Lo que la vista no ve
Artistas de Jerez | Antonio Lara
Es otro de los nombres importantísimos de la actual pintura de Jerez
Antonio Lara es otro de los nombres importantísimos de la actual pintura de Jerez. Un pintor con mayúsculas, sincero, callado, trabajador y lleno del entusiasmo que para ser importante hay que tener en cualquier actividad pero, infinitamente más, en la tan compleja profesión artística. Es de la generación de los que, ahora están en plena actualidad, en una madurez creativa capaz de argumentar lo mejor de un arte que ellos han dotado de mucha trascendencia. Formado en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, aprendió en ella lo bueno sobre la pintura, dejando atrás muchos de los erróneos postulados - absurdos, provincianos y faltos de sustancia - que en ella existían desde tiempos inmemoriales.
Comenzó la profesión muy de puntillas, con la humildad de los grandes, trabajando y trabajando y sin creerse que llevaba dentro a un gran pintor. Empecé a tomar conciencia de su calidad pictórica cuando obtuvo el premio que le llevó a pintar el cartel oficial de la Semana Santa de Jerez del 2013. Un cartel superior que, como ha ocurrido otras veces, fue discutido por los equivocados postulados de los que nada saben y tienen la osadía de pontificar. En aquella obra se descubría a un artista importante, dominador de la técnica y manipulador de los elementos artísticos con una solvencia y una claridad fuera de toda duda. Posteriormente he sabido mucho más de él porque es cercano a los pintores importantes que trabajan en Jerez y que dan forma a esa realidad que ellos hacen infinitamente grande.
Antonio Lara es un pintor acertado porque no sólo domina la técnica pictórica sino que, además, valora en su amplitud los elementos que la conforman y es un estudioso de todos sus más mínimos detalles. Conoce las formas representativas, sabe la dificultad de la ilustración de lo concreto, impone a lo real una mirada casi científica, dominando los parámetros que deben tener para que su traslación a los soportes sea consciente y no ficticia y efectista. Su realismo es convencido y convincente. No pinta para llamar la atención ni para crear estados de opinión que poco interesan. Su pintura es acertada, consciente, clara y llena de los máximos sentidos que aporta la creación verdadera. Por eso, su obra ha estado en el punto de mira de los mejores jurados que han reconocido a un autor valiente, sabio y con una dimensión sobre la representatividad realista fuera de lo común. Su historial está lleno de importantes premios - sería largo nombrar a todos - que lo avalan como un pintor a seguir. Entre estos, mencionar sólo los últimos: el importantísimo Homenaje a Rafael Zabaleta, ese que sólo han conseguido algunos de los mejores, el Ateneo de Sevilla, el Ciudad de Álora o el BP de la National Portrait Gallery de Londres, donde llegó a ser finalista.
Sin embargo, aparte de los reconocimientos a su valía, hay que constatar la sobria magnitud de su trabajo. Antonio Lara no pinta obras para llamar la atención y mostrar unas capacidad que lo acreditan como uno de los grandes. Su trabajo va mucho más allá. Pinta por esa necesidad de crear, de patentizar un ansia desmedida por el acto puro de la creación, por suscribir la clara entidad de la pintura, sus valores intrínsecos, su misterio insondable al que pocos llegan. Por eso, su obra no transcribe sólo argumentos concretos ni testimonia la realidad contemplada; en su pintura se trabaja una filosofía superior, esa que quiere descubrir lo oculto de lo inmediato, lo científico de lo ficticio, aquello que es simple pero trasciende formulaciones mediatas donde no sólo llega lo que la mirada abarca, sino que a ésta Antonio Lara le impone muchas más potestades creativas. De esta manera el realismo se vuelve más puro; el artista nos lo descubre sin afeites ni imposturas, sin rasgos empáticos, sólo como la naturaleza lo hace posible; aún, imponiendo las leyes de la lógica física a los errores estructurales de una mirada interesada.
En estos días, Antonio Lara inicia un nuevo periplo expositivo en la galería sevillana de César Sastre. Allí, se descubre las fórmulas mágicas de una pintura que magnifica lo real, que sustrae aquellos desenlaces que se apartan de la estricta naturaleza de lo que ésta ofrece y que no son sino argumentos espurios del los que el observador se vale para alcanzar un grado más de una belleza que sólo existe en la mente del que mira pero no en la realidad de lo que ésta describe.
El realismo de Antonio Lara argumenta una posición totalmente diferente a la que ofrece la pintura figurativa al uso. Su obra no traslada someramente los encuadres de lo real; tampoco manifiesta ilustraciones inmediatas de lo que se ve; en su pintura hay un ejercicio de prospección, de búsqueda, de ahondar en las manifestaciones físicas que existen para que la mirada no sólo acoja lo que observa sino que plantee aquello que está más oculto y que, verdaderamente, exterioriza los límites exactos de lo que es y de cómo sería si no existiera ese punto de vista ficticio que lo embauca y lo hace un poco diferente.
Antonio Lara es un artista a seguir. Lo fue al principio de su carrera; lo es, ahora, cuando está en el buen camino y, seguro, lo será cuando su ilimitado poderío artístico quiera. Antonio Lara es un artista que concede a la vista lo que realmente no ve.
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