Hinojo, entre aborígenes australianos
Una vuelta más
La prestigiosa Fundación Opale expone en Suiza la obra 'Piedras en el lago' del artista gaditano, creando 'espejo' con otros célebres creadores de las antípodas y de Europa, cual diálogo entre culturas y pueblos a través del arte
El artista José Hinojo y su 'canto de amor' escultórico por Prado del Rey
Prado del Rey abre el Espacio Cultural José Hinojo
Mundos hay muchos, algunos incluso están dentro de éste, no hace falta buscarlos en otra galaxia, ni ir más lejos. Las distancias, en el fondo, no tienen por qué ser abismales, sino simples referencias del sistema métrico decimal. Puede que la interconexión vaya más allá del internet de las cosas, no hay barreras limitantes para la imaginación creativa. Ahí está el ejemplo reciente del polifacético José Hinojo, que ha logrado reflejar una de sus creaciones con otra 'homónima', casi gemela, surgida en las distantes antípodas, como si dos gotas de agua se mirasen fijamente, comunicándose al unísono en el mismo idioma. Buscando el efecto 'espejo', la prestigiosa Fundación Opale expone en Suiza la obra 'Piedras en el lago' del artista gaditano, hermanada con otra de las más de 60 piezas 'sinónimas' de una original muestra que convoca a célebres creadores aborígenes australianos y europeos, cual diálogo fecundo entre culturas y pueblos a través del arte. No hay fronteras, priman los vasos comunicantes.
Al margen de gustos particulares, modas o divergencias conceptuales, en el universo artístico conviven miles de estilos, ritos y cultos en perfecta sintonía, salvando así las diferencias procedimentales, geográficas, generacionales, o esas complejas tendencias que puedan separarles. Siempre hay un nexo que une e identifica, almas comunes dispuestas a propiciar encuentros. Esa es la ecléctica filosofía que ejemplariza con suma exquisitez una sublime exposición abierta desde el 17 de diciembre de 2023 y hasta el 14 de abril de 2024, en el único Centro de Arte Contemporáneo Aborigen existente en el Viejo Continente, que se ubica en la localidad helvética de Lens, cumpliendo ya su quinto aniversario. Rizando el rizo de los más exigentes desafíos, veintiséis personalidades de la cultura suiza, entre artistas, escritores, coleccionistas, e incluso un neurocientífico o un relojero, fueron retados a elegir una obra artística aborigen de la amplia colección que ostenta la Fundación Opale, proponiendo a su vez otra 'obra espejo' para complementarla. Sin duda, toda una odisea artística que ha dado como fruto una exposición antológica en la que fue seleccionado un único artista español, José Hinojo Velázquez, con su obra 'Piedras en el lago', haciendo espejo o replica con otra de la australiana Marion Gaemers, denominada 'Panel coralino'. En suma, un canto a la complicidad artística entre Prado del Rey y sus antípodas en la isla volcánica de Erub. Química entre dos mundos, arte sin muros, bellezas policromáticas comunicándose en lenguaje universal, incentivando al observador cosmopolita.
Se dice que el eclecticismo es adoptar una posición media entre dos distintas, o tomar parecer entre diversas opiniones para conciliarlas, o representar una selección de varias fuentes. Ése es el elevado fin que se ha logrado al unir artistas de 'polos' opuestos, convergiendo en una armonía creativa sin igual, de la que José Hinojo es testigo de excepción con una colosal pieza digna de ser ensalzada como tal. Eso sí, aunque en Australia se beba del mismo 'manantial' imaginativo, la obra del autor gaditano, en mi opinión, no admite comparaciones a la ligera, su complejidad y virtuosismo requieren un análisis profundo, diferenciado. Diría que 'Piedras en el lago', con sus más de dos metros de alto, a base de cartón prensado, es la metáfora artística del epostracismo, también llamado salto de la rana o cabrillas, con la que se define el lanzamiento de una piedra plana haciéndola rebotar sobre una superficie de agua (el récord está en 88 rebotes). Para que ese efecto físico ocurra, no basta con que la piedra tenga la forma de un elipsoide o disco plano, además debe ser lanzada de forma que la parte plana quede aproximadamente paralela a la superficie de un río, lago, mar u océano, si éste fluye lentamente y el guijarro rota en su desplazamiento sobre el eje vertical. Hinojo lo consiguió. De forma magistral hizo rebotar sin cesar el canto rodado, ofreciendo en cada onda acuática de su laboriosa obra un incalculable universo humano, de seres gravitacionales que evitan irse al oscuro e incierto fondo del espacio líquido, luchan por seguir a flote, interactuando.
