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El Archivo Municipal como herramienta para la historia de Jerez

La ciudad de la historia

Agustín Muñoz y Gómez, archivero municipal a fines del siglo XIX

16 de junio 2008 - 05:00

DURANTE diecisiete años, entre 1988 y 2005, he sido la persona responsable del Archivo Municipal de Jerez, aunque ya en 1986 estaba en el Departamento. En los primeros años, me ocupé del Archivo como Técnico, luego lo hice como Director. Me siento aludido cuando en el recién publicado libro Arquitectura militar en Jerez durante el siglo XVI, de M. Romero Bejarano, se habla de los "defectos de catalogación" del Archivo Municipal, atribuyendo a mis compañeros del Archivo Antonio Santiago y Manuel Barea el hecho de haber corregido "con su esfuerzo y tesón" dichos defectos. Como esto me parece una crítica velada y maliciosa a mi trabajo durante años, voy a contestar contando brevemente la historia del propio Archivo durante los últimos veinte años.

Efectivamente soy yo, desde 1986, el técnico encargado de inventariar el Archivo Municipal, el Histórico Notarial y otros archivos que se encuentran ubicados en nuestros depósitos. He trabajado solo y en duras condiciones durante mucho tiempo, pese a lo cual he sacado adelante los inventarios de casi todas y cada una de las secciones y fondos existentes en nuestro Centro. No soy un archivero excepcional (como sí lo fue Agustín Muñoz a fines del s.XIX), y es posible que haya algún "defecto de catalogación", pero todos los índices (exceptuando, claro, los trabajos de A. Muñoz y M. Esteve) que están expuestos al público aún hoy en el Archivo son, peor o mejor redactados, de mi autoría como funcionario; y todavía pueden verse en la web del Ayuntamiento mis descripciones generales de los archivos municipal y notarial. También tengo la satisfacción de haber puesto a disposición de usuarios e historiadores, desde hace años, muchos miles de legajos, expedientes, volúmenes y documentos de todo tipo. Conté para ello sólo con la ayuda de los auxiliares Rafael Fernández, ya fallecido, luego de Antonio Santiago y, no hace mucho, del técnico Manuel Barea, si bien todos estos compañeros, normalmente y exceptuando ciertos trabajos de R. Fernández, no se han dedicado, por lo general, a inventariar documentos.

Recuerdo cuando iba a trabajar al Archivo Municipal con ropa y calzado de deporte...; eran los años 1986 y 1987 y, entonces (yo tenía 25 años), los documentos (procedentes de un casco de bodega en la c/ Rosario) estaban todos metidos en cajas de cartón. Pacientemente y ayudado por dos peones, coloqué el contenido de miles de esas cajas desparramadas por el suelo en la estanterías del recién reformado edificio de la Biblioteca-Archivo. Inmediatamente, gestioné (con el apoyo del entonces concejal de Cultura Antonio Reyes) la traída a nuestros depósitos del Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Jerez, cuyo inventario redactamos en años posteriores. Mientras en la Biblioteca Municipal iba formándose, con los años, un equipo de técnicos suficiente, en el Archivo me quedé yo absolutamente solo, ayudado de un auxiliar, para atender a los usuarios e historiadores, a las labores de inventariación y a los funcionarios de los distintos departamentos municipales que pedían antecedentes documentales sobre todo tipo de cuestiones. Redactaba informes, inventariaba, atendía a los usuarios, llevaba la administración y la contabilidad, servía legajos personalmente, buscaba más patrimonio documental con que enriquecer el nuestro, me esforzaba al máximo en divulgar los contenidos del Archivo con artículos y publicaciones, participaba en el debate de la Memoria Histórica... No podía hacer más, y por eso es normal, creo, haber cometido algún "defecto de catalogación" entre decenas de miles de volúmenes y documentos.

He dicho que no podía hacer más..., pero sí que hice más. Con el apoyo de distintos responsables de Cultura, posibilité que actualmente existan en nuestros depósitos más de 15 archivos privados (Sociedad Económica de Amigos del País, legado Antonio Cabral Chamorro, etc.). Además, gestioné la restauración del Libro del Repartimiento (actualmente en el IAPH de Sevilla); redacté el todavía vigente esquema de funcionamiento de los archivos administrativos en el Ayuntamiento; localicé (junto a R. Fernández) y gestioné la restauración del mapa portugués del s. XVI que apareció por casualidad en el Archivo; encontré el famoso protocolo de Hernando de Carmona (s. XV) y los restos del de 1392 de Lope Martínez; aumenté notablemente la Biblioteca Auxiliar; gestioné la microfilmación de cientos de volúmenes del Padrón Mpal. de Habitantes desde el s. XVIII en adelante; introduje la informática en el Archivo y redacté proyectos de digitalización (de las Actas Capitulares del s. XV) que ahora se han llevado a cabo; establecí fluidas relaciones con el Archivo General de Andalucía y con el Histórico Provincial de Cádiz; abrí una línea de visitas públicas de cara a los escolares de nuestra ciudad; adopté medidas anuales para la conservación de los documentos; asesoré sobre organización -cuando se me pidió- a otros archivos (González Byass, Instituto Coloma, Fundación Caballero Bonald, etc.); traje, gracias a noticias aportadas por el profesor J. Abellán, valiosas copias de Actas Capitulares del s. XV; envié mis trabajos sobre el Archivo a la Revista de Historia de Jerez, participé en las Jornadas de Historia y mantuve una vía de colaboración con el Centro de Estudios Históricos; promoví la adquisición de más Patrimonio Documental (bodega Cayetano del Pino); di conferencias, formé a funcionarios, profesores y alumnos (Ayuntamiento, CEP y UCA); y no descuidé mi formación profesional realizando, entre otras cosas, el Máster de Archivística de la Universidad de Sevilla.

Aprovecho la ocasión para decir que mi punto débil no han sido esos defectos que, según M. Romero, "han suplido con su esfuerzo y tesón" mis compañeros. No. Mi error ha sido quizás el hecho de que no he logrado (aún) ilusionar o motivar o convencer a mis superiores (alcaldes y concejales de Cultura) de que el Archivo Municipal necesita, desde hace mucho tiempo, un edificio nuevo, un personal suficiente, más recursos económicos y más atención institucional..., aunque no sé si este es un fallo mío o de las circunstancias; en todo caso, admito una parte de culpa en ello.

Pongo en conocimiento de M. Romero que sigo siendo yo, actualmente, quien sigue catalogando y mejorando los instrumentos de descripción del Archivo Municipal, y que trato de hacerlo con la máxima concentración y detalle, pues el Archivo es, ciertamente, una herramienta importante para la historia de Jerez. Las críticas hay que hacerlas, claro que sí, pero las críticas que no tienen más fundamento que la intención de tratar de herir sin más, no me gustan y no las acepto. Para terminar, me gustaría dejar claro que el susodicho malicioso comentario y el desconocimiento de quien lo hace de la historia del Archivo no harán mella sobre mi actitud de servicio público ni sobre mi ilusión por el trabajo que hago cada día. Admito que pueda haber algún fallo de catalogación y lo corregiré inmediatamente en cuanto lo perciba o me lo hagan percibir. Sigo a disposición de M. Romero en el Archivo Municipal, que conozco bien, para cuanto pueda necesitar de él…, pero le sugiero que se aplique el sabio dicho de la Biblia: qué fácil ver la brizna de paja en el ojo ajeno y qué difícil ver la viga en el propio.

Fco. Antonio García Romero

Coordinadores/Centro de Estudios Históricos Jerezanos www.cehj.org

Eugenio J. Vega Geán

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