros géneros?
-Me atrae mucho, pero siento que primero debo darle a la gente lo que yo soy. Creo que todavía no hemos explotado el flamenco todo lo debido. Mi bulería Mi jardín de rosas es una mezcla en realidad; en esa bulería he intentado meter pureza y meter algo para los jóvenes, sin dejar de ser mía; hay bombo, electrónica, que Israel Fernández, Marcos Carpio, Manuel Moneo, que la han producido, han metido con arte; pero también hay una guitarra, que no me gusta que quiten una guitarra del cante y aquí Yeray Cortés la hace sonar de forma admirable. La guitarra y las palmas deben estar ahí, eso es el cante para mí.
-Le marcan los cánones establecidos, no se sale mucho más allá de los límites.
-A mí me encanta ir más allá; no tengo las mismas facultades que tenía Camarón, que tenía Caracol, es que no se puede. Como en el baile: nadie va a bailar como Farruquito, como Pepe Torres, como el Marsellés, cada uno tiene sus maneras, todos han bebido de otros maestros, pero todos tienen sus formas propias, porque uno tiene un cuerpo, otro tiene otro; entonces yo no puedo cantar igual que Chocolate, o como Porrinas. Tendríamos que tener más presente a los maestros que aún viven, que eso es lo que nos hace falta a los jóvenes: maestros y respeto a los maestros.
-¿Qué nos va a cantar usted en la Sala X?
-Voy a cantar flamenco, lo mismo que cantaría en el Torres Macarena o en el Palau Sant Jordi. Le voy a cantar al público de flamenco y también al otro público habitual de esa sala; pero flamenco, de corazón, poniendo mi alma en él.
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