"El punk era más una actitud que un estilo"
Buzzcocks
Pete Shelley, fundador de los Buzzcocks, grupo clave de los años de la explosión del punk británico. recuerda tiempos gloriosos antes de su actuación en el Monkey
Cuando a mediados de los 70 Pete Shelley y Howard Devoto vieron a los Sex Pistols en directo lo tuvieron muy claro: ellos harían punk y se llamarían Buzzcocks. Entonces, pocos intuyeron que aquellos chicos de Manchester, que se escapaban de sus trabajos para tocar, se terminarían convirtiendo en una clave fundamental en la historia de la cultura moderna. Buzzcocks no sólo terminaron tocando junto al grupo de Johnny Rotten, sino que además crearon "New Hormones", uno de los primeros sellos independientes de la historia de la industria musical, participaron en el célebre "Anarchy Tour", y nos dejaron temas inmortales como Orgasm Adict o Fast Cars.
Si la formación originaria de Buzzcocks duró sólo la noche en la que tocaron por primera vez en directo, hasta la actualidad no han dejado de barajar nuevos componentes, manteniéndose inalterables Pete Shelley, a la voz y a la guitarra, y Steve Diggle, primero al bajo y luego a la guitarra.
El próximo lunes 11 de octubre tendremos la suerte de asistir a un evento singular: Buzzcocks, uno de los padres del punk, del movimiento contestatario por excelencia, tocando con la energía que les caracteriza en un monasterio, el de la Victoria.
Pregunta: El Monkey Week defiende un concepto singular de festival. Su idea es la de aunar en un mismo evento todos los elementos que conforman la industria musical independiente, desde el músico hasta el sello discográfico y la prensa. ¿Qué piensas de la independencia musical siendo como eres uno de los primeros en crear un sello independiente con Buzzcocks allá en los setenta?
Respuesta: La independencia en el mundo de la música es muy importante. Sin esta independencia, todo empezaría a sonar exactamente igual. Sólo tienes que echarle un vistazo a programas como Factor X (el OT británico) para darte cuenta de qué es lo que sucedería si no existiese la música independiente. Ésta permite a la gente ser creativa por sí misma, sin que una gran compañía te diga qué es lo que tienes y qué es lo que no tienes que hacer con tus canciones.
P.: Resulta sorprendente escuchar álbumes como "Another music in a different kitchen" ahora, treinta y dos años después de su publicación. Se trata de un álbum completamente actual. ¿Cómo te sientes cuando vuelves a escucharlo?
R.: Supongo que nos estábamos adelantando a nuestro tiempo... ¡y que todo el mundo tardó demasiado en captar de qué iba el asunto! Las canciones todavía suenan absolutamente frescas, sobre todo cuando las tocamos en directo. Ahí funcionan como si fuesen recetas a las que les vamos añadiendo cosas, y una buena receta, si está bien concebida y se utilizan los mejores ingredientes, siempre se convierte en un plato exquisito.
P.: Si hay un momento clave en vuestra carrera es cuando os fuisteis de gira con los Pistols a finales de los setenta. Imaginaros con ellos resulta inquietante. ¿Fue la gira tan salvaje como parece?
R.: En realidad sólo tocamos con Sex Pistols en tres conciertos. Aunque también es cierto que esos tres conciertos fueron muy importantes y terminaron marcaron definitivamente la historia del movimiento punk. Y no, yo no pienso que los Sex Pistols fuesen exactamente salvajes, creo más bien que la gente confunde el salvajismo con la pasión.
P.: ¿Dónde está la esencia de aquel punk originario? ¿Se trata de una fórmula sonora o de una actitud ante la vida?
R.: El punk era más una actitud que un estilo musical específico. Si te paras a comparar el sonido de Sex Pistols, The Clash, Buzzcocks o The Ramones te darás cuenta de que se diferenciaban sobre todo en lo que se refiere al sonido. Pero había un punto en común que nos unía a todos, y era la actitud. Todos teníamos la valentía necesaria para atrevernos a ser diferentes al resto, y eso es exactamente el punk, la valentía para ser aterradoramente diferentes.
P.: Vuestras actuaciones en directo siguen estando llenas de energía. ¿Cómo te sientes cuando estás sobre un escenario después de treinta y cinco años de actuaciones en vivo?
R.: Ahora disfrutamos mucho más de las actuaciones en vivo. Para empezar, ¡al fin nos sabemos las canciones! Y también hace mucho que el público también se las sepa. Así que ahora hay mucho menos miedo a equivocarse y a los descuidos. Todo esto conduce a que los conciertos se conviertan en una especie de experiencia colectiva.
P.: ¿Y qué piensas de la música que se hace ahora? ¿Escuchas autores actuales?
R.: Pienso que el 99,9 por ciento de la música que se hace actualmente es una auténtica basura, aunque también pienso que a veces salen algunas cosas que merecen la pena. Eso sí, sólo muy ocasionalmente.
P.: ¿Conoces algo de la música que se hace en España?
R.: Por desgracia, no. Aunque estoy seguro de que en el Monkey tendré la oportunidad de saborear la música que se hace allí.
P.: El punk inglés no llegó a España hasta los ochenta. Sin embargo, terminó arraigando. ¿Crees que el punk es universal?
R.: Por supuesto. El punk es el hogar de los espíritus libres. Se trata sobre todo de asumir que cada uno de nosotros debe convertirse en un elemento activo dentro de la sociedad y no en un sujeto pasivo que se limita a consumir lo que le echan.
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