Antonio Lara, pintor del Almanaque MAXAM 2023
Diario de las Artes
Jerez/El Almanaque es la base de una de las colecciones de pintura más importantes de nuestros país, contando con los mejores artistas españoles desde el siglo XIX.
Los que, como yo, tienen unos añitos, se acordarán de los entrañables almanaques que, por estas fechas, se repartían editados por las más variadas empresas. Recuerdo, incluso, que hasta en las cajas de mantecados de Estepa, venía el consabido almanaque con la figura del Cristo de Limpias. Uno que nació en La Roda, a tiro de piedra de la población estepeña, no se poder olvidar de aquello. Los almanaques eran piezas codiciadas y su destino principal una alcayata en la mejor pared de cualquier cocina. Hoy, este que esto les escribe, como no podía ser menos, tiene uno colgado en su cocina con la imagen de la bellísima Reina del Transporte.
Existieron almanaques de gran belleza que, hoy, son indiscutibles piezas de coleccionistas. Después se pondrían de moda los calendarios, mucho más horteras, con la imagen de personajes – femeninos y masculinos – ligeritos de ropa que, ahora, enervarían las delicadas meninges de una ilustre Señora Ministra con espurios intereses de notoriedad, escasa sensatez y abundante verborrea sin sustancia alguna.
En el universo artístico destaca, por su significación y por la importancia de los pintores que han realizado las obras, el Almanaque Maxam. Gracias al cual, la Fundación Maxam posee una de las colecciones de arte español de los siglos XX y XXI, más importantes que existen en nuestro país. MAXAM es una expresa dedicada a los explosivos. Fu fundada, como no podía ser de otro modo, por Alfred Nobel, aquel que inventó la pólvora. Desde entonces, la empresa ha pasado por varias vicisitudes, pasando por Unión Española de Explosivos y, actualmente, por Maxam Galdácano. A parte de su actividad empresarial se ha caracterizado por su fomento cultural. Así, desde 1899, cuenta con una gran colección de arte conseguida con las obras encargadas a artistas de capital importancia para la confección del anual almanaque. Al primero que se le encarga es a Arturo Mélida y, desde 1900 y sin solución de continuidad, los más importantes artistas españoles han recibido el encargo. Por citar sólo a algunos: Julio Romero de Torres – en cuatro ocasiones -, Cecilio Pla, Manuel Martínez Abades, Clara Gangutia, Luis Gordillo, Alfonso Albacete, Manolo Valdés, Eduardo Úrculo, Emilio Sala, Eduardo Arroyo, Chema Cobo, Juan Genovés, Santiago Ydáñez, entre muchísimos otros, forman parte de la historia de este almanaque, ya tradicional en el calendario – nunca mejor utilizado el término – artístico español.
Para la presente edición se ha contado con el pintor Antonio Lara Luque, uno de los artistas jerezanos de mayor proyección y uno de nuestros pintores que con más entusiasmo y clarividencia está accediendo a los más selectos estamentos de la actual pintura española. La obra que da origen al almanaque lleva por título “El control de la energía” y representa el momento de una explosión controlada en una mina al aire libre. Se trata de una pintura de paisaje que recrea el momento determinado de una acción concreta: cuando estalla la dinamita. La obra puede ser entendida, también, como un homenaje a Alfred Nobel, el origen de todo, de la empresa, de la pólvora y de esta colección que suscribe una de las páginas entrañables de la pintura figurativa española desde finales del siglo XIX.
No es novedad que a Antonio Lara se le haya encargado un trabajo de esta importancia. Es artista en posesión de los más importantes Premios de Pintura y uno de nuestros pintores más lúcidos; autor de una figuración excelsa, veraz y llena del mayor conocimiento. Es un pintor que ofrece un realismo valiente, mostrando los registros exactos de lo que es la forma que la mirada capta. En su obra no hay efectismos ni imposturas; en ella todo es certeza. Sin duda alguna, Antonio Lara es uno de nuestros más importantes pintores; uno de los muchos que están dando lustre y veracidad al arte que se realiza en nuestra ciudad. Actualmente una obra suya forma parte de la muestra ‘En ello estamos’, que se expone en la sala de Diario de Jerez, además está preparando una muestra importante para la Sala Pescadería.
Más Carmen Bustamante todavía
CARMEN BUSTAMANTE
Galería Haurie
SEVILLA
No es novedad pensar y verbalizar que lo artístico está pasando por momentos convulsos, por situaciones complejas que piden, a voces, detenidas reflexiones. La ausencia sempiterna de criterios valorativos que pongan orden y desarrollen posiciones, si no inamovibles, si, al menos, que sirvan para establecer asuntos sin tantos desajustes. Se es consciente de que se lleva más de un siglo viendo aparecer circunstancias que hacen dudar y crear malas inquietudes. Tras Marcel Duchamp y su “fuente urinario” todos quieren dejar su “novedosa” propuesta y elevarla al olimpo de la creación. Hay demasiadas ocurrencias que se hacen, por encantación, absolutas obras de arte sin poseer sustancia alguna para ello. Los santones embaucadores del arte siguen estando de moda y continúan haciendo de las suyas y pontificando sobre tonterías faltas de todo. Algunas Facultades de Bellas Artes se han convertido en laboratorios de ocurrencias fomentando un arte con escaso apoyo sustentante. Muchos artistas se dejan llevar por esta dinámica donde impera mucha idea y poco desarrollo plástico de verdad.
