Brioche
Mortero bastardo


EL brioche es un pan dulce francés que incluye además de los tradicionales ingredientes del pan harina, levadura, agua y sal, otros menos habituales en los panes que en estas tierras conocemos: huevos, miel, azúcar, mantequilla... Al brioche se le pueden añadir muchos otros ingredientes: chocolate en diversas presentaciones, bolitas, ralladuras, trocitos, polvo, etc. También frutos secos, pasas, albaricoques, avellanas, pistachos, dátiles. O algunos otros más sofisticados: pasas envueltas en chocolate, avellanas idem (emanems), frutos del bosque, qué sé yo...
En cierto modo la arquitectura es también un brioche. Uno empieza un proyecto con los ingredientes básicos: la luz, el espacio, la estructura. Y a partir de éstos, se les van añadiendo los demás: puertas, ventanas, solerías, instalaciones. Todos ellos, a su vez, pueden ser ingredientes naturales, es decir, piedras, maderas, yesos... o materiales sofisticados, que en estos tiempos, todos tenemos muy a mano en cualquier almacén de bricolaje.
La cultura francesa, que desde la ilustración nos ha venido visitando a nosotros sus vecinos del sur con más frecuencia que simpatía, ha aportado a la arquitectura muchos hallazgos perpetrados por sus 'figuras' más distinguidas: Boulleé y Ledoux durante el siglo XVIII, lo que se llamó la era del Iluminismo; Viollet Le Duc a principios del XIX, que fue uno de los primeros arquitectos en ocuparse de la rehabilitación y restauración de los monumentos del pasado; El Barón Haussman que con sus ideas renovadoras transformó París y enseñó el camino de la renovación de las ciudades en pleno siglo XIX; Eiffel, que siendo ingeniero construyó uno de los edificios más afortunados de la historia de la humanidad: la torre que lleva su nombre; o Le Corbusier, el maestro absoluto de la arquitectura moderna, que construyó durante la primera mitad del pasado siglo algunas de las obras más hermosas que conocemos.
También en la terminología de la arquitectura han quedado patentadas palabras del idioma francés que se incorporaron definitivamente a la lengua española, lo que se conoce como galicismos: entre otras muchas, collage, croquis, toilette, arc-boutant (arbotante), balustre (balaustre), chanfrein (chaflán), claier-voie (claraboya), douvelle (dovela), gloriette (glorieta, ahora rotonda), mansarde (mansarda), o pastiche, del que tanto se ha producido en las últimas décadas. Brioche, es otra de esas palabras que se han incorporado a nuestra lengua española de una manera muy natural aunque ni la RAE ni los distintos diccionarios recogen con precisión ni su definición ni su significado aunque a todos nos sepan muy dulces y ricos.
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