Un 'cervantes' barroco, hijo de Góngora y Juan Ramón
Bonald, premio Cervantes
El Centro Andaluz de las Letras celebra el premio repasando las lecturas de Caballero Bonald
Cádiz/El Día del Libro para el Centro Andaluz de las Letras tenía un nombre, el nombre que tantas veces se repitió ayer: José Manuel Caballero Bonald. En la Biblioteca Provincial, en un acto presidido por la delegada provincial de Cultura, Cristina Saucedo, el poeta Jesús Fernández Palacios, uno de los grandes amigos y estudiosos de la obra del nuevo premio Cervantes, repasó las lecturas que han llevado al poeta jerezano a ser quien es: barroco, transgresor, dinamitador sintáctio, complejo. “La sencillez es una excusa”, ha dicho en una ocasión Bonald, impregnado de las piruetas de Góngora, que con Juan Ramón Jiménez en su segunda antología es la máxima influencia del hombre que firmó un Manual de infractores.
Dándole vueltas a lo que es un clásico, Fernández Palacios dijo desmentir a Mark Twain, que veía en un clásico a aquel escritor que todo el mundo admira y nadie lee. Prefiere el exégeta a Azorín, que veía en un clásico un reflejo de nuestra sensibilidad moderna. Y ahí podría encajar Bonald, aunque Bonald, que tiene mucha retranca, seguro que tampoco haría ascos a la definición del padre de Huckleberry Finn.
Bonald nunca se consideró un crítico, pero tiene importantes trabajos críticos que se unen en sus Prosas reunidas. En esas reflexiones Bonald se sumerge en Cervantes, en Mallarmé y siempre en los barrocos, disfrutando de sus neologismos, sus artificios léxicos y su descomposición de la gramática y la retórica.
La modernidad de los gustos de Caballero Bonald están fuera de toda duda, como desveló Fernández Palacios, que comparte con el escritor jerezano cierto desdén del realismo por el realismo. Bonald es de los que piensa que la literatura explícita y directa tiene que ver más con los escribientes que con los escritores. O yendo un poquito más allá, y también en palabras del premio Cervantes: “Lo que no tiende al barroquismo, tiende al periodismo”. Y el periodismo, en estos tiempos que corren, está mal visto hasta en su simple sintaxis.
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