Los eternos diálogos del arte
Diario de las Artes
LOS PAISAJES DE LA ARQUEOLOGÍA
Museo Arqueológico
JEREZ
Que Luisa Porras es de las más lúcidas artistas de nuestro entorno nadie lo debe poner en duda a estas alturas de la historia. Habrá quien, en su obcecación de imbécil -artísticamente- empedernido o de envidioso maledicente, todavía, no se entere y cuestione lo que no tiene vuelta de hoja. Ella es artista total, de lo mejor y de lo más sensato que tenemos por estos territorios donde predominan equivocados hacedores de casi nada y, también, voceros enteradillos que no saben lo que tienen antes sus ojos y que, además, ahora, les ha dado, amparados en el anonimato de las redes, en pontificar de lo que no saben y quieren hacerse notar de cualquier forma y en cualquier situación. En el ruedo artístico hay de todo y algunos sin saber dónde están, sin conocer una realidad que viene resplandeciendo desde hace tiempo, ahora, se apuntan a este carro para destacar en algo que no les corresponde, creyéndose artistas, intelectualoides y estetas de muy poco. Luisa Porras como conocedora del arte, es actuante privilegiada en algo que domina y sabe cómo hacerlo bien patente. Lleva, desde hace unos años, comisariando unas espléndidas propuestas en el Museo Arqueológico de Jerez con obras de artistas de envergadura; algunos de reconocida categoría, otros que ocupan un lugar discreto en el panorama artístico pero siendo creadores de la más absoluta solvencia. Autores que sirven para organizar unos entramados expositivos tremendamente significativos y que llevan a conjugar lo magnífico que se encierra en el espacio museístico del barrio de San Mateo con algunas proposiciones de lo más apasionante que ocurre en el arte inmediato. La comisaria, sabiendo muy bien lo que hace y lo que quiere, yuxtapone la realidad eterna de lo que se guarda en el Museo al amplio ejercicio de lo más actual y cercano.
Luisa Porras ya nos ha demostrado en varias ocasiones que el Museo Arqueológico es, prácticamente, su casa; conoce todos los recovecos del edificio; se sabe al dedillo la ubicación de las piezas; es consciente de su valor artístico y de su materialidad plástica -aparte, claro está, de su importancia histórica-; además, está al cabo de la calle de la realidad creativa existente en este momento y sabe del valor, la solvencia y trascendencia de cada artista. Sus anteriores comisarías en el Museo han servido para establecer un diálogo entre el ayer consolidado y eterno y el hoy expectante y vivo; entre las piezas artísticas que perduran en el tiempo y las obras nuevas que consolidan una existencia que se quiere perdurable.
La nueva exposición en los espacios del Museo Arqueológico de Jerez vuelve a situarnos en los parámetros de un arte que juega, para bien, con la historia; que diluye el tiempo, que acerca el pasado entremezclándolo con un presente diáfano, a pesar de todo. La muestra yuxtapone varias circunstancias. Por un lado compendia casi todas las manifestaciones artísticas, grabado, dibujo, pintura, fotografía, escultura... Pone, en conjunción perfecta, artistas consolidados, con trayectoria firme, regular y de sabias posiciones, con artistas más nuevos y con claras expectativas. Basa el desarrollo del conjunto en el paisaje pero no se cierra a un sólo planteamiento; los esquemas dispares, abiertos y profundamente especiales de las piezas arqueológicas desprenden los más abiertos postulados estéticos que atrapan las, también amplias, fórmulas contemporáneas, para que los máximos desarrollos del arte moderno se acondicionen a la realidad del espíritu que anima lo que se custodia en el Museo de la Plaza del Mercado.
Todo ha sido dispuesto para que un diálogo eterno acomode sus posiciones para que permanezcan vivos los registros imperecederos del arte por el arte; los pasados y los presentes. De nuevo, las experiencias artísticas y el buen hacer de Luisa Porras se hacen presentes en una exposición coral sujeta a los absolutos criterios de un sabio y juicioso sentido artístico. Para terminar, valga la relación de los artistas presentes: Humberto del Río, Magdalena Murciano, Guillermo Bermudo, Juan Antonio Sangil, Miguel Parra, Ignacio Sancho Caparrini, Jaime Pandelet, Ana Pellón Pariente, Francisco Barrena, Carmen Chofre, Eugenio Tapia, Magdalena Bachiller, Aurora Simo, María José Domínguez Parreño, Jesús Rosa, Rocío Cano, Humberto Ybarra, Serena Fortín, Fernando García Durán, Pepe Nihil, Diego Periñán y Luisa Porras.
Muy buenos los planteamientos que se nos ofertan desde el Museo Arqueológico. Institución que, con ello, manifiesta que está viva y que ejerce una función más allá de los simples parámetros de custodiar el legado de siglos.
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