La Gran Familia
La hora del bocadillo
Panini Comics trae de vuelta una de las etapas más interesantes de los habitantes del Edificio Baxter.
NO me considero un coleccionista de tebeos. Soy lector y como tal, disfruto y sigo a ciertos autores-guionistas. Recuerdo aquella primera vez que entré en el salón de una tía abuela y en una alta estantería, relucía la colección de tomitos editados por Vértice. Al principio, mi primo no me los quería prestar para leerlos allí mismo, pero con el tiempo e insistencia, logré convencerlo. Esas primeras lecturas alucinaron a aquel chavalín que saltó de azotea en azotea con el hombre arácnido, luchó contra los maquiavélicos planes de Magneto o compartió las aventuras diarias de una familia. Eran cuatro, con extraños poderes, y sus aventuras se desarrollaban en otras dimensiones, contra descomunales villanos que querían devorar nuestro planeta… Aquellas páginas, los extremos escorzos de un dibujante ante el que tenías que rendirte como lector y unas historias que te mantenían pegado a aquellos pequeños volúmenes…
Pasó el tiempo, años y cientos de cómics, miles de viñetas. De ahí nació el criterio y el conocimiento de los artistas que estaban tras las espectaculares páginas que disfrutaba como lector.
Algo parecido le ocurrió al joven John Byrne, también sucumbió a las aventuras del Universo Marvel: Hombres araña, abogados invidentes, grupos de mutantes y, otra vez, esa familia. Porque lo que lo atrapó (al igual que a un servidor) era que en ningún momento el dúo de creadores formado por Stan Lee y Jack Kirby los planteó como un grupo de superhéroes. Ellos eran gente con poderes, sí, pero personas con problemas cotidianos y, sobre todo, unas marcadas personalidades desde la página número uno: Un genial científico, casi siempre absorto en sus estudios e investigaciones; una atractiva y resolutiva mujer, enamoradísima de su marido, pero que tendrá que luchar contra la tentación en forma de príncipe atlante; un chico guaperas, bastante chuleta, con una propensión a enamorarse de todas las chicas con las que se cruza y, finalmente, un hombre grande, con un corazón del mismo tamaño, ese tío que todos hubiéramos querido tener. Reed y Sue Richards, Johnny Storm y Ben Grimm. Los 4 Fantásticos.
Durante casi doscientos números, sus “padres” creativos los enfrentaron a mil y una amenazas, salvando el planeta en multitud de ocasiones, pero nunca perdiendo ese tono de soap opera, con sus peleas y dramas de andar por casa. Y es que claro, llevar una vida familiar medianamente normal si puedes estirarte como el chicle, hacerte invisible, lanzar bolas de fuego o ser tan duro como la roca no es tarea fácil.
Pasan los años y John Byrne ya ha dejado su magistral huella en multitud de colecciones de la norteamericana Marvel Comics: Iron Fist y Power Man, La Patrulla-X… y llega ese mágico momento en el que comienza a narrar las aventuras de este cuarteto. Con la marcha de sus creadores, la calidad del tebeo había descendido y la creciente popularidad de otras colecciones de la editorial (los mutantes) habían hecho que la esencia de ésta se estuviera perdiendo, incluso gráficamente, musculando en exceso a sus protagonistas.
Es por ello que Byrne, una vez que se hace con las riendas de la colección (como guionista, dibujante y entintador) da un giro tremendo y sin él haber acuñado el término, emprende un regreso a lo básico (back to basics). En primer lugar trae de vuelta los trajes clásicos a sus protagonistas, y los dibuja para que den la impresión de lo que son, uniformes, con sus arrugas y todo. Y en segundo lugar, y más importante, vuelve a narrar esas historias que convirtieron a estos héroes en lo que fueron, comenzando por rescatar del olvido a uno de esos villanos del montón que tiene Marvel (no hay que rebuscar mucho para encontrar a un buen puñado…): Diablo tiene un terrible plan para acabar con los Cuatro Fantásticos, que sólo gracias al intelecto de su líder podrá salir indemne del letal ataque de unos seres que representan a los cuatro elementos.
Junto a ésta, Byrne coge carrerilla y va dejando su marca en la colección con antológicos números autoconclusivos, marca de la casa, además de enfrentarse al regreso de la némesis del grupo, el terrible Doctor Muerte, que compartirá páginas con el grupo en el número especial de veinte aniversario. Luego regresaron Los inhumanos, Galactus…
Panini edita el primero de cuatro (no podría ser de otra manera…) volúmenes que, con casi seiscientas páginas, recopila en un formato de alta calidad toda la etapa de John Byrne al frente de esta colección. Por si esto fuera poco, el tomo viene repleto de suculentos extras (pin ups, fichas de personajes, números especiales…).
Como decía al principio, soy lector y sigo a autores. En el caso de los superhéroes, etapas de estos al frente de ciertas colecciones, que han quedado como auténticos clásicos de la viñeta: El Daredevil de Frank Miller, Thor de Walt Simonson, La Patrulla-X de Chris Claremont y estos 4 Fantásticos de John Byrne. De lo bueno, lo mejor. Nuff said!
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