"Hoy el periodismo está peor que ayer pero mucho mejor que mañana"
José María García inauguró ayer la 67 edición de los Cursos de Verano de la UCA condenando la relación de intereses entre medios de comunicación y poder político
Tras el derroche de verbo florido, de entonación personalísima y de provocativas metáforas, José María García -el periodista de Europa, "seguro, vamos", que tiene más premios, nos recuerda- optó por la versión deprimente de la leyenda de la popular medalla del amor para cerrar el discurso inaugural de la 67 edición de los Cursos de Verano de la Universidad de Cádiz durante la tarde de ayer en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras. "Hoy el periodismo español está peor que ayer pero mucho mejor que mañana", concluía entre devotos aplausos y levantadas de respeto el inventor del turno de noche y del periodismo deportivo tal y como hoy lo conocemos (por mucho que le moleste que le llamen maestro los que ahora se dedican al "periodismo de felación").
Cual Santa Compaña de la profesión, el septuagenario comunicador anunciaba y certificaba la muerte del periodismo desde el momento en que éste perdió "la credibilidad". Un fondo amargo, descreído y pesimista se parapetaba entre los símiles incisivos - "...y el Marca, cual orgásmica primeriza, no tardó el levantarse las faldas y dedicar su portada por entero a la victoria del Madrid"-, las anécdotas jugosas -cuando tuvo "la mala suerte" de que se cruzara en su camino "un dictador, José María Aznar"- y los apelativos de propia cosecha - "sí, Ferreras, ese abrazafarolas de Florentino Pérez"- que parecen aligerar y hasta trivializar la pesada, terrible y definitiva verdad que supone para un país la ausencia de la comunicación plural.
Pero así es García. Así ha sido siempre. De una claridad tan cegadora que escandaliza, sí, pero que divierte. Una personalidad que se mira -se mira constantemente- en el título de su conferencia, La muerte del periodismo: caciques rozando la delincuencia, políticos corruptos, dirigentes discapacitados y colegas bufones para reivindicarse como periodista "de investigación y denuncia". De los que toman el camino difícil. Porque "es mejor comer un bocadillo de sardinas de pie que tomar caviar de rodillas", dijo, sin esconder tampoco el contrato de 2.000 millones de pesetas al año que firmó con Telefónica y los 1.500 que llegó a ganar en la Cope por temporada. Y eso sin servir a nadie. Un afortunado que pudo preservar integridad y cartera, según dio a entender en la conferencia inaugural.
Un discurso con un mensaje claro -credibilidad, credibilidad y credibilidad, es lo que nos salvará- y preñado de denuncia de las malas prácticas comunicativas y políticas. Algunas, hasta con nombres y apellidos. Porque "Rajoy y sus mariachis", "el emperador" (sobrenombre tras el que, presumiblemente, se encontraba Juan Luis Cebrián), el "Luis María Ansón de ahora (al de antes lo salvó) que emborrona las páginas de El Mundo", y hasta una aparición estelar de la escena local - "no sé qué va a durar el Cádiz en Segunda porque dicen que llega Enrique Pina..."- tuvieron cabida en la hora y media de intervención precedida por los elogios del rector de la UCA, Eduardo González Mazo, y la vicerrectora, Teresa García, que el periodista recibió de buena gana, incluso, corrigiéndose a sí mismo: "Si hiciese mucho caso de mis propias palabras, el elogio debilita, ahora estaría muy debilitado. Pero quiero añadir una coletilla, el elogio debilita a los gilipollas".
Será por esta misma razón que García, todo un temerario pero totalmente fuera de peligro de tropezar por estupidez, no se ahorró detalle de sus méritos y logros. Perlas narcisistas bien colocadas en un discurso incendiario y bien basamentado contra las relaciones de intereses entre los medios de comunicación y el poder político.
Si no se arrugó lamentando el resultado de las últimas Elecciones Generales -"me da pena vivir en un país excepcional donde mis compatriotas premian la corrupción y gratifican la indolencia y la ineficacia"- , ni condenando el bipartidismo -"PP y PSOE nos han tomado el pelo, nos han engañado"-, ni cuestionando la victoria del Partido Popular -"¿qué hay que celebrar?, ¡han conseguido el segundo peor resultado de su historia y parece que han ganado por goleada!-, José María García tampoco escondió los tejemanejes entre los grandes gurús de la comunicación de nuestro país y las licencias televisivas, explicando con todo lujo de detalles las adquisiciones de La Sexta y Cuatro o el error de "medalla de oro de la ineptitud", que concedió ex aequo a Zapatero y a Rajoy, por eliminar y mantener, respectivamente, la publicidad en Televisión Española, empoderando así a las cadenas privadas.
La influencia directísima de los presidentes de los clubes de fútbol más relevantes del país en las plantillas de los medios de comunicación deportivos -"Florentino pidió la cabeza de Segurola", "mandan crear programas a medida para difundir sus ideas"-, al igual que la injerencia del poder político en las redacciones de los medios generalistas, fueron también objeto de la crítica ácida y agresiva de un periodista que llegó a congregar a más de un millón de españoles junto a sus radios después de las doce de la noche. "Porque 'lo ha dicho García' era sinónimo de veracidad", se congratula García, un tipo que no se guarda nada. Ni ahora, que es fácil, ni antes. Y eso sí se agradece.
No hay comentarios