Doñana en la intimidad
Arte
La pintora Cristina Díaz expone en la sala ‘Fedarte’ una serie de obras sobre este “santuario natural”
La muestra se podrá visitar hasta el próximo 16 de marzo
Jerez/Doñana es un paraíso cercano. Pero si el paraíso te pilla lejos, por cualquier cosa, ahí está ‘Fedarte’. La pintora Cristina Díaz invita a un paseo por este espacio de la naturaleza, que celebra el 50 aniversario de la declaración de Doñana como Parque Nacional (1969) y el 25 aniversario de su Marisma como Patrimonio de la Humanidad (1994).
“Estoy enamorada de Doñana. Ya llevo muchos años pintándolo, pero desde el corazón del parque llevo dos. Ya veo los paisajes desde dentro, en visitas guiadas. Así que me centré en esta temática para esta exposición en esta galería jerezana. Y es que Jerez también tiene una relación muy íntima con Doñana, que se salvó gracias a la intervención de varios bodegueros de la tierra”, cuenta la autora, que ha retratado también los eucaliptos, “que para bien o para mal, fueron un elemento importante allí. Su presencia hizo que nos concienciáramos de la necesidad de salvar este espacio”.
No se pierde cualquier visita guiada que haya a Doñana, que ya ha conocido de forma íntima. El Lucio del Membrillo se desnuda, los almajos se vuelven rojos para ella, la enamoraron. Una extensión inundable que es un espectáculo. Cristina toma notas y fotografías que luego trabaja tranquilamente en casa.
Se deleita en estos escenarios de películas, en los que ha visto aparecer extrañamente al águila imperial. Momentos especiales uno detrás de otro que en la marisma madre, frente a la aldea del Rocío, vigila ‘el guardián’, una torre de vigilancia, un lugar especial para ella. “Para esta exposición he tenido que hacer una selección muy dura porque tengo mucho material, que quiero continuar con otra visita próximamente”, confiesa.
Y cada vez que acude a Doñana va buscando cosas diferentes, más y más, mira la inmensidad del parque con otros ojos cada vez. Pinares, caballos sueltos, la torre Carbonero, dunas, la playa hacia Sanlúcar, la vegetación juega con la arena, aves, agua dulce, agua de mar... Acuarela, madera, carbón, papel... nunca deja una técnica sola en un soporte. Hay hasta un tríptico que a modo de cuento relata una historia de Doñana, la que el espectador elija.
Los alrededores, su entorno natural, la dehesa de abajo, también le emocionan, hasta en blanco y negro. “Yo entiendo Doñana como un santuario natural por eso lo pinté en ese tríptico, como un pequeño altar particular”, confiesa Díaz, que retrata incluso hasta las casas de labor, las dunas, el observatorio de aves de la SEO en el Rocío, las gaviotas, la garza...
“Doñana es un lugar para soñar, para alimentar la mirada con sus árboles, sus aguas, sus tierras, sus aves, su ganado, que parecen observar a quien los mira” A ella, por ejemplo. Una habitante más de parque que, como los animales de la sabana, se han acostumbrado a su presencia. Doñana es su paisaje interior.
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