Muere María Dolores Pradera, la serena voz de las dos orillas
Obituario
La actriz y cantante fallece en su domicilio de Madrid a los 93 años, tras haber cosechado un fenomenal éxito tanto en España como en América
Madrid/A María Dolores Pradera no se le movía un pelo de su característico peinado cuando derramaba lisura cantando: sólo sus manos iban tejiendo las delicadas, y a veces desgarradas, canciones que la hicieron famosa durante más de 60 años de carrera. Su peculiar forma de decir las letras, con una exagerada extensión de la boca para pronunciar cada palabra, su cadencia milonguera, su fría elegancia, siempre vestida en escena con túnicas, mantones, ponchos, su empeño en mimar al público y su rechazo a las modas, todo ello le procuró, generación tras generación, la devoción por parte de su público y de sus colegas.
Pradera murió la madrugada del lunes al martes, a los 93 años. "Estaba bien, y de repente fue cayendo en picado y se puso muy malita. Pero hemos tenido la suerte de que nos ha vivido muchísimo", decía ayer Helena, la hija que tuvo junto a Fernando Fernán Gómez, con el que estuvo casada 12 años. Fue la gran dama de la canción que acercó las dos orillas del Atlántico: ella misma contó alguna vez que, dependiendo de dónde estuviera, la consideraban indistintamente mexicana, argentina o peruana. Esta faceta, la que le dio gloria artística, la compaginó en su juventud con el oficio de la interpretación, tanto en el cine como en el teatro (medio en el que obtuvo notables éxitos con obras como La Celestina, El jardín de los cerezos, Las tres perfectas casadas o Mariana Pineda), aunque se fue desligando de estas actividades a medida que su éxito cantando, por lo general versiones, "himnos" de amor y desamor como La flor de la canela, Toda una vida, Fina estampa, Se me olvidó otra vez, Contigo en la distancia, Esta tarde vi llover, El rosario, Amarraditos o El tiempo que te quede libre, se hacía cada vez más rotundo.
Nacida en Madrid, desde los 6 años vivió en Chile, donde su padre tenía negocios, y luego, ya de adulta, en México. Tras sus primeros pasos en el cine y el teatro, debutó como cantante en 1952 en la boite madrileña Alazán, pero su primer disco no llegó hasta 1960. En su larga trayectoria musical -gran parte de ella junto a Los Gemelos, los guitarristas Santiago y Julián López Hernández- está presente la obra de Chabuca, Horacio Guaraní, Mercedes Sosa, Sánchez Ferlosio, Amancio Prada o Carlos Cano. Entre sus discos sobresale A mis amigos, que grabó en 1988, un año después de volver a los escenarios, de los que había estado retirada desde 1983 por una enfermedad. As de corazones (1999), Canciones del alma (2003) y Al cabo del tiempo (2006), grabado con Los Sabandeños, son algunos de sus discos más vendidos.
Además de 30 Discos de Oro, poseía la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio (que recogió en febrero de 2017) y la Medalla de Oro de las Bellas Artes, entre otros muchos reconocimientos. Aunque a ella, como dijo una vez, lo que le hacía sentir un "orgullo infinito" era saber que había sido "una buena amiga para sus amigos". No es de extrañar, en fin, que el mundo llorara ayer su pérdida. "No he podido ni llorar esta mañana de la cantidad de recados que tenía de todo el mundo", decía emocionada su hija Helena, tras recibir muestras de cariño de Diana Navarro, Soledad Jiménez o Joaquín Sabina, que envió flores, al igual que la Academia de Cine o la Academia de las Artes Escénicas.
En internet se produjo el ya tradicional aluvión de condolencias vía Twitter -así lo hicieron Alejandro Sanz, Pablo Alborán, Luz Casal o Miguel Bosé-, pero también al tanatorio de Madrid se acercaron muchas otras personalidades: desde María Teresa Campos a Iñaki Gabilondo pasando por Ana Belén, Rosa León o Rosana, que muy afectada, conteniendo las lágrimas, la definió al llegar a la capilla ardiente como "humanamente única y, además, reversible, porque era mágica por dentro y por fuera".
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