Alberto Porlan habló en Cádiz de 'Las cajas españolas'
Comentó el histórico traslado de las obras del Prado en la proyección de su documental
A comienzos de 1939, el patrimonio artístico que encerraba el Museo del Prado fue embalado y guardado en 1.868 cajas. El tesoro llegó a los sótanos de la Sociedad de Naciones en Ginebra, y fue expuesto brevemente hasta que estalló la II Guerra Mundial y hubo de hacer el viaje inverso. El 9 de septiembre de ese mismo año, las obras llegaban intactas, de nuevo, al Prado.
Este es el periplo que el realizador Alberto Porlan cuenta en Las cajas españolas y sobre el que habló con motivo de la proyección del documental en el cinefórum de la asociación cultural gaditana La Fábrika.
Para desarrollar la cinta, Porlan buscó entre el material de la época que quedaba en la Filmoteca Española. Tres meses de trabajo que se saldaron con seis minutos de imágenes en condiciones. El resto, hubo que resolverlo filmando nuevas imágenes y ayudándose de las más de 2.000 fotografías de las que se disponía -conservadas en el Centro de Restauración de Bienes Culturales-.
En todo el proceso de 'las cajas', jugó un papel fundamental la figura de José José María Sert, "un hombre extraordinariamente peculiar -apunta Porlan-, un muralista muy importante del momento que trabajó para Rockefeller y March. Estaba casado con una princesa georgiana. Era el hombre de moda".
La primera mujer de Alberti, María Teresa León, jugó también un papel fundamental en el traslado de las obras: "Ella estaba muy preocupada desde el principio por la suerte que iba a correr el Museo del Prado -explica el escritor y director-, y entonces le encargaron resolver el problema. Y fue algo de lo que se arrepintió toda la vida. Lo pasaron muy mal, fue una labor organizativa muy grande. Ellos se decían: Si esto sale bien, nadie se va a acordar de nosotros, pero como salga mal, seguro que no nos olvidan. Cómo se van a olvidar de quien ha perdido Las Meninas".
Por eso, el hecho de que las obras llegaran de vuelta sanas y salvas no se debe, subraya Alberto Porlan, "a ningún milagro, sino al fruto del trabajo de estas gentes, que diseñaron sistemas de medición y protección que no se habían usado hasta entonces".
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