Don Hipólito Sancho, una vida dedicada a la investigación

La ciudad de la historia

Don Hipólito Sancho, una vida dedicada a la investigación
Don Hipólito Sancho, una vida dedicada a la investigación
Centro De Estudios Históricos Jerezanos

27 de octubre 2015 - 05:00

HACE más de veinte años llegó a nuestras manos una publicación de la Biblioteca de Temas Portuenses, suscrita por Fernando Toscano de Puelles, cuyo prólogo firmaba Javier Maldonado Rosso, y su título 'Bibliografía y recuerdos de Hipólito Sancho de Sopranis'. Es ésta la monografía más completa sobre la vida y obra del insigne historiador portuense, y nuestra comunicación no es más que una modesta recensión con algunos apuntes personales sobre aquella obra publicada por el Ayuntamiento y la concejalía de Cultura de El Puerto de Santa María en 1993.

La obra se presenta como "un homenaje de gratitud", equilibrado, en el que no se evitan las críticas ni las sombras, a quien fue un "descubridor y divulgador". Estas líneas responden a esa misma admiración por un investigador fecundo que diversificó sus estudios históricos y abrió "nuevos horizontes a la historiografía y preparó los caminos para que una nueva generación de historiadores".

En efecto, el medio siglo que Sancho de Sopranis ofrenda a la investigación histórica, no puede ser analizado desde una única perspectiva ni historiográfica ni social. Son muchos los elementos que emergen de esta gran figura doblemente dimensionada por una obra y una vocación trascendentales.

Es precisamente ésta la primera característica: una magna obra, de unas 500 monografías de todo tipo, dilatada lógicamente en el tiempo, de gran diversidad temática y amplitud geográfica. En las primeras obras, que abarcan desde 1913 a 1923, se alternan trabajos en Vergara, Madrid, Almagro y los primeros asociados a Cádiz, El Puerto de Santa María y Jerez. En dicha década no faltaron los primeros premios en Cádiz o en Córdoba. Los años 30 y 40 inauguran el salto cualitativo en su producción en publicaciones gaditanas, madrileñas y del Protectorado, y comienzan sus trabajos de asesoramiento a instituciones públicas, municipales y religiosas. El año 1934 fue importante tanto para nuestro autor como para la ciudad jerezana a partes iguales: puede considerarse la fecha en la que revela Jerez para sus habitantes, pues se naturaliza, investiga en los archivos jerezanos tanto públicos como privados y visita tanto monumentos religiosos y civiles, como yacimientos. En sus últimas dos décadas de existencia Hipólito se convierte en el 'alma' de la Sociedad de Estudios Históricos Jerezanos (actual Centro de Estudios Históricos Jerezanos), en palabras de su fundador y presidente Tomás García Figueras.

Su trabajo es silencioso, riguroso, preciso y pulcro, con un innato olfato historiográfico (calificativos de quienes trabajaron con él), y concatena sus investigaciones en muy variados campos de la investigación: vida cotidiana y clases sociales, evolución económica, estructura de los poderes locales medievales y su progresiva aristocratización en la Edad Moderna, patrimonio y arte.

Con Sancho hemos de utilizar varias veces el apelativo modesto en su filosofía de la Ciencia Histórica, hasta el punto de que confiesa sus imprecisos conocimientos o reconoce su propia desorientación o bien afirma que no tiene la última palabra; huye de polémicas o disputas impulsivas, y admira el saber de los demás, como un verdadero sabio, incluso con los que tienen un parecer diferente. Prepara materiales para evitar a investigadores futuros las dificultades con que él tropieza.

No faltó el adversario que lo acusó de "modernista", insulto éste que se nos antoja elogioso. Evidentemente lo que encontramos como clara muestra de su matiz de "modernidad" es que en su extensa obra existe una búsqueda constante de pruebas científicas dignas.

Este discurso no tendría un mínimo de credibilidad si se evitaran las críticas. Pues claro está que tuvo defectos, los primeros que saltan a la vista tienen que ver con el estilo en muchos casos caótico y farragoso, repeticiones de expresiones hechas y párrafos completos en no pocas de sus obras (como un 'corta y pega'). No faltan tampoco las rectificaciones de quienes le admiran, que no puede evitar el calificar como anticuada muchos aspectos de su metodología o ven una obra extensa y desigual, aunque interesante y con sólidos cimientos. Es evidente que alguien hipercrítico encontraría hoy carencias metodológicas elementales o enmarcamientos conceptuales demasiado restringidos.

Sin embargo, a golpe de trabajo tenaz e indesmayable construyó un edificio científico más espacioso y sólido que el levantado en muchas cátedras y departamentos universitarios. Son, por tanto, mayoritarios los elogios; muchos de ellos proclamados tras su fallecimiento, que tienen mayor valor por la calidad de quienes lo enaltecen. Se le considera uno de los más grandes historiadores gaditanos.

Fue un hombre de institución y se implicó en la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes de Cádiz, en la Academia de Bellas Artes de Sevilla y en la Real Academia de la Historia.

Por último, nos vamos a centrar en su dimensión ideológica, que tenemos la obligación de enlazar con su vertiente de transmisor de la historia. De una antigua estirpe noble, así justificaba su trabajo: "voy persiguiendo en él la finalidad de conservar el recuerdo de algo honroso para mis abuelos, cuyo nombre, tan benemérito de la Iglesia, de la Patria y en especial de la beneficencia española". Ahí es donde vemos su doble vertiente de católico y conservador, sin olvidar su preparación laica, además de sus viajes por España y Francia, guiados por su insaciable curiosidad tanto artística como histórica, ahí están sus estudios en las universidades de Deusto y Salamanca de Derecho, Filosofía y Letras, e Historia.

En definitiva, sin duda fue el maestro de la investigación del sur de Andalucía, por ello dice Toscano de Puelles: "Su nombre evoca la tarea de búsqueda científica y publicismo erudito acaso más impresionante… Sin apenas precedentes, frente a los obstáculos exteriores e internos de la dificultad intrínseca, de las mentalidades trasnochadas, la soledad, la falta de medios, la incomprensión… ha levantado en cincuenta infatigables años, el sólido monumento historiográfico que le exigía el apremio de su vocación". Creemos junto con este autor de la biografía que debemos ser justos y equidistantes, y ni ser ingratos con este hombre modesto, paciente, laborioso, desprendido, ni traicionar "el alto valor de su entrega, ilusionada e indefectible, al oficio intelectual".

Por todo ello el Centro de Estudios Históricos Jerezanos dedicará unas merecidídimas jornadas a su persona y su labor. Invitamos a todos los jerezanos y portuenses a que nos acompañen los días 3 y 4 en memoria de Hipólito. En nuestra página web puede consultarse el programa de actos.

Texto: Eugenio J. Vega Geán y Francisco A. García Romero

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