La pintura que trasciende desde las rutas bien concebidas, desde una técnica que desentrañe la auténtica representación – o en su caso, fórmulas no miméticas y no concretas bien establecidas – tiene fuertes competidores en unos modos donde la idea es el propio medio creativo sin argumentos formales que la hagan, más o menos, visible. No obstante, existen artistas verdaderos, que argumentan sus realidades creativas con adecuados desarrollos plásticos y seguros aportes técnicos; son pintores pintores, hacedores de un arte trascendente, sin vuelta de hoja ni ficticios postulados de incomprensibles posiciones. Afortunadamente el criterio moderno sobre una creación ausente de forma al servicio de espurias teorías de mínimos, se encuentra recluido en espacios teóricos donde la palabrería tiene pocos – o de escasa fuerza actuante – oyentes interesados. Se sigue haciendo pintura y existen muy buenos pintores. Carmen Bustamante es ejemplo indiscutible.O es novedad pensar y verbalizar que lo artístico está pasando por momentos convulsos, por situaciones complejas que piden, a voces, detenidas reflexiones. La ausencia sempiterna de criterios valorativos que pongan orden y desarrollen posiciones, si no inamovibles, si, al menos, que sirvan para establecer asuntos sin tantos desajustes. Se es consciente de que se lleva más de un siglo viendo aparecer circunstancias que hacen dudar y crear malas inquietudes. Tras Marcel Duchamp y su “fuente urinario” todos quieren dejar su “novedosa” propuesta y elevarla al olimpo de la creación. Hay demasiadas ocurrencias que se hacen, por encantación, absolutas obras de arte sin poseer sustancia alguna para ello. Los santones embaucadores del arte siguen estando de moda y continúan haciendo de las suyas y pontificando sobre tonterías faltas de todo. Algunas Facultades de Bellas Artes se han convertido en laboratorios de ocurrencias fomentando un arte con escaso apoyo sustentante.
Muchos artistas se dejan llevar por esta dinámica donde impera mucha idea y poco desarrollo plástico de verdad. La pintura que trasciende desde las rutas bien concebidas, desde una técnica que desentrañe la auténtica representación – o en su caso, fórmulas no miméticas y no concretas bien establecidas – tiene fuertes competidores en unos modos donde la idea es el propio medio creativo sin argumentos formales que la hagan, más o menos, visible. No obstante, existen artistas verdaderos, que argumentan sus realidades creativas con adecuados desarrollos plásticos y seguros aportes técnicos; son pintores pintores, hacedores de un arte trascendente, sin vuelta de hoja ni ficticios postulados de incomprensibles posiciones. Afortunadamente el criterio moderno sobre una creación ausente de forma al servicio de espurias teorías de mínimos, se encuentra recluido en espacios teóricos donde la palabrería tiene pocos – o de escasa fuerza actuante – oyentes interesados. Se sigue haciendo pintura y existen muy buenos pintores. Carmen Bustamante es ejemplo indiscutible.El nombre de Carmen Bustamante es garantía de contundencia pictórica, de trascendente pintura, de personalidad y de trabajo poderoso ante la realidad de un arte eterno que aparece y se sucede sin tiempo ni edad. Es pintora de pintores y de unanimidades. Su pintura no ofrece la menor duda; ni en concepto ni en resultado plástico; responde a un ideario bien concebido y absolutamente mejor estructurado en su realidad artística. Además, la pintura de Carmen Bustamante es única, particular, intransferible. Su mirada capta el paisaje y lo transmite envuelto en una fuerte carga de sutil manifestación pictórica. En su obra no hay estridencias; todo es pausado; el tiempo reposa su tránsito en unas obras que atemperan el propio discurrir. Por eso, en la obra de Carmen Bustamante se unifica el valor de la pintura; las experimentaciones conceptuales se tornan en ella solventes y contundentes resultados formales. Su pintura mantiene vivo en argumento de Juan Ramon Jiménez: “actual; es decir, clásico; es decir, eterno”. Porque su claridad artística, su concepto fundamentado en lo mejor de la pintura de siempre y evolucionado para hacerlo más personal y único, su lenguaje de absolutas claridades y de manifiestas sutilezas, hacen de sus obras un compendio de la gran historia de la pintura realista; una pintura atemporal, vacía de inestables argumentaciones erráticas y llenas de la mayor y de la mejor formulación del arte imperecedero.Carmen Bustamante vuelve a exponer en otra de sus galerías habituales, la sevillana de Magdalena Haurie. En la calle Guzmán el Bueno, en los medios del Barrio de Santa Cruz, la artista gaditana vuelve a establecer su pulcro credo estético; su inconfundible realidad plástica, su fórmula mágica de plantear un paisaje que ya tiene nombre “a lo Carmen Bustamante” y que posee un absoluto marchamo de calidad. El paisaje costero de Cádiz, las serenas playas, las dunas mínimamente pobladas de verdes que rompen la calidez de los dorados, los grises patinados de neblina, el sordo discurso susurrante de la palaya, las huellas mojadas en la arena, el constante rompeolas de espuma…; en definitiva, la pintura eterna de Carmen Bustamante, ahora más Carmen Bustamante todavía.
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