Tras asistir a la inauguración oficial de esa excepcional muestra, José Hinojo describió su experiencia de forma gráfica y literaria: "Decía nuestro gran poeta Lorca en su último poema del universal 'Romancero Gitano' que "llegar a la nieve es equivocar el camino"... Yo he vivido en esos días el temblor, ese chisporrotear blanco mágico y certero de lo contrario. Sí, llegar a la Fundación Opale en la población suiza de Lens, entre la nieve, accediendo a ese amplio y elegante espacio expositivo y ver 'Piedras en el Lago', esa obra en cartón nacida en éste mi Sur, entre la cal y el silencio interior, acompañada de esos mágicos aborígenes australianos, de ese Paul Klee musical, de ese desnudo Balthus, de ese fuego de Oskar Kokoschka… Me dije, ay Amigo, no he equivocado el camino. Ay ¡¡¡los gallos vuelan sobre la nieve!!!" Y no podía por menos el artista gaditano que "desde aquí dar las gracias a la atrevida y generosa fundadora, madame Bérengère Primat -cuya Fundación Opale cuenta con más de 1.500 obras, conformando una de las colecciones más importantes de obras aborígenes contemporáneas en manos privadas-, y a todo su equipo que hacen visible la formidable Exposición 'High Five' -(choca esos cinco)- que alienta la fraternidad y comunión entre culturas y pueblos. Belleza y armonía como futuro. Gracias también, cómo no, a Manuella Maury -una afamada periodista que propuso las obras de Hinojo y Gaemers-, por su actitud visionaria, constante e infatigable".
José Hinojo, puntal inequívoco del llamado 'Arte Povera' (movimiento surgido en Italia a mediados de 1960, que utiliza para su creación materiales humildes y pobres, o en desuso, dándoles nueva vida), ha desarrollado gran parte de su carrera profesional en Suiza, y tiene motivos sobrados para mostrarse orgulloso al participar en una exposición colectiva de tanto nivel y trascendencia universal. A decir verdad, su elección junto a la de Marion Gaemers, referente inexcusable del arte aborigen australiano, tiene todo el sentido, no sólo artístico, sino también antropológico. De hecho, Marion, que recolecta para sus obras redes de pesca y otras 'joyas' similares rescatadas del fondo marino en la isla Darnley, o Erub en el idioma nativo papú, perpetúa el legado de los primeros moradores que tuvo Australia durante 60.000 años hasta la llegada de los ingleses, e inmortaliza su conexión aborigen con las plantas, los animales y astros, junto a la devoción por la rojiza y enigmática roca sagrada de Ayers Rock (también llamada Uluru). Y quién sabe si la genialidad de José, nacido en la población gaditana de Prado del Rey, también proviene de aquella prodigiosa semilla que, desde el Neolítico, hicieron germinar en su tierra andaluza comunidades ancestrales, como las fenicias, romanas o árabes, afincadas en la legendaria Iptuci, sirviendo como faro que guía al presente. En suma, cuánto arte hay en este mundo, incluyendo al Planeta Hinojo…
(*) Jesús Benítez, periodista y escritor, fue Editor Jefe del Diario Marca y, durante más de una década, siguió todos los grandes premios del Mundial de Motociclismo. A comienzos de los 90, ejerció varios años como Jefe de Prensa del Circuito de Jerez.
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