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El CAT pondrá en escena la obra 'In nomine Dei', de José Saramago

El Nobel de Literatura espera que el episodio que relata sirva "para que algunos sacudan su conciencia". El Centro Andaluz de Teatro llevará este texto a 54 escenarios

El premio Nobel de Literatura, José Saramago, junto a su esposa, Pilar del Río, y la consejera de Cultura, Rosa Torres (dcha).
Efe / Arrecife De Lanzarote

11 de diciembre 2007 - 02:49

El premio Nobel de Literatura José Saramago declaró ayer en Lanzarote que espera que el estreno en Sevilla de su obra In Nomine Dei sirva al menos para despertar las conciencias de algunas personas que causan daño a la humanidad.

El escritor portugués hizo estas declaraciones durante el acto de presentación de la última producción del Centro Andaluz de Teatro, que pondrá en escena la primera obra de Saramago -en teatros a partir del día 12-. A la presentación de esta versión teatral asistió la consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Rosa Torres, quien anunció que la obra "es un grito contra la intolerancia". In nomine Dei será estrenada en el Teatro Central de Sevilla para recorrer después 54 escenarios andaluces.

José Saramago se mostró agradecido por la puesta en escena de la obra y se refirió al momento histórico en el que se desarrolla su novela, el siglo XVI.

El argumento se centra en un conflicto entre católicos y protestantes en Münster, cuando los protestantes instalaron una especie de comunismo evangélico, eliminaron las deudas y el dinero, entre otras cosas. Los jefes de la ciudad querían vivir al estilo de los patriarcas bíblicos pero todo acabó en una carnicería donde, de los 14.000 habitantes que había "sólo quedaron 2.000 personas", recordó el autor.

José Saramago aseguró que a pesar del tiempo transcurrido, la realidad tiene semejanza a la reflejada en su libro "porque en miles de años de creación, de la naturaleza, de la inteligencia, de todo lo que hace grande al hombre, al ser humano, está siendo utilizado por el mismo ser humano directamente contra él".

En este sentido, entiende que a pesar de los avances "no hemos mejorado nada, incluso al revés, hemos refinado los métodos y la tortura se ha vuelto una ciencia exacta. En cambio nosotros, seres inteligentes, capaces de reír, de llorar y sentir, estamos en una ola de irresponsabilidad total en la que, como siempre, la culpa no es de nadie".

"Aunque estoy seguro que la representación de mi obra no cambie nada, espero que quizá algunos despierten su conciencia", atajó el escritor.

El Premio Nobel recordó que a pesar de que muchos le definen como una voz crítica, él no ha pretendido "convencer a nadie de nada".

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