'Gangsters' de carnaval

Sean Penn, en 'Gangster Squad'.
Sean Penn, en 'Gangster Squad'.
Carlos Colón

13 de febrero 2013 - 05:00

Criminal/Drama, EEUU, 2012, 113 min. Dirección: Ruben Fleischer. Guión: Will Beall. Fotografía: Dion Beebe. Intérpretes: Emma Stone, Ryan Gosling, Giovanni Ribisi, Sean Penn, Josh Brolin. Cines: Bahía de Cádiz, Bahía Mar, San Fernando Plaza, Las Salinas, Yelmo, Ábaco Jerez, Cinesa Los Barrios.

A lo mejor algún historiador, cuando se refiera a los últimos 20 años del cine, los llama la era de la estupidez. O de la impostura. Aunque, dado que una parte considerable de la crítica y la historiografía del cine está impregnada por esa misma estupidez e impostura que afecta a las películas, tal vez no suceda; y dediquen -como está pasando- sesudos estudios a estupideces comerciales o imposturas de autor. Con Ganster Squad no sucederá esto. Es tan burda su superficial imitación del cine clásico de gangsters, es tan hortera el colorín y la recreación de época (que a veces recuerda al multicolor Dick Tracy), es tan jartible el recurso a la cámara lenta... que caerá en el olvido más absoluto.

Sólo Sean Penn le puede garantizar una mínima supervivencia por quedar incluida en la filmografía de este gran actor, aquí reducido a una máscara de malo de dibujito (otra vez Dick Tracy). Cuando Coppola (El Padrino) o Polanski (Chinatown) recrearon el cine de gangsters en los 70 formaban parte de una inteligente y creativa relectura de los géneros clásicos hecha a partir de la digestión del cine moderno europeo y americano. Gangster Squad nada tiene que ver con esas creaciones. Y más con un De Palma (Los intocables, entretenida, pero fatua como todo Palma y sólo redimida por Connery y Morricone) y sobre todo con un Tamahori (La brigada del sombrero). Empeorados.

La figura de Mickey Cohen -auténtico gangster que actuó en Los Ángeles de los años 50 con métodos de los rugientes años 30- se desperdicia en un retablillo de malísimos y buenos buenísimos. El vestuario está tan por estrenar y es tan relamido que todos parecen disfrazados. La maldad de los malos y la dureza de los buenos están tan gestualmente exageradas que las interpretaciones parecen parodias. El tremendismo -en los primeros cinco minutos desmiembran a un tipo atándolo a dos coches, le cortan una mano a otro, intentan violar a una señorita y machacan a puñetazos a tres fulanos- es tan exagerado que, más que sobrecoger, recuerda a Rasca y Pica de Los Simpson. Cabe pensar que desde este inicio todo sea una broma con el género, una especie de Gansteriza como puedas. Pero no así. Ruben Fleischer se toma la cosa en serio, aunque se permita guiños. No muy sutiles: le revientan la cabeza a un tipo con un berbiquí y en el plano siguiente se ve caer una hamburguesa cruda en una barbacoa.

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