Dulces pellizcos de emoción plástica
Diario de las artes
Hay una serie de artistas - pocos, esa es la verdad - que te los encuentras en todas las exposiciones. Eso que debería ser algo de lo más habitual no es norma al uso. En la profesión, desgraciadamente, cada cual va a lo suyo y lo del vecino como que interesa bien poco. Hay excepciones, claro está, y en las inauguraciones son familiares los rostros de María Luisa Rey, Jesús Rosa, Carmen Chofre, Manolo del Valle, Eduardo Millán... y Serena Fortín. Siempre está Serena Fortín. Eso la engrandece. Ella es una artista, italiana y afincada en Jerez desde hace tiempo, que forma parte de ese paisaje artístico permanente en una ciudad con muchos autores pero que van cada cual a lo suyo. Serena se nos aparece porque posee un afán desmedido por saber de toda esa gran realidad plástica que, aquí, se desarrolla. A la personalísima obra de Serena la hemos visto antes en casi todas las salas de Jerez - no me extrañaría que ArteaDiario sea un espacio que mira con detenimiento las piezas de Serena para una posible próxima exposición -. Ahora expone en los salones del Hotel Palacio María Luisa. Entre la excelsa decoración del establecimiento de María Luisa Cuñado de Azcárate, resplandecen con luz propia las esculturas de la artista italiana.
Es Serena una escultora dominadora de la materia; muy dominadora. Sabe sacarle a la madera todo su especialísimo sentido plástico y, con un magnífico poder estructural, manipula el elemento creando un sistema compositivo de verdadera dimensión artística. Además el trabajo de Serena es tan personal e intransferible que no ofrece duda. Su lenguaje plástico es único y con él nos sitúa en una experiencia escultórica muy bien sustentada desde todos los esquemas plásticos y artísticos; extrayendo a la madera noble - la de tilo, la de boj y la de abedul - un bello sistema que atrapa la mirada y conduce por sendas de máxima emoción.
Sus piezas plantean una clara posición abstracta, con una gramática formal muy bien definida, con los elementos materiales adecuados para que se desarrolle una realidad escultórica en la que las referencias y evocaciones quedan supeditadas a unos poderosísimos sistemas que suscitan la verdadera emoción por la forma artística.
En la exposición, Serena nos presenta una serie de esculturas que responden a sus típicos criterios compositivos, esos que dejan entrever una escultura personal de vehementes planteamientos escultóricos y que configuran una obra muy acertadamente descrita en sus bellos episodios formales. Para esta ocasión, la artista ofrece un conjunto de sus habituales esculturas que completa con una serie de bellas lámparas escultóricas donde la luz se yuxtapone a la perfección a la materia escultórica, abriendo, con ello, nuevas perspectivas referenciales. Al mismo tiempo nos encontramos con una serie de pequeñas joyas que, asimismo, abren nuevos horizontes creativos conjugando la madera y otros materiales.
En la obra de Serena Fortín, el propio sentido de la escultura encuentra acomodo en un subjetivo momento emocional que deja en suspenso el hilo conductor de lo real para alcanzar una nueva dimensión que acentúa un proceso de máxima espiritualidad.
De nuevo nos encontramos con la personal escultura de una artista total que manipula la madera para posicionarla en una realidad plástica de muy altos vuelos que convencen de principio a fin.
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