El expediente Navidson
Alpha Decay y Pálido Fuego se atreven con la edición española de la novela que cambió el género de terror en EEUU a principios del siglo XXI
La casa de hojas. Mark Z. Danielewski. Trad. Javier Calvo. Pálido Fuego y Alpha Decay. Málaga, Barcelona, 2013. 710 páginas. 29,95 euros.
El anuncio de la publicación de La casa de hojas fue recibido como uno de los acontecimientos de 2013. Por fin alguien se atrevía a publicar en español una novela que cuenta lo que pasa en una película, que a su vez era un relato encontrado entre las pertenencias de un anciano por otro tipo, que a su vez va contando su vida a medida que va leyendo lo que pasa en la película. Si ya de por sí esto es un lío, imaginen si encima los textos están en diferentes caligrafías, formas y colores, a veces del revés, a veces en espiral. O si hace falta leerlos con la ayuda de un espejo. O si están salpicados de notas extensas que en muchas ocasiones no vienen al caso y cuentan historias paralelas. O si viene una serie de páginas con sólo un par de líneas o con sólo una palabra y con el resto del espacio en blanco.
Esto, que así contado puede causar a algunos el mayor desprecio o desinterés por la novela, supone uno de sus grandes atractivos. Porque todo ese artificio, todos esos textos retorcidos, esas notas independientes, esas espirales y esas páginas vacías... todo eso tiene sentido y está al servicio de las muchas historias que se cuentan en un producto que podría aspirar al calificativo definitivo de metanovela. El relato central narra lo que pasa en una película, El expediente Navidson, filmada por el premio Pulitzer de fotoperiodismo Will Navidson cuando se muda con su familia a una casa de Virginia. Pronto la casa irá cobrando protagonismo y centrando el interés hasta la obsesión de Navidson, de algunos colegas y hasta de un grupo de científicos que investigan unos sucesos extraños que ocurren en el interior de la misma.
La historia de la casa y la familia Navidson fue hallada por un tal Johnny Truant entre los papeles de un viejo ciego llamado Zampanó, quien se rodeaba de una serie de jovencitas para que le leyeran libros. Aquel tópico del manuscrito encontrado que estaba ya presente en el Quijote lo moderniza Truant añadiendo al texto notas contando su vida. En ellas relata su trabajo en un negocio de tatuajes, sus borracheras, sus colocones, sus peleas y sus experiencias con las mujeres. Ambos relatos vienen salpicados de notas al más puro estilo David Foster Wallace, unas con la opinión de distintos expertos sobre el film de Navidson, algunas en diferentes idiomas, otras con poemas y otras con las historias del juerguista Truant.
La coincidencia de ambos relatos puede generar en el lector una obsesión por conocer qué pasa en la casa de Virginia y cómo afrontan Navidson y compañía que el edificio mida seis milímetros más por dentro que por fuera. Quizás se odie por momentos a Truant y su interés por contar sus bacanales, pero el relato de éste y cómo cambia su vida según va leyendo la historia de la casa Navidson también aporta.
Las referencias son múltiples en la novela. Foster Wallace no sólo está presente en las notas larguísimas, a veces de varias páginas, que interrumpen la narración. También hay un par de comentarios sobre alguien que se suicidó metiendo su cabeza en un microondas, una muerte que resultará familiar a los lectores de La broma infinita. La crítica también encuentra paralelismos con Moby Dick y compara la obsesión de Navidson por el comportamiento de su casa con el del capitán Ahab con la ballena blanca. Puede que sean palabras mayores, pero también que Danielewski las merezca. También hay quien ve la mano de Poe, de Pynchon, de su admirado Bolaño y hasta de algunos menos refinados, como Stephen King y aquel hotel de El resplandor. El expediente Navidson, de ser una película real, no podría tener a un mejor protagonista que Jack Nicholson.
Sobre las referencias cinéfilas de La casa de hojas, Danielewski dijo lo siguiente en una reciente entrevista con el diario ABC: "El cine es muy importante. Pero también trae problemas, porque es tan definitivo en su imaginación… Te da la imagen (…). Durante años, la gente quiso que vendiera los derechos de La casa de hojas para su adaptación al cine y no lo hice. Mi actitud siempre ha sido: si quieres ver la película, lee el libro. Es una satisfacción que todos mis lectores hayan dirigido, básicamente, su propia película".
Una propia película que puede llegar a suponer una obsesión para el lector como la que atenaza a su protagonista con la casa, por lo que se agradece que a veces se puedan pasar varias páginas de un tirón. Dice el autor que quizás la clave esté en no leer la novela de una manera lineal. Quien quiera hacer una lectura lineal, además, lo tiene difícil. Por eso, quizás sea de justicia reconocer el enorme trabajo que ha hecho Javier Calvo para traducir esta obra.
De hecho, la novela fue publicada en el año 2000 en EEUU y no ha aparecido en español hasta 13 años después, por la dificultad de la traducción y, por qué no, por la falta de valentía del sector editorial para lanzarse antes con una obra tan arriesgada. Danielewski cuenta que recibió 32 cartas de rechazo de otras tantas editoriales antes de que una le diera el sí. Por eso tienen tanto mérito los dos sellos minoritarios e independientes que se han atrevido con la edición española: Alpha Decay y Pálido Fuego. El resultado es excelente.
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