Los territorios amplios de la escultura
Las hermanas Franco Corrales están haciendo las cosas bien; esta afirmación se constata con los siguientes hechos: la programación que vienen presentando para su sala de la calle Alvar López es variada, suscribe muchas tendencias artísticas, apuesta por los artistas jóvenes dando, al mismo tiempo, su sitio a autores de más edad y, sobre todo - esto creo que es muy importante -, es permanente y a una muestra, sin solución de continuidad, le sucede otra, sabiendo, el espectador que la realidad de la sala es viva y en abierta expansión.
Tras la buena pintura de Roberto Barba llega, ahora, la escultura de Lola Jiménez, una artista que ha hecho de esta modalidad artística un solvente ejercicio plástico. Su trabajo, formalmente sustentado en el material cerámico, desarrolla un sistema metafórico que deja lo más inmediato de la representación en un segundo plano para potenciar una realidad mediata con una fuerte carga evocadora. En toda la obra de Lola Jiménez el plano humano está presente; existe una alusión al viajero, al trotamundo, a ese espíritu nómada que anima a los que sienten sin fronteras. Por eso la presencia siempre activa de elementos que transportan a ese concepto de viaje, de constante salida para llegar a un destino que volverá a ser otro nuevo principio.
En el aspecto formal, la obra de Lola Jiménez nos hace partícipes de un lenguaje escultórico rigurosamente establecido. La artista, curtida en experiencias relacionadas con la cerámica, sabe manejar con acierto los elementos materiales, siempre con la forma planteada con claro sentido expresionista, dejando la línea representativa sólo esbozada y manteniendo un sentido estricto de unidad interpretativa.
Lola Jiménez es una buena artista, trabajadora experimentada que sabe extraerle a la materia todo su poder estructural. Sus obras se abren a las buenas perspectivas de la mejor escultura, esa que yuxtapone la manipulación formal a una morfología plástica donde cada elemento suscribe su contundente posición para que, en ese proceso de muy buena sintaxis creativa, se produzca un desenlace artístico lleno de encanto visual. Además, su obra se posiciona en un amplio reduccionismo ilustrativo, sobre todo en la figura humana, que deja las puertas abiertas para esa esencia evocadora que es el centro generador de su escultura.
Estamos, pues, ante una importante exposición de escultura. Lo es porque se trata de una obra llena de dimensión artística, con muchos de los valores que plantean la gran escultura. Pero, también, lo es porque nos encontramos con una autora ajena a los bandazos de los intereses artísticos del momento y que sigue una línea creativa segura y llena de intensidad creativa.
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