Ligeros pies de plomo
Tamara Drewe. Director: Stephen Frears. T.O.: 'Tamara Drewe'. País: Reino Unido. Año: 2010. Duración: 109 min. Intérpretes: Gemma Arterton, Luke Evans, Dominic Cooper, Roger Allam.
De todos los cineastas británicos de su generación (Loach, Leigh, Davies, Russell, Parker), Stephen Frears parece el que de forma más consciente ha renunciado a una vocación autoral para apostar por un ecléctico y versátil profesionalismo con una clara conciencia de estar sirviendo a una estética (la del realismo o la qualité) o a otra (la dinámica de los géneros) según realice sus encargos en Inglaterra, Europa o Estados Unidos.
Frears no es tampoco un cineasta que deje demasiada huella en sus películas, cuyo éxito depende siempre de la calidad de sus guiones. Así, si la flauta le ha sonado en ocasiones (The hit, Las amistades peligrosas, Los Timadores, Alta fidelidad, La Reina), en otras su artesanía y su oficio no han brillado demasiado sobre el papel (The Hi-Lo Country, La camioneta, Negocios ocultos).
A Frears le pasa también lo que a Woody Allen y a otros cineastas veteranos (excepciones: Oliveira, Resnais, Bellocchio, Skolimowski, etcétera), que parecen haber dejado de interesarse por el cine a cambio de una carrera cómoda y continua que les permita viajar y seguir recibiendo premios por el mundo. Un perfil perfecto para inaugurar un festival como éste.
Tamara Drewe pudiera parecer un intento de rejuvenecimiento con la adaptación del cómic de Posy Simmonds. Nada más lejos. Su película, un enredo coral de ambiente pastoril, flema británica y supuesto tono ligero, llega con fecha de caducidad pasada y un falso encanto para narrar las poco estimulantes idas y venidas de un grupo de personajes, escritores en su mayor parte, en una historia de raíz vodevilesca con una musa inspiradora en su epicentro. Abandonada a la inercia de su estructura y con poca voluntad de hacer dialogar al cine con el cómic más allá de algunas torpes escenas evocadoras o algunos efectillos rudimentarios, resulta además poco convincente que la señorita en cuestión (la rolliza Gemma Arterton) despierte las pasiones y transformaciones que despierta entre tanto varón en crisis y tanta colegiala en faldita con alma rebelde.
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