El viaje familiar de Isabel Bayón
Bienal de Flamenco de Sevilla 2018
Tras el 'Dju-Dju' que le dirigiera Israel Galván, la bailaora sevillana volverá el próximo 29 de septiembre a la Bienal con 'Yo soy', un emotivo periplo por los recovecos de su memoria
Sevilla/Cuesta creerlo, pero Isabel Bayón, una de las bailaoras más completas del panorama flamenco actual, sin haber llegado aún a la cincuentena lleva 45 años paseando su baile por los escenarios de todo el mundo.
Durante casi medio siglo, esta flamenca menuda, trabajadora y perseverante como pocas -cualidades que heredó de su abuela, según contó ayer en el ensayo abierto con que la Bienal de Flamenco quiso presentar su espectáculo- ha hecho prácticamente de todo: entre otras muchas cosas, fue niña prodigio junto a Antonio Mairena, aprendió todos los secretos de la Escuela Sevillana de Baile Flamenco de la mano de su maestra Matilde Coral, sacó su vena de mujer fatal, dirigida por Pepa Gamboa, en La mujer y el pelele, se hizo serpiente para emular a Tórtola Valencia, ganó -con otros muchos, entre los que no falta el Premio Nacional de Danza, obtenido en 2013 en su modalidad de Interpretación- el Giraldillo al Mejor Espectáculo tras bailar un pasodoble con Miguel Poveda en La puerta abierta, cantó en alemán en Lo real de Israel Galván y hasta se convirtió en cabra, la reina de las cabras, en su polémico espectáculo Dju-Dju, estrenado en el Teatro de la Maestranza la Bienal pasada, dirigido por su amigo y compañero Israel Galván.
Tal vez por eso, dice Isabel, "en este momento de mi carrera y de mi vida, después de probar tantas cosas diferentes y de dejarme dirigir por otros artistas, tenía la necesidad de hacer algo completamente mío y, para lograrlo, tenía que averiguar quién soy ahora, reflexionar sobre mi esencia y reconocer lo mucho que, como le sucede a todo el mundo, he recibido o heredado -incluso genéticamente- de mi familia y de la gente que me ha rodeado en cada etapa de mi trayectoria".
De esa reflexión, hecha desde la más completa madurez artística, ha surgido Yo soy, el espectáculo que Isabel Bayón presentará el próximo 29 de septiembre en el Teatro Central, en el marco de la XX Bienal de Flamenco, "un escaparate en el que, después de tantos años, me encuentro como en mi casa", afirmó.
Según la artista, "Yo soy es un recorrido por mis raíces, por los recovecos de mi memoria, que he dividido en tres bloques: uno dedicado a mi abuela, de la que heredé la fuerza y esa capacidad para no rendirse nunca que la caracterizó en unos años de penurias y de pérdidas, los de la Guerra Civil, que no fueron nada fáciles; otro a mi madre, que no pudo ser cantaora como deseaba debido a las circunstancias de su época, y de la que he heredado entre otras cosas la sensibilidad; y el último que es el mío, tejido con mis recuerdos más actuales. No es una pieza fielmente autobiográfica, claro está, pero en Yo soy aparece una gran parte de los juegos y canciones que mi madre compartía conmigo de niña, el tesón de mi abuela, la música que yo escuchaba cuando era adolescente, lo mismo de Camarón o Manzanita que de Michael Jackson… Y todo desde mi momento actual como persona y como artista".
Los que conocen a Isabel Bayón saben que su cuerpo está hecho de pura danza y que su danza está siempre prendida y prendada de la música con la que ama dialogar. Se puede suponer, por tanto, que ese viaje por la memoria de Yo soy está perfectamente articulado en torno a la música. Así lo confirma uno de sus responsables más directos, el guitarrista y compositor Jesús Torres (marido, además, de Isabel Bayón): "Partiendo de los diversos ritmos del flamenco hemos construido una trama, una estructura musical que funciona como hilo conductor y que soporta todo ese abanico de cambios anímicos y de atmósferas que Isabel ha traducido al baile".
Torres compartirá escenario con otro guitarrista -también compañero de viaje de la bailaora en algunas etapas de su carrera- como es Paco Arriaga, con el percusionista José Carrasco y con dos cantaores que trabajan por vez primera con la sevillana: Juan de Mairena y el jerezano David Carpio. Aunque la mayoría de las mujeres se han quedado fuera de la escena -Carmen Fernández en la dirección, María Cabeza de Vaca en la asesoría coreográfica y El Mandaíto en la producción- en el escenario se oirá también una voz femenina: la de Sandra Carrasco. Esta peculiar cantaora hará una colaboración en la parte dedicada a la madre de la bailaora, evocando a esa artista que pudo ser y no fue y cuya voz original se oirá, grabada, cantando alegremente por sevillanas a pesar de sus 85 años y de sus actuales problemas de salud. Y es que, como todos saben, "de casta le viene al galgo".
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