Juan Romero, un legado para la historia

NO era lógico - aunque la lógica en el universo artístico brilla muchas veces por su ausencia - que uno de los artistas poseedores de un lenguaje con mayor personalidad de cuantos han existido en el panorama de la pintura de la segunda mitad del siglo XX hacia nuestros día, no tuviera un estudio teórico que analizara su particular sintaxis y aglutinara su dilatado trabajo a lo largo de décadas. Finalmente, la obra del pintor sevillano Juan Romero, ha sido motivo de una Tesis Doctoral que ha culminado su proceso en su feliz publicación balo el título "El pintor sevillano Juan Romero. La fantasía hecha pintura". El autor de la misma es Julio Soler, que ha sabido conducirse por los intrincados vericuetos de una obra excelsa donde la realidad somete sus coordenadas a un colorista proceso que diluye las formas habituales, para encontrar nuevos registros más mediatos y tangentes a ese proceso existencial que Romero hace más cercano, entrañable y placentero.

El libro se presentará hoy en la galería Ramón Belén en un acto que contará con la presencia de los tres protagonistas de tan feliz circunstancia: el pintor Juan Romero, el autor del libro, Julio Soler y el director de la Tesis, el profesor Fernando Martín Martín. Una presentación que dará lugar a la inauguración de una nueva muestra sobre la obra de Juan Romero en la galería de la calle Francos y que, de nuevo, nos abrirá ese universo de sensualidad que configura la pasional pintura de un artista que sigue, hoy como siempre, manifestando una realidad creativa sin precedentes y aportando una sabia secuencia identificativa, personal e intransferible, a una pintura contemporánea donde los recursos creativos están más bien limitados.

La exposición mantiene esa línea argumental que es habitual en la obra de Juan Romero donde todo es parecido a la realidad porque el artista sevillano recrea de infinitas circunstancias un escenario por donde pulula esa especialísima iconografía romerista en la todo es posible dentro de una amalgama colorista que diluye los horizontes de lo real para acometer una nueva existencia poblada de bellas ambientaciones sensitivas.

Juan Romero lleva demostrando hace tiempo que está en posesión de uno de los lenguajes más personales y de carácter de cuantos existen en la actual pintura. Su obra sigue manteniendo esas constantes que la han hecho únicas. Por ella no pasa el tiempo, sigue siendo verdadera y con el patrimonio indiscutible Juan Romero. Sus fuentes creativas siguen intactas. El manejo supremo del color, la visión excelsa de una grafía particular, la recreación de un estamento mágico donde tiene cabida todo un universo mediato de formas e imágenes y esa difícil facilidad para aglutinar todo el entramado en un resultado lleno de exquisitez, belleza y, al mismo tiempo, generador de ilimitadas miradas, siguen haciendo de la pintura de Juan Romero el feliz encuentro con una realidad artística personal e intransferible y, además, llena de inesperados y felices argumentos visuales.

A lo largo de la Historia, la personalidad en el arte ha sido el valor más cotizado. El adocenamiento, la falta de criterio, el ser lo mismo que todos y el seguir hasta la saciedad un modelo que, más o menos, ha hecho fortuna son algunos de los males que acechan a nuestra creación artística. Si a esto se le suma que, hoy en día, muchas de las manifestaciones artísticas no son si no experimentaciones que no salen siquiera del alambique del que los proyecta, nos quedamos en una mera superficie sin muy poca trascendencia. Juan Romero lleva a cabo una pintura distinta, sin complejos, dejando atrás los insustanciales modelos creativos que están haciendo fama en un arte muy necesitado de buenas proposiciones.

La obra de Juan Romero, felizmente viva, va a mantener, además, su indiscutible esencia y trascendencia gracias a este estudio de Julio Soler que refrendará para las generaciones venideras la realidad indiscutible de unos de los lenguajes pictóricos más personales de los últimos tiempos.