Tradiciones navideñas con Mesías
Música Barroca | El Mesías de Savall
Jordi Savall publica su ‘Mesías’ de Haendel coincidiendo con el tiempo de Adviento, una época en la que se ha hecho habitual la presencia del oratorio en conciertos por todo el continente europeo
La ficha
Georg Friedrich Haendel (1685-1759): Messiah. An Oratorio HWV 56 (1742)
Rachel Redmond, soprano; Damien Guillou, contratenor; Nicholas Mulroy, tenor; Matthias Winckhler, barítono. La Capella Reial de Catalunya. Le Concert des Nations. Director: Jordi Savall
Alia Vox (2 CD)
Se ha convertido en rutina. Es llegar diciembre y todo se cubre de mesías. Y no, ahora no me refiero a los milenaristas apocalípticos que en las últimas semanas han empezado a brotar en el viejo solar europeo como setas en el otoño de Sierra Morena. Viene ocurriendo todos los diciembres desde hace muchos años. Nadie sabe muy bien cómo empezó la tradición, aunque parece ser importación americana, pues El Mesías de Haendel se estrenó en Dublín en la primavera de 1742 y estuvo vinculado durante al menos dos siglos a la Semana Santa y no a la Navidad.
La obra se hizo muy pronto popular en toda Inglaterra. En los diecisiete años de vida que aún le quedaban a Haendel, pudo escucharse en Londres más de treinta veces y, tras la muerte del compositor, su presencia siguió siendo una constante en la vida musical de la capital inglesa en uno de los ejemplos más formidables de perduración de un título a lo largo de más de 250 años.
Ese éxito se exportó con rapidez, pues en 1768 se documentan ya interpretaciones fuera de Inglaterra. Pronto llegaron también los arreglos, entre los que descuella el que hizo Mozart en 1789, y la obsesión por ofrecer versiones con masas corales y orquestales cada vez mayores. En 1787 se promociona ya una interpretación con 800 personas sobre el escenario. Pocas si se comparan con los 2765 coristas y los 460 instrumentistas que ocuparon el escenario del Crystal Palace con motivo del Gran Festival Haendel celebrado en 1857 o con los más de cuatro mil intérpretes en el mismo escenario de 1883.
Quizás de esta obsesión por el número nacieran también las interpretaciones hoy llamadas participativas, como las que sábado y domingo próximos volverá a ofrecer la Obra Cultural de la Fundación La Caixa en el Teatro de la Maestranza, y en las que a conjuntos y solistas profesionales se unen coros de aficionados situados en las terrazas.
Aceptemos tradición como el concepto que ha hecho perdurar un tipo de interpretaciones que pueden llegar realmente a desfigurar el sentido original de la obra, pero que a la vez han convertido El Mesías en el oratorio más célebre de la historia de la música y en la creación más difundida de su autor.
Paradójicamente, Messiah es uno de los oratorios más atípicos de Haendel. Cuando en la década de 1730 el compositor de Halle detectó que la ópera italiana se dirigía a una crisis aguda en Londres, empezó a componer un nuevo tipo de obras dramáticas para sus temporadas teatrales. Estaban escritas en inglés, no pensadas para ser representadas escénicamente (lo que suponía un considerable ahorro) y trataban temas religiosos de carácter narrativo, por norma, episodios del AntiguoTestamento o de las vidas de santos.En cambio, El Mesías está escrito a partir de un libreto de Charles JennensCharles Jennens que elude la narración para presentar una serie de estampas de la vida de Jesús, pero no a partir del relato evangélico, sino de las profecías que anunciaban su llegada.
La popularidad actual de El Mesías se debe tanto a su presencia anual en los escenarios de medio mundo como a la infinidad de registros discográficos que ha generado. Como la obra acompañó a Haendel durante el resto de su vida (la dirigió en el Covent Garden el 6 de abril de 1759, ya completamente ciego, ocho días antes de morir) no hay nada parecido a una versión oficial definitiva. Para su interpretación en gira por Dole, Besançon, París, Versalles y Barcelona durante el adviento de 2017, Jordi Savall recurrió a la partitura autógrafa conservada en la Biblioteca Británica de Londres que completó con las partes de oboe añadidas por Haendel para una interpretación en 1754 en el Foundling Hospital, institución que desde cuatro años antes ofrecía la obra en funciones benéficas todos los años.
Junto a sus bien experimentados conjuntos de La Capella Reial de Catalunya y Le Concert des Nations, que contó una vez más con el liderazgo desde el primer violín de Manfredo Kraemer, Savall reunió un elenco de cuatro solistas entre los que destaca de forma espectacular el contratenor Damien Guillou, por la elegancia en la expresión y la belleza diamantina del timbre, que contrasta vivamente con la opacidad aguerrida del tenor Nicholas Mulroy. La soprano Rachel Redmond y el barítono Matthias Winckhler completan el cuarteto para una versión de acentos mediterráneos del magno oratorio haendeliano.